El arzobispo de Agrigento, presentó el Mensaje del Papa para la Cuaresma: el cristiano no puede esperar, acoge a los migrantes. Las obras de misericordia y el ejemplo de Lampedusa
Por IACOPO SCARAMUZZI - CIUDAD DEL VATICANO
El cardenal Francesco Montenegro, arzobispo de Agrigento, dijo que espera que «la política tome las decisiones correctas», en relación con el peligro de que se suspenda el acuerdo europeo de Schengen, durante la presentación del mensaje del Papa para la Cuaresma de este año en el Vaticano. Subrayó que acoger a los «hermanos» migrantes es propio de los cristianos y, en particular, a la luz del Jubileo en curso; recordó, entre otras cosas, la misericordia que se ha experimentado en Lampedusa durante los desembarcos de miles de personas.
«Esperamos —afirmó el purpurado italiano sobre el peligro de que el acuerdo europeo de Schengen se suspenda— que la política toma las decisiones correctas. Desgraciadamente hay señales de cerrazón y la acogida no siempre es vista como la novedad necesaria para un mundo nuevo. Con los actuales flujos de inmigración, la historia está cambiando y no podemos permanecer en el pasado, sino que debemos ver hacia el futuro. Y, mientras esperamos que la política tome las decisiones correctas —prosiguió Montenegro—, el cristiano no puede esperar las normas de los técnicos. Como cristiano, debo vivir la acogida del otro que, sin importar su país de origen, siempre es un hermano con su rostro y su historia. El Mediterráneo se ha transformado en la tumba líquida más grande de la historia, con 25 mil muertos verificados y otros tantos sin contar. Claro, solos no podemos cambiar el mundo, pero si vemos al otro, evangélicamente, como mi hermano, podemos cambiar la historia».
En cuanto a la invitación que hizo hace algunos meses Papa Francisco para que cada parroquia acoja a los refugiados, «podemos decir —respondió Montenegro— que como Iglesia tenemos una gran atención al fenómeno de la inmigración. En Italia, más de 26 mil personas son acogidas en realidades eclesiásticas, hay 353 comedores de la Cáritas y otros tantos administrados por entes o asociaciones de la Iglesia. El hecho de que los migrantes que han llegado a Italia hayan sido ‘distribuidos’ por todo el territorio nacional ha interpelado a todos. Lo que falta todavía, en la politica, es el acompañamiento: se da un plato, se da un techo y luego todo corre el riesgo de acabar allí. Por el contrario, como cristianos, siguiendo el ejemplo del buen samaritano, también debemos acompañar a los que llegan».
«El Papa -dijo el cardenal al presentar el Mensaje de Francisco para la Cuaresma— espera que durante la Cuaresma cada cristiano sienta la necesidad de nutrirse fuertemente de la Palabra de Dios y, contemporáneamente, abra el corazón a quien sufre, ejercitándose para vivir las obras de misericordia. Me parece que este punto merece mucha atención y aquí, como pastor de una Iglesia que vive algunas formas de pobreza y algunos desafíos de notable alcance, como el de la inmigración, quisiera decir una cosa. A veces se tiende a pensar que la fe se puede vivir solo participando a los sacramentos o rezando en las maneras más variadas, excluyendo de la vida espiritual las necesidades del hombre y, sobre todo, de los más pobres. El resultado es que ese tipo de fe tarde o temprano se vuelve estéril e insípida. Por el contrario, cuando se abre a una dimensión más completa que, si lo pensamos bien, es la dimensión evangélica (la que exige que se escuche y que se ponga en práctica), entonces la fe se convierte en una experiencia alegre y contagiosa, enriquecedora y estimulante. Lo hemos experimentado, por ejemplo, en Lampedusa durante los desembarcos de miles de personas y en muchas otras comunidades que han acogido el desafío de abrirse a las diferentes formas de pobreza del territorio. Lo estamos experimentando con los seminaristas llamados a hacer las experiencias pastorales en realidades marcadas por el dolor y por la pobreza o con muchos jóvenes voluntarios que quieren ponerse en juego para construir recorridos nuevos en los que el anuncio y el testimonio caminen al mismo paso. Está claro que no es simple, porque a veces se necesita afrontar una mentalidad consolidada y que difícilmente de abre a lo nuevo; pero en mi pequeña experiencia, puedo decir que es una vía posible y, sobre todo, es lo que nos pide Jesús en el Evangelio, si pensamos, por ejemplo, en el discurso sobre el Juicio final del capítulo 25 de Mateo. Al final, seremos juzgados por las obras de misericordia y por lo que hemos hecho para los más pequeños. Entonces, el tiempo de la Cuaresma puede ser una ocasión importante para reflexionar sobre la manera en la que vivimos la fe, y la invitación a vivir las obras de misericordia constituye una manera (como dice el Papa) ‘para despertar nuestras conciencias, a menudo atormentadas por el pecado o la indiferencia’».
Mons. GIampietro Dal Toso, Secretario del Pontificio Consejo Cor Unum, subrayó durante la presentación del mensaje, un pasaje del reciente discurso al cuerpo diplomático, en el que el Papa dijo que «al afrontar la cuestión migratoria no se pueden descuidar, de hecho, las consecuencias culturales relacionadas, empezando por las que se relacionan con la pertenencia religiosa». El tema de la migración exige, pues, una «respuesta global», dijo Dal Toso, recordando que el documento que publicaron en 2013 Cor Unum y el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes afirma la necesidad de «acoger a Cristo en los refugiados» y en las personas que se han visto obligadas a abandonar sus tierras por la fuerza.
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