El armador político y el desafío de conducir

El armador político y el desafío de conducir

¿Quién es Alberto Fernández, el nuevo presidente de todos los argentinos? El depositario de la esperanza de millones de votantes dejará después de toda una vida política el detrás de escena para asumir la responsabilidad de construir una opción que no decepcione. Lograr acuerdos y sostenerlos será el reto mayor de sus primeros días de gestión. 

 

 

La Argentina tiene nuevo presidente. Un abogado de 60 años nacido en la ciudad de Buenos Aires, profesor de derecho penal, armador político por encima de todo, peronista porteño, refutador visceral –según confirman sus viejos posteos en redes sociales- amante de la conversación política, y uno de los articuladores de la unidad del PJ- kirchnerismo. La que lo llevó a imponerse en primera vuelta en las elecciones celebradas este domingo.

El kirchnerista de la primera hora, aquel que reunía a los periodistas en el bar La Paz para hablar de las bondades de Néstor y Cristina cuando el matrimonio parecía condenado a la localia santacruceña, será desde el 10 de diciembre el encargado de conducir un país devastado económicamente, y a buena parte de la fuerza que él mismo ayudó a construir y de la que no dudó en distanciarse cuando los lazos se rompieron. Es, también, el depositario de la esperanza de millones de argentinos que hasta el 11 de agosto creían que no había horizonte tras cuatro años de neoliberalismo alla Macri.

Su relación con Cristina Fernández será determinante para no defraudarlos. Los constructores de la estrategia ganadora cargan con el enorme reto de sostener el compromiso inicial de la unidad hasta que duela, y el primer escalón será el armado de la estructura gubernamental, que va mucho más allá del gabinete de ministros. Los últimos datos económicos, por ejemplo, comenzaron a condicionar desde anoche mismo sus próximos pasos. 

 

(Foto: Frente de Todos)

"Creo que su desafío principal en la primera etapa de gobierno será tener una fuerte decisión a la hora de impulsar y sobre todo, sostener, acuerdos que permitan poner un freno a la caída. ‘Decisionismo’ en este sentido: no creo que los acuerdos se consigan solo ‘con buena voluntad de caballeros’, va a tener que impulsar y presionar para que se logren”, explicó un asesor cercano a Fernández.

 

El otro será sostener un diálogo directo con los ciudadanos y los votantes. Desde que se impuso en las PASO, el flamante presidente electo se mostró partidario de lograr acuerdos con las cúpulas dirigenciales (empresaria, sindical, política), pero acompañar esos acuerdos y exigir su cumplimiento será una tarea colectiva. Se comprometió a terminar con la “grieta” y esa tarea le demandará esfuerzos paralelos al exterior y al interior de la coalición.

Alberto, como se lo conoce desde que Cristina hizo público el ofrecimiento de la candidatura presidencial del Frente de Todos, tiene una característica que todos en su entorno le reconocen: tiende a concentrar la toma de decisiones. A tal punto que desde el anuncio de su postulación hasta bien avanzada la campaña, convivieron en él el operador/armador político y el candidato presidencial. Costó convencerlo de ceder el manejo de sus redes sociales, la agenda de entrevistas y la táctica para enfrentar los dos debates presidenciales.

 

(Foto: Diego Martínez)

Ese rasgo de su personalidad no impidió que abriera el juego con los distintos sectores del Frente de Todos para trabajar en un paquete de medidas de gobierno que tendrá en cuenta cuando llegue la hora de gobernar. Un sistema radial propositivo que tuvo su expresión en las comisiones que funcionaron en la UMET y que luego él deberá convertir en acciones concretas. Dentro de su equipo de campaña se admite que el plazo de gracia con el que asume Alberto será más corto que el de su antecesor, pero a la vez, el triunfo en primera vuelta y con casi el 50% de los votos le otorga una legitimidad mayor a la hora de empezar.

 

Fernández es el depositario también de la expectativa de los sectores juveniles, esa masa de votantes que salió a bancarlo sin conocerlo siquiera y que militó su candidatura sin especulación. Es posible que termine constituyéndose como el puente entre la dirigencia que ya demostró sus capacidades gubernativas y la que representará en el futuro a las nuevas generaciones. Algo dejaron entrever, tanto él como Cristina, en el acto de cierre de Mar del Plata, cuando parecieron depositar en Axel Kicillof parte de ese legado. El resto se construirá con la gestión que se inicia el 10 de diciembre, donde buena parte del grupo Callao, el grupo de jóvenes profesionales de los que se rodeó a partir de 2018, y al que buscó transmitir la mística del Grupo Calafate, tendrá la oportunidad de probar su eficiencia en la cancha.

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