La “Bidú Cola” y el verso del “respeto” por las leyes del mercado

La “Bidú Cola” y el verso del “respeto” por las leyes del mercado

Por Víctor Leopoldo Martínez.

En mi infancia catamarqueña (2da mitad de los “50” y 1ra de los “60” del siglo pasado) solía disfrutar de dos placeres:

1) Uno para mi cumpleaños. Como no me lo festejaban por obvias razones económicas, saboreaba en soledad un rico “sanguche” de mortadela en pan francés acompañado por una Bidú Cola. Me lo compraba en el boliche de Zamora de la Vicario Segura y Bs.As. con las monedas que le había mangueado a tíos y parientes.

2) El segundo era disfrutar de una porción de pizza acompañada por una “ÑUSTA” (gaseosa) en los intervalos de las funciones del Cine “Ideal” de la calle Rivadavia. Se pasaban 2 películas y en ese intermedio uno concurría a un pequeño bolichito próximo a la sala que ofrecía a precios módicos ambas “exquisiteces”.

La “Bidú Cola” fue una gaseosa nacida en Argentina que llegó a ser famosa y muy consumida no solo en el país sino en toda América Latina entre 1940 y 1970. The Coca-Cola Company se había fundado en 1892 en el gigante del norte y comenzó a expandirse por todo el planeta con la entrada de EE.UU. en 1917 en la guerra del “14” (I Guerra Mundial). A la argentina aquella gaseosa llegó en1942.

La “ÑUSTA” también fue otra gaseosa de creación argentina, más concretamente un invento riojano, con una amplia variedad de sabores, todos muy buenos; entre ellos también la “Ñusta-Cola”.

Llegó la más famosa bebida cola a Argentina y… ¡Zas! Fundieron aquellas dos firmas nacionales. Así y con repetidos fenómenos como el narrado, llegamos hasta hoy. Seguramente que una cuestión de colonización cultural, tanto como algún elemento un tanto adictivos que la gaseosa imperial tenía entre sus componentes (hasta hoy desconocidos, pero harto conocida como la mayor empresa del mundo importadora de “hoja de coca”… ¿Por qué será?) hicieron que terminara imponiéndose en el mercado argentino y regional.

Traje a colación la historia de las gaseosas simplemente para comentar cuestiones sobre el control y manejo que hacen los defensores del endiosado “libre mercado”. La ignorancia y estupidez humana hicieron y hacen el resto.

Resulta muy interesante analizar estos recurrentes fenómenos que siempre terminaron arruinando todo proyecto de creación y fabricación nacional en materia industrial anulando cualquier intento de desarrollo local con el verso de la “apertura hacia el mundo” (¿No le suena a cantinela PRO-Milei-Espert?) para favorecer la “libre competencia”.

Todo esto se dio –y da- por la instalación del culto hacia los modelos económicos foráneos con el trillado verso de que “lo de afuera siempre fue –y es- mejor que lo nacional”; entonces lo nacional –dicen- tiene que mejorar haciendo “productos más competitivos” (sin aclarar cómo pero con esa excusa se abren las puertas a las importaciones).

Primero habría que aclarar que el “libre comercio”, la “libre empresa” y el “libre mercado” fueron tres ejes de una misma doctrina económica “armada” con derivaciones interpretativas de las ideas del creador del “respeto por la propiedad privada” (John Locke) y Adam Smith en su incursión en la Filosofía Política. Fueron pensadas y elaboradas por el liberalismo europeo como oposición al Absolutismo reinante en ese momento, pero… (siempre hay un “pero”) por y para que rigiera en los países centrales de occidente (básicamente en Inglaterra y luego en Europa y EE.UU.). Ahora bien, los tres ejes mencionados solo funcionan sí lo hacen articuladamente por relacionarse entre sí biunívocamente.

Luego sus cultores y gobernantes lo llevaron a la práctica, primero como “políticas de exportación” hacia la periferia global proveedora de materia prima conseguiéndola así a bajo costo; y segundo, se la regló como doctrina para normar la competencia existente entre ellos por las disputas de las colonias de ultramar que cada uno de ellos tenía y que fue en realidad el verdadero motivo del inicio de la I Guerra Mundial pos Belle Époque. Esto requirió de formulaciones reglamentarias que legalizaron hacia fuera lo que a todas luces fue –y sigue siendo- un constante esquilmar a los países y economías de la periferia global. Además permitió que los países centrales sean, no solo los más ricos del planeta sino también los “más centrales”; y que hoy, con el suficiente desarrollo bélico y poder económico gracias al adelanto alcanzado aplicando todo los contrario –el proteccionismo- pero vendiendo la imagen de estar sentados sobre… y ser respetuosos de las égidas liberales, deciden en cualquier mesa de negociación global el destino del planeta y sus habitantes.

