La catequesis que soñé…

La catequesis que soñé…

Madrid presenta su nuevo itinerario catequético. El Delegado de Catequesis de la archidiócesis nos muestra cómo es la catequesis "soñada".

Por Manuel Bru

En el diseño del nuevo itinerario diocesano de Iniciación Cristiana de la Archidiócesis de Madrid, “Con Jesús, discípulos en misión” (recientemente presentada por el Cardenal Carlos Osoro), se ha querido hacer realidad un sueño, el sueño desde hace muchos años de tantos catequistas por repensar y renovar la catequesis. Estos son los diez sueños que muchos catequistas llamarían “la catequesis que soñé”:

1.- Soñé con una catequesis que no fuera una asignatura escolar, un libro que aprender, unos textos que memorizar, porque ni el credo, ni los mandamientos, ni los sacramentos, son como la lista de los reyes godos o la tabla de multiplicar, sino una vida que abrazar, un camino en el que dejarse amar por Dios y transformarse por su Palabra.

2.- Soñé con una catequesis que no fuera una suma de momentos desconectados, en un grupo formado por niños, chicos, jóvenes o adultos anónimos, sino en un proceso de crecimiento personal y comunitario, marcado por un acompañamiento personal y comunitario, un itinerario de iniciación, en el que no “se forman” cristianos, sino algo mucho más amplio e importante, en el que “se hacen” cristianos.

3.- Soñé con una catequesis en la que el catequista escucha mucho más que habla, en la que jamás se dice a nadie “esta es tu fe”, sino “esta es la fe de la Iglesia que responde a los verdaderos anhelos de tu corazón”, en la que el verdadero protagonista no es ni el catequista ni el catequizando, sino el Espíritu Santo, que “hace resonar” (eso significa la palabra catequesis) en el corazón del catequizando, inspirado por el Espíritu, la búsqueda de Verdad, Bondad y Belleza con mayúsculas, es decir, de Dios, que el catequista, también inspirado por el Espíritu, ha provocado con su palabra, pero sobre todo con su testimonio. 

4.- Soñé con una catequesis misionera, en la que no se da por supuesto el asombro por haber encontrado a Jesús, que no da por hecho el primer anuncio del Evangelio, sino que anuncia continuamente, de un modo o de otro, que “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte” (Kerigma propuesto por el Papa Francisco), de tal suerte que la revelación, la Palabra de Dios, contenida en la Sagrada Escritura, ocupa siempre el primer lugar: de la Palabra y de la vida al Credo, y no al revés. 

5.- Soñé con una catequesis en la que se viva intensamente el Año Litúrgico, en la que, junto a toda la comunidad cristiana, en la catequesis nos dejemos llevar por la pedagogía de los tiempos litúrgicos, y de la liturgia dominical, para que esta pedagogía provoque en todos los interlocutores de la catequesis, como en todo el Pueblo cristiano, la acogida y la conversión a la Palabra de Dios.

6.- Soñé con una catequesis en la que el catequista no se sienta encorsetado, y que permita una programación flexible, creativa, y, sobre todo, adaptada a cada grupo y a cada situación personal, a la diversidad de procedencias culturales, y a la diversidad de capacidades motrices e intelectuales.

7.- Soñé con una catequesis que no sea sólo exquisitamente fiel a la memoria de la fe de la Iglesia, sino que también sea exquisitamente fiel a las referencias existenciales y culturales de sus interlocutores, a su mundo interior y exterior, a un lenguaje en el que entren en juego muchos más códigos lingüísticos que los de la palabra y los gestos, como el ritmo, la música, el enfoque, la luz y el movimiento del lenguaje audiovisual, en definitiva un lenguaje que requiere mucho más que la incorporación de recursos digitales, pues es el lenguaje de las nuevas generaciones de nativos digitales, un lenguaje que, como el de la Sagrada Escritura, es mucho más narrativo que discursivo.

8.- Soñé con una catequesis que tenga que ver no sólo con la transformación personal a la luz del Evangelio de los iniciados, sino también con una conversión social, para que, como propone el Papa Francisco, niños y jóvenes sean “la Doctrina Social de la Iglesia con pies”. Una catequesis en la que no sólo aprendemos los fundamentos de la fe, sino también a cuidarnos y a cuidar a los demás y a la creación, a imitar a los testigos, a compartir con los más pobres, a participar en sus vidas, a rezar y celebrar la fe, y a comunicarnos mejor.

9.- Soñé con una catequesis en comunión: en comunión con la comunidad cristiana parroquial o educativa donde se realiza la catequesis, con sus pastores y responsables, con el equipo de catequistas, con los mismos interlocutores de cada grupo de catequesis, y especialmente en comunión con el obispo y con sus directrices diocesanas, en comunión con la Iglesia que peregrina en España, y en comunión con el Papa y con toda la Iglesia universal.

10.- Soñé, al fin, con una catequesis del corazón, transida por la experiencia del amor del catequista, porque como dice el Cardenal Carlos Osoro, “no se trata solo de la transmisión de una fe etérea: hoy hay que poner corazón, hay que poner la vida (…) Todas y cada una de las dimensiones de la fe y de la vida cristiana -conocida la fe, celebrada, vivida, orada, todo eso que tantas veces nos han repetido-, son pilares de la catequesis, pero, si falta ese amor, no valen para nada”. 

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