“Visas temporales para quienes huyen de la guerra, no a las expulsiones arbitrarias”

“Visas temporales para quienes huyen de la guerra, no a las expulsiones arbitrarias”

El mensaje del Papa para la Jornada del Emigrante y del Refugiado 2018. «Acoger, proteger, promover e integrar»: ciudadanía y procesos de regularización extraordinaria para los que se encuentran desde hace mucho tiempo en el país; tutelar a los menores, «la apatridia» debe ser evitada

Por ANDREA TORNIELLI

 

Incrementar y simplificar la concesión de visados humanitarios, favorecer la reunión familiar, conceder la ciudadanía y procesos de regularización extraordinaria para quienes ya viven desde hace tiempo en el país que los aloja. Son algunas de las peticiones que contiene el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2018, que se celebrará el próximo 14 de enero. El tema elegido es significativo: «Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados», y revela cuáles son los sentimientos y las preocupaciones del Pontífice, que comienza su mensaje con una cita bíblica del Libro del Levítico: «El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor vuestro Dios». 

 

«En el forastero encuentras a Jesús»  

 

Después de haber recordado su viaje a Lampedusa de 2013, el Papa escribe: «Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia», y habla sobre la actitud de la Iglesia frente a las migraciones, invitando a «todos los creyentes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad» a responder «con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras, cada uno según sus posibilidades». Bergoglio después explica uno por uno los cuatro verbos basados en los principios de la doctrina de la Iglesia: «acoger, proteger, promover e integrar». 

 

«Se necesitan corredores humanitarios»  

 

Acoger significa «ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino. En ese sentido, sería deseable un compromiso concreto para incrementar y simplificar la concesión de visados por motivos humanitarios y por reunificación familiar. Al mismo tiempo, espero que un mayor número de países adopten programas de patrocinio privado y comunitario, y abran corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables». El Papa sugiere la institución de «visados temporales especiales para las personas que huyen de los conflictos hacia los países vecinos». Y afirma: «no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales». 

 

«Primer alojamiento decoroso»  

 

Francisco subraya la importancia de «ofrecer a los emigrantes y refugiados un alojamiento adecuado y decoroso», con «programas de acogida extendida» que permiten «una mejor calidad de los servicios». Citando el principio de la centralidad de la persona humana, «expresado con firmeza por Benedicto XVI, Francisco recuerda la obligación de «anteponer siempre la seguridad personal a la nacional», formando «adecuadamente al personal encargado de los controles de las fronteras» para garantizar «la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos» para quienes llegan. «En nombre de la dignidad fundamental de cada persona –se lee en el mensaje–, es necesario esforzarse para preferir soluciones que sean alternativas a la detención de los que entran en el territorio nacional sin estar autorizados». 

 

«Protegerlos también en su patria»  

 

“Conjugando” el segundo verbo, el Papa recuerda que la protección «comienza en su patria y consiste en dar informaciones veraces y ciertas antes de dejar el país, así como en la defensa ante las prácticas de reclutamiento ilegal». En la medida de lo posible, añade, «debería continuar en el país de inmigración, asegurando a los emigrantes una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital». Francisco afirma que «si las capacidades y competencias de los emigrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados son reconocidas y valoradas oportunamente, constituirán un verdadero recurso para las comunidades que los acogen», por lo que espera que, «en el respeto a su dignidad, les sea concedida la libertad de movimiento en los países de acogida, la posibilidad de trabajar y el acceso a los medios de telecomunicación. Para quienes deciden regresar a su patria, subrayo la conveniencia de desarrollar programas de reinserción laboral y social». 