O sea, lo de “libre” (que también ampliaron a la “libre navegabilidad de los ríos”, para destruir cualquier competencia en la periferia, tal el lamentable caso de la Guerra de la Triple Infamia contra los hermanos Paraguayos en 1865 de la que formaron parte los “liberales argentinos” con Mitre a la cabeza), los países centrales lo usaron siempre en sus “políticas exteriores” como producto teórico de exportación, mientras que como política nacional se rigieron y rigen por un proteccionismo a ultranza con el que siempre defendieron y defienden sus propias producciones.

En el orden local rápidamente, y viendo el accionar de empresas como “Coca Cola” –y otras-, copiaron el modus operandi de estos pulpos.

Tal es el caso de “La Serenísima”, -hoy en manos francesas- nacida allá por 1930. Con el tiempo, por ejemplo, esta “lechera” fue fagocitándose otros emprendimientos lácteos locales como fueron La Martona, La Paulina, La Armonia, Verónica, etc. etc. Solo pudo parar su descomunal expansión “Sancor”, una cooperativa de tamberos cordobés-santafesina que hoy por hoy ya es otro “pulpo” ramificándose en otros rubros (como hicieron los muchachos del campo aglutinados en la S.R. acopiando producciones con las cerealeras y creando exportadoras, frigoríficos, financieras y bancos para “cerrar sus negocios”)

Pero… ¿En que consta ese “modus operandi” que permite llegar a lo anteriormente señalado? Entrar en el mercado consumidor con sus productos, o bien ofreciéndolos a precios muchísimos más bajo que resto -cuando no regalándolos con fuerte apoyo publicitario- hasta lograr imponer el producto en el conjunto de la sociedad. Consecuencia de esto es que la vendida como virtuosa “libre competencia”, -la supuesta panacea en materia regulatoria que tiene el “libre mercado”- terminó permitiendo a ciertas empresas con fuerte respaldo económico “copar” –acaparar, monopolizar- la colocación de sus productos en el mercado (compra, venta y distribución de la producción), y las competidoras nacionales terminaron fundidas y/o desapareciendo. Una vez logrado esto y en base a la demanda que por necesidades básicas la población tiene se transformaron en “formadores de precio” aumentándolos a su antojo cómo y cuando querían, incluso utilizándolo para sus Look Out cuando el Estado intenta regular el mercado o pretende meterse con sus descomunales ganancias. Y los pequeños productores siempre debieron –y deben- “adaptarse” a sus mandatos a riesgo de terminar quebrados.

Pero la “cuestión” continua. Hora viene el eslabón que le permite a la “delincuencia empresarial” con pretensiones monopólicas presentarse como “buenos empresarios”. ¿En qué consiste esa “bondad empresarial”? Para hacer creer que pretenden evitar de algún modo la perdida de lo que con tanto sacrificio el emprendedor había logrado levantar como “producción nacional”, les adquieren a los propietarios fundidos sus “firmas” ofreciéndoles un bajísimo precio y proponiéndoles a modo de “gauchada” la decisión de mantener la marca del producto en el mercado.

Los antiguos dueños, al principio, no se percataron de la trampa que escondía esta generosa “dádiva en el “negocio” realizado con estos sátrapas. Después descubren que en realidad era –y es- para jugar con la calidad en relación a los precios de los productos con los que “operan” en el mercado, y que en realidad ese “libre mercado”, jamás existió y menos fue “libre”; por el contrario, siempre fue “manipulado espuriamente” con engañosas publicidades utilizando como cómplices: empresas mediáticas que siempre buscaron lucrar, comunicadores inescrupulosos, gobiernos, legisladores, jueces y funcionarios corruptos. Gracias a eso hoy manejan y controlan el mercado local con total comodidad e impunidad. Entonces las “2das” y “3ras” marcas (a “precios más bajos”) también son productos de propiedad de estos monopolios que solo juegan a favor del incremento de ganancias..

En otros rubros lo son, por ejemplo, Clarín, con la propiedad de 500 medios a lo largo y ancho del país, con el control de “Papel Prensa”, con el manejo de la TV por cable (Multicanal, Cablevisión y ciento de pequeños “cables” del interior del país), telefonía de línea (Telecom) y celular (Personal) e internet. Con eso consiguieron tener el más que suficiente poder económico para comprar periodistas, jueces y políticos para que “operen” protegiendo sus intereses usando la amenaza mafiosa de escracharlos públicamente inventándoles casos de corrupción sino se avienen a sus directivas.

Colofón: Ni el “Mercado” ni el “Comercio” nunca fueron libres; no existe la “Libertad de Prensa” pero si se impuso la “Libertad de Empresa” (en este caso periodísticas por el ejemplo citado); el resto es un burdo relato inconsistente en lo argumental porque se da de bruces con los destrozos que producen en la industria nacional y en la calidad de vida de los argentinos con su perverso accionar controlando los resortes económicos; fenómeno que se da acá como burda copia de lo ocurre en el mundo.

No sé si quedó por ahí alguna botellita de mi querida “Bidu Cola” como testimonio de producción nacional –como tantos otros emprendimientos- aniquilada por el “libre mercado”, el “libre comercio” y la “libre empresa”.

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