Comentando el Evangelio dominical que relata la sabia respuesta de Jesús a la insidiosa pregunta de sus adversarios «¿Es lícito pagar tributo al César, o no?»(v. 17), el Papa Francisco explica que con sus palabras, el Maestro nos enseña a ser ciudadanos honestos y se sitúa por encima de la polémica: "Por una parte, reconoce que se debe pagar el tributo al César, porque la imagen sobre la moneda es la suya; pero, sobre todo, recuerda que cada persona lleva en sí otra imagen, la de Dios, y por tanto es a Él, y solo a Él, a quien cada uno debe la propia existencia".