 

Tutelar a los menores y garantizarles la ciudadanía  

 

Bergoglio pide «evitarles cualquier forma de detención», asegurándoles, por el contrario, «el acceso regular a la educación primaria y secundaria». Es «necesario garantizarles la permanencia regular al cumplir la mayoría de edad y la posibilidad de continuar sus estudios. En el caso de los menores no acompañados o separados de su familia es importante prever programas de custodia temporal o de acogida». Francisco pide evitar que permanezcan sin patria y espera que el estatus migratorio no limite «el acceso a la asistencia sanitaria nacional ni a los sistemas de pensiones, como tampoco a la transferencia de sus contribuciones en el caso de repatriación». «De acuerdo con el derecho universal a una nacionalidad, todos los niños y niñas la han de tener reconocida y certificada adecuadamente desde el momento del nacimiento», afirma el Papa, que pide evitar «la apatridia en la que se encuentran a veces los emigrantes y refugiados» mediante «leyes relativas a la nacionalidad conformes con los principios fundamentales del derecho internacional» sin « limitar el acceso a la asistencia sanitaria nacional ni a los sistemas de pensiones, como tampoco a la transferencia de sus contribuciones en el caso de repatriación». 

 

Garantizar la dimensión religiosa  

 

EL Papa también recuerda que, para permitir que los emigrantes y refugiados se realicen, «la dimensión religiosa ha de ser reconocida en su justo valor, garantizando a todos los extranjeros presentes en el territorio la libertad de profesar y practicar la propia fe». Además invita a dar valor a las competencias laborales de quienes llegan, promoviendo «la inserción socio-laboral» y «garantizando a todos, incluidos los que solicitan asilo, la posibilidad de trabajar, cursos formativos lingüísticos y de ciudadanía activa, como también una información adecuada en sus propias lenguas. En el caso de los emigrantes menores de edad, su participación en actividades laborales ha de ser regulada de manera que se prevengan abusos y riesgos para su crecimiento normal». 

 

Promover la familia  

 

En 2006, Benedicto XVI subrayó que el en contexto migratorio la familia es «lugar y recurso de la cultura de la vida y principio de integración de valores». Francisco insiste en que «hay que promover siempre su integridad, favoreciendo la reagrupación familiar —incluyendo los abuelos, hermanos y nietos—, sin someterla jamás a requisitos económicos». Mayores «atenciones y ayudas» se deben garantizar para los emigrantes con discapacidades. «Considero digno de elogio –escribe Bergoglio– los esfuerzos desplegados hasta ahora por muchos países en términos de cooperación internacional y de asistencia humanitaria. Con todo, espero que en la distribución de esas ayudas se tengan en cuenta las necesidades (por ejemplo: asistencia médica y social, como también educación) de los países en vías de desarrollo, que reciben importantes flujos de refugiados y emigrantes, y se incluyan de igual modo entre los beneficiarios de las mismas comunidades locales que sufren carestía material y vulnerabilidad». 

 

Integración y ciudadanía  

 

Para concluir, Francisco explica que «la integración no es una asimilación, que induce a suprimir o a olvidar la propia identidad cultural. El contacto con el otro lleva, más bien, a descubrir su “secreto”, a abrirse a él para aceptar sus aspectos válidos y contribuir así a un conocimiento mayor de cada uno». Este proceso «puede acelerarse mediante el ofrecimiento de la ciudadanía, desligada de los requisitos económicos y lingüísticos, y de vías de regularización extraordinaria, a los emigrantes que puedan demostrar una larga permanencia en el país». EL Papa insiste en «la necesidad de favorecer, en cualquier caso, la cultura del encuentro, multiplicando las oportunidades de intercambio cultural, demostrando y difundiendo las “buenas prácticas” de integración, y desarrollando programas que preparen a las comunidades locales para los procesos integrativos». Y subraya el «caso especial» de los extranjeros obligados a abandonar los propios países debido a crisis humanitarias: «Estas personas necesitan que se les garantice una asistencia adecuada para la repatriación y programas de reinserción laboral en su patria». 

 

Los «Pactos Globales»  

 

Francisco concluye el mensaje asegurando que la Iglesia está dispuesta a «comprometerse en primera persona para que se lleven a cabo todas las iniciativas que se han propuesto más arriba. Sin embargo, para obtener los resultados esperados es imprescindible la contribución de la comunidad política y de la sociedad civil, cada una según sus propias responsabilidades». Y recuerda que durante la cumbre de la ONU de noviembre del año pasado los estados se comprometieron a redactar y aprobar antes de 2018 dos pactos globales (Global Compacts), uno dedicado a los refugiados y otro para los emigrantes, esperando que las indicaciones del mensaje papal contribuyan a este proceso. 

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