Albania; colaboración entre las monjas y el alcalde musulmán

Albania; colaboración entre las monjas y el alcalde musulmán

Historias de convivencia entre los fieles de ambas religiones. Viaje a los centros de educación en donde se ocupan juntos de las jóvenes generaciones en Burrel y Suç

«La calidad de las relaciones entre los cristianos y los musulmanes aquí es ejemplar. Vivimos bien juntos: la fe no es motivo de división y los cristianos, que representan una minoría exigua, no sufren ni marginación ni ninguna forma de discriminación». Comienza con estas palabras el relato de sor Chiara Pietta, de 54 años, que pertenece a la Congregación de las monjas Maestras de Santa Dorotea. Desde hace 12 años vive con otras cuatro hermanas en el noreste de Albania. En la actualidad reside en Suç, pequeña localidad de 2000 personas que se encuentra a pocos kilómetros de Burrel, ciudad de 12.000 habitantes. En este territorio la población (gran parte afligida por la pobreza) es musulmana (el 95%): los cristianos, pocas decenas de familias, son casi todos católicos. 

  

La formación de las jóvenes generaciones 

  

Cuando en 2006 llegaron a Albania, a Burrel, sor Chiara y sus hermanas comenzaron a visitar a las familias de la ciudad, movidas por el deseo de ocuparse de quienes tenían mayores necesidades. «Los niños de las familias más indigentes o más marcadas por las dificultades de la vida nos parecieron inmediatamente vulnerables y necesitadas», dijo la religiosa. «Entonces decidimos comprometernos para apoyarles con sus estudios, ofreciendo un proceso que conjugara la educación con la educación a lo humano». Las monjas rentaron una pequeña sala para abrir un centro diurno donde garantizar un servicio después de la escuela y un comedor para los niños cristianos y musulmanes. Prepararon también un laboratorio de sastrería para enseñar un oficio a las mujeres que vivían en condiciones económicas de precariedad. 

  

La colaboración con el Ayuntamiento 

  

Hace dos años, precisamente mientras las monjas estaban buscando un local más amplio, el alcalde musulmán, sorprendido por la calidad del servicio que ofrecían, propuso una colaboración y ofreció una gran sala, dentro de una escuela estatal, como sede para el Centro. «Aceptamos. Estamos muy contentas de que el Ayuntamiento haya querido apoyar nuestra iniciativa de educación y estamos satisfechas por la cooperación emprendida con los miembros del consejo (todos musulmanes). Sabemos que contamos con su aprecio y con su confianza: han venido a vernos varias veces y han comprendido cuán importante es para nosotras la formación de las jóvenes generaciones», dijo sor Chiara. 

  

En Burrel las escuelas tienen turnos dobles, por lo que el Centro acoge a algunas decenas de niños tanto por la mañana como por la tarde. Fueron contratadas tres maestras y una cocinera (dos católicas y dos musulmanas) que se suman a los generosos voluntarios. «Las relaciones entre nosotras son muy amigables y hay una constante colaboración con las familias (principalmente musulmanas) de nuestros estudiantes», prosiguió la religiosa. «En la ciudad nuestro Centro ya es conocido y no pocos padres de familia piden inscribir a sus hijos aquí. También el laboratorio de sastrería, en donde se trabaja con las telas típicas de Albania, está en plena actividad: en algunos casos las mujeres que los frecuentan son las mamás de nuestros pequeños alumnos». 

