Violencia contra las mujeres; Ravasi: se necesita un cambio cultural

Violencia contra las mujeres; Ravasi: se necesita un cambio cultural

El cardenal “ministro de la cultura” vaticano: en los feminicidios el hombre considera a la mujer una posesión, un objeto. Hay que educar a los jóvenes a no vivir solamente relaciones «frías» mediante el teléfono

por ANDREA TORNIELLI

 

«En contra de los feminicidios no sirve la educación sexual, porque los chicos de hoy ya saben todo. Se necesita una educación cultural». El cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, reflexiona al respecto tras escuchar las preguntas de los estudiantes de las escuelas romanas que participaron en los dos encuentros del Patio de los Gentiles dedicado al tema de la violencia contra las mujeres. «Hemos tratado de involucrarlos también en la preparación y pedí que escogieran a 40 chicos y chicas para esto. Se presentaron 34 chicas y solo 6 chicos. Después, en el encuentro verdadero había algunos más. Pero esto nos demuestra que no es cierto que los jóvenes, sobre todo los varones, sean tan sensibles al problema…». 

 

¿Por qué en una época cada vez más cuidadosa con la paridad entre el hombre y la mujer vemos esta violencia?  

 

El nivel de homicidios en Italia es uno de los más bajos del mundo, pero es de los más elevados, en cambio, el nivel de feminicidios. Significa que hay un elemento cultural en la base, vinculado con el machismo y con una sociedad que consideraba a la mujer un ser inferior. Hay que recordar que hasta los años ochenta se abolió en italia el delito de honor. 

 

¿Cuáles son los orígenes de este fenómeno?  

 

Martin Buber observaba que existen dos tipos de relaciones: una “yo-tú” y otra “yo-ello”. En la primera la otra persona es un “tú”. En la segunda, un objeto. En el feminicidio el hombre considera a la mujer su “ello”, no quiere que nadie le arranque lo que considera una posesión. Es la “cosificación” de la persona, reducida a objeto. Esto lo favorece una perversión de la categoría sexo. En nuestra naturaleza humana hay tres niveles de relación: el primero es de naturaleza sexual, fundamental e instintivo. Después hay un segundo, del “eros”, que comienza a ser una realidad ya no solo instintiva y animal: el descubrimiento de la belleza, de la ternura, de la fantasía. El tercero, que llamamos amor, es exquisitamente humano se encuentra en el nivel más elevado. 

 

¿Sigue siendo así para las jóvenes generaciones?  

 

La cultura contemporánea ha simplificado estos niveles. Los chicos tienen relaciones sexuales a los 14 o 15 años. Tal vez hay un atisbo de afecto, pero forma parte de una serie de experiencias de posesión. La idea de posesión la tienen en el cerebro. Cuando están enamorados, la relación normal se da mediante mensajes con el teléfono, con relaciones frías. Hay que enseñarle a los chicos la ternura, que forma parte del “eros”, y los sentimientos, para que no solo vivan la posesión. Hasta hace algunos años, en la relación interpersonal tradicional existía el contacto de las miradas, de los colores, de los olores. Hoy, en cambio, la relación se da en las chats. Es el problema del “transhumanismo”. No sirve la educación sexual, porque los chicos ya saben todo. Se necesita una educación cultural, no solo psicológica. Uno de los síntomas del feminicidio es no ser capaces de considerar al otro como un planeta en sí mismo, con su autonomía, y no una cosa que poseer.  

 

Cuando suceden estos casos se discute mucho, pero ¿después?  

 

Están los análisis y los datos de los sociólogos. Falta el punto de vista antropológico. Da miedo la pregunta “por qué”, sobre las causas profundas. Aquí entra el discurso del pecado y de la libertad de la persona. Como leemos en la novela “La sonata a Kreutzer” de Tolstoy: cuando no se cuida el sentimiento, se puede pasar del amor al odio. Y hay casos en los cuales el misterio del mal es muy evidente: pensemos en la perversión de matar a la hija de la propia ex-compañera para provocar un dolor indescriptible, como sucedió con un reciente asesinato en Italia. 

 

¿Cómo se puede tratar de invertir esta tendencia? ¿Cuál es el papel de la cultura?  

 

Ha cambiado el ambiente, la atmósfera que respiramos. Aunque haya agencias de educación como la escuela o la Iglesia, es difícil crear una atmósfera diferente: ¿cómo le enseñas a los chicos a tener una relación verdadera? La cultura contemporánea no te ayuda en esto, y la red va hacia una dirección completamente diferente, dando espacio a la violencia. Sin embargo no hay que resignarse: la cultura y la comunicación no deberían limitarse a registrar los hechos, sino que deberían reflexionar profundamente. La cultura podría hacer algo más. 

 

El Papa Francisco insiste en dar valor a las mujeres en la Iglesia. ¿Qué tal va la cosa?  

 

Por supuesto, en el pasado no se hizo mucho. Es interesante insistir en la función de María. El Papa dijo una cosa relevante, superando la lógica “clerical” que es el fundamento de la petición del sacerdocio femenino: recordó que en el Pentecostés están los apóstoles (los obispos), pero en el centro está María, que no es sacerdote, pero cuenta más que todos ellos. Hay que volver a descubrir la función “jerárquica” de María y, por analogía, también la de la presencia femenina en la Iglesia. Y luego está también la Magdalena, una santa calumniada porque era considerada una prostituta (mientras el Evangelio, en realidad, no dice que lo fuera): en la Iglesia debería existir otro espacio, relevante, para reconocer a todas las víctimas en el ámbito femenino, a las mujeres que han vivido una experiencia negativa. 

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