Venezuela, el Papa teme que se derrame sangre

Venezuela, el Papa teme que se derrame sangre

Durante el vuelo de regreso de Panamá, pidió que sean grandes quienes «pueden ayudar a resolver el problema» de Caracas. Habló sobre el «drama del aborto: para comprenderlo hay que estar en el confesionario». Nada de matrimonio sacerdotal, pero hay que considerar las excepciones

Antes de las preguntas de los periodistas de la tradicional conferencia de prensa durante el vuelo papal, el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti (que viaja por primera vez con este encargo con el Papa) enseñó un texto escrito a mano: «No será un documento que entre en el magisterio del Papa, pero es un documento que a usted, Santidad, importa mucho. Esta es una canción que escribió una chica de Honduras, Marta Ávila». Es «contra el acoso escolar». Fue un poco el signo de «un encuentro del Papa con Scholas Ocurrentes. Esto para decir cuán presente estuvo» en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) «el elemento del dolor de estos jóvenes, así como el de la alegría que hemos visto en tantas ocasiones». Gisotti contó una «imagen que me sorprendió mucho, Santo padre: cuando usted pasaba con el papamóvil y saludaba, veía a muchos jóvenes que después de haberle saludado, tal vez solo por un instante le abrazaban. Esta es, acaso, una lección para nosotros los adultos. Los jóvenes, cuando están felices, comparten la alegría, no se la tienen para sí». Gisotti después explicó que Francisco, poco antes de despedirse de Panamá, tuvo un encuentro en la nunciatura con representantes de Unicef.

El Pontífice comenzó saludando a los periodistas: «Buenas tardes y que descansen, porque estoy seguro de que todos están cansados, después de este viaje tan fuerte. Gracias por su trabajo. He vivido cosas que no me habría imaginado, sorpresas, como esta chica de 16 años de Honduras: víctima del bulismo, cantó con una voz bellísima una canción que escribió ella».

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Estas fueron las preguntas de los periodistas

Usted habló con los voluntarios de la JMJ sobre la misión que ellos han vivido, y saben que bate el corazón cuando se vive una misión. ¿Cuál fue su misión en la JMJ centroamericana?

«Mi misión en una JMJ es la misión de Pedro, que es confirmar en la fe. Y esto no se hace con mandamientos fríos ni órdenes, sino dejándose tocar el corazón y respondiendo lo que te nace. Me cuesta pensar que alguien pueda hacer una misión solo con la cabeza. Para cumplir una misión hay que sentirla, y cuanto la sientes te toca: la vida… los pensamientos… En el aeropuerto estaba saludando al presidente y me llevaron a un niño negrito simpático. Me dijeron que este chico estaba pasando la frontera de Colombia: la madre murió y él se quedó solo. Tendrá unos cinco años. Él es de África, pero no saben de cuál país, porque no habla inglés ni francés, sino solamente su lengua tribal. Y después fue adoptado. Es el drama de un chico abandonado por la vida porque la mamá murió y ahí y el policía lo entregó a las autoridades para que lo cuidaran. Esto es como una bofetada y hace que mi misión cobre color. La misión me involucra. Yo le digo a los jóvenes que lo que ellos deben hacer en la vida tienen que hacerlo usando los tres lenguajes: cabeza, corazón y mano. Hacer lo que se siente, sentir lo que se piensa, pensar lo que se hace. No hacer solamente un balance de la misión, con todo esto voy a la oración y permanezco allá delante del Señor, a veces me duermo, me encomiendo a la misión. Así es como concibo la misión del Papa y cómo la vivo. Ha habido casos en los que se han presentado dificultades de tipo dogmático, y a mí no me sale responder solo con la razón, sino en otra manera.»

¿Las expectativas que tenía para los días en Panamá han quedado satisfechas?

«El termómetro para entenderlo es el cansancio, y yo estoy destrozado.»

Muchas chicas en Centroamérica se quedan embarazadas precozmente, los detractores de la Iglesia dicen que es responsabilidad de la misma Iglesia porque se opone a la educación sexual: ¿cuál es su opinión sobre la educación sexual?

«En las escuelas hay que dar educación sexual, el sexo es un don de Dios, no es un monstruo, es un don de dios para amar. Que luego algunos lo usen para ganar dinero o explotar es otro asunto. Pero hay que dar una educación sexual objetiva, sin colonización ideológica. Si empiezas dando una educación sexual llena de colonización ideológica, destruyes a la persona. Pero el sexo como don de Dios debe ser educado. Educar en el sentido de hacer que surja lo mejor de la persona y acompañarla por el camino. El problema es el sistema: cuáles maestros elegir para esta tarea y cuáles libros de texto. He visto algún libro un poco sucio. Hay cosas que hacen madurar y cosas que hacen daño. No sé si en Panamá se esté trabajando en esto, no entro en la política. Pero es necesario que haya una educación sexual. Lo ideal es comenzar desde la casa, aunque no siempre es posible, porque en las familias hay situaciones muy variadas. Y, por lo tanto, la escuela suple esto, porque de lo contrario quedará un vacío que después será llenado con una ideología cualquiera.»

En estos días usted habló con muchos chicos, seguramente habló con muchos que se alejan de la Iglesia. ¿Cuáles son los motivos, según usted?

«¡Son muchos los motivos! Algunos son personales. Entre los generales, creo que el primero es la falta de testimonio de los cristianos, de los sacerdotes, de los obispos, no digo de los Papas porque es demasiado… (bromea y ríe, ndr.). ¡La falta de testimonio! Si un pastor hace el empresario o el organizador de un plan pastoral, o si un pastor no está cerca de la gente, este pastor no da testimonio de pastor. El pastor debe estar con la gente, para indicar el camino, en medio de la grey, para sentir el olor de la gente, y comprender qué siente la gente, qué necesita, y detrás de la grey, para custodiar. Pero, si un pastor no vive con pasión, la gente se siente abandonada… o se siente huérfana. He subrayado los pastores, pero también los cristianos, los católicos hipócritas, ¿no? Que van todos los domingos a misa y luego no pagan aguinaldo, pagan en negro, explotan a la gente, luego se van al Caribe de vacaciones, con la explotación de la gente… “Pero, yo soy católico, ¡voy todos los domingos a misa!”. Si tú haces esto, das un contra-testimonio. Esto es, en mi opinión, lo que más aleja a la gente de la Iglesia. También los laicos. Pero yo haría esto: no digas que eres un católico, si no das testimonio. Di “Yo tengo educación católica, pero soy tibio, soy mundano, pido perdón, no me vean a mí como modelo”. Esto hay que decirlo. Yo tengo miedo de los católicos así. ¡Que se creen perfectos! Pero la historia se repita, el mismo Jesús con los doctores de la ley, ¿no? “Te doy las gracias, Señor, porque no soy como este… pobre pecador…”. Esta es la falta de testimonio.»

Hemos visto durante cuatro días a jóvenes rezando con mucha intensidad. Entre ellos tal vez hay un número que pretende abrazar la vida religiosa. Pero tal vez alguno está dudando porque cree que es un camino difícil, porque no se pude casar. ¿Es posible pensar que en la Iglesia católica usted permita que hombres casados se vuelvan sacerdotes?

«En el rito Oriental de la Iglesia católica pueden hacerlo. Se toma la opción celibataria antes del diaconato. En el rito latino, me viene a la mente una frase de san Pablo VI: “Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley sobre el celibato”. Es una frase valiente. En un momento más difícil que este, se estaba en el 68-70. En lo personal, creo que el celibato es un don para la Iglesia. En segundo lugar digo que no estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional, no. Solamente quedaría alguna posibilidad en los sitios alejadísimos, como las islas del Pacífico… cuando hay necesidad pastoral el pastor debe pensar en los fieles. Hay un libro del padre Lobinger, interesante (esto es algo que están discutiendo los teólogos, todavía es una decisión mía). Mi decisión es: el celibato opcional antes del diaconato no. Es una cosa mía, personal, yo no lo haré. Y esto queda claro. Solamente es mi pensamiento personal. ¿Soy cerrado, acaso? No me quiero poner frente a Dios con esta decisión. El padre Lobinger dice que la Iglesia hace la eucaristía y que la eucaristía hace a la Iglesia. En muchos lugares, dice Lobinger, ¿quién hace la eucaristía? Las guías de esas comunidades son diáconos o monjas o directamente laicos. Y Lobinger dice: se puede ordenar a un anciano casado, es su tesis, pero solo que ejerce el “munus sanctificandi”, es decir que celebre la misa, que administre el sacramento de