  

La maestra musulmana 

  

Nexhmie Koçi, musulmana de 27 años (casada y madre de un pequeño de dos años), trabaja en el Centro como maestra y se ocupa de los alumnos con dificultades de aprendizaje. Tiene relaciones «muy buenas» con los cristianos, a quienes, precisó, siempre felicita en las fiestas religiosas: «En la preparatoria, mi mejor amiga era cristiana». «Cuando se trata de construir una nueva amistad con alguien no me fijo en la pertenencia religiosa». A Nexhmie le gusta sacar adelante la propia profesión en el Centro de las monjas tanto porque «siempre me ha gustado enseñar, como porque puedo ayudar a niños de familias que tienen muchas dificultades. Aquí trabajamos todos unidos para ofrecer lo mejor a nuestros pequeños alumnos: las relaciones entre nosotros son verdaderamente buenas y la diferencia de nuestra religión no representa un problema. Trabajando juntas podemos transmitir a los niños el valor de la convivencia entre personas de diferentes religiones, logramos transmitir sentimientos de tolerancia, respeto recíproco, paz». Y, reflexionando sobre su país, dijo: «La convivencia entre musulmanes y cristianos es serena. Incluso está aumentando el número de los matrimonios mixtos. La sociedad albanesa se muestra priva de discriminaciones: aquí destacan la paz y la tolerancia». 

  

Reflexionar todos juntos 

  

Sor Chiara y sus hermanas inauguraron un Centro de educación (con comedor) también en Suç, pequeña localidad en la que principalmente viven familias muy pobres que logran sobrevivir gracias a los huertos y un puñado de vacas y cabras. Se suma a las actividades didácticas una iniciativa que según las monjas es muy importante: una vez al mes, gracias a la colaboración de un grupo de voluntarios, se organiza un encuentro para todos los niños y chicos (cristianos y musulmanes) del lugar: «Durante este día –dijo sor Chiara– nuestros huéspedes juegan juntos y, también juntos, reflexionan sobre un argumento diferente con la ayuda de un adulto: la amistad, la colaboración, la acogida. Creemos que es fundamental que los jóvenes aprendan a dialogar sobre los grandes temas de la vida, a razonar juntos sobre los valores que son universales. Además, cada año, durante el mes de julio, organizamos en Burrel y en otra pequeña ciudad cercana, Klos, un campamento de verano de diez días, al que van muchos niños y chicos. También en este campamento afrontan juntos varios argumentos. Por ejemplo, el verano del año pasado se reflexionó sobre la familia». 

  

El régimen dictatorial  

  

En esta zona de Albana, como en el resto del país, las relaciones entre cristianos y musulmanes están marcadas por la benevolencia, por el aprecio y el respeto recíprocos, subrayó sor Chiara, quien recordó que Papa Francisco, cuando visitó Tirana en 2014, dijo que le alegraba una característica de Albania (misma que debe ser preservada con cuidado y atención): «la pacífica convivencia y la colaboración entre los que pertenecen a diferentes religiones». Según la religiosa, esta convivencia serena entre cristianos y musulmanes se debe principalmente a dos factores: «el régimen dictatorial durante setenta años trató de cancelar cualquier expresión religiosa en nombre de un ateísmo radical: cristianos y musulmanes acabaron haciendo un frente común y esta alianza, que nació del sufrimiento, se ha conservado. Además, y es el segundo factor, el pueblo albanés posee un admirable espíritu de acogida (capaz de una comprensión profunda) que se manifiesta también hacia los que tienen otra religión». 

   

El espíritu de acogida 

  

Sor Chiara cita un ejemplo que considera significativo: «Una niña musulmana había comenzado a seguir regularmente las actividades de nuestro Centro de Suç. Después de un tiempo nos pidió poder participar en los encuentros de catecismo que organizamos solo para los niños católicos. Fuimos a hablar con sus padres (musulmanes) y le dieron permiso. Después de algunos años, un día la chica (que ya estaba en la secundaria) nos pidió que la bautizáramos. La cuestión era muy delicada y, con un sacerdote “fidei donum” que vive aquí, Gianfranco Cadenelli, fuimos a hablar con la familia: al final de una larga conversación, el padre y la persona más vieja de la familia, el tío, dieron su consenso, afirmando que no querían mortificar el deseo de la joven. Y fue bautizada. Hoy tiene 21 años, presta sus servicios en nuestro Centro y cada domingo viene a misa». 

  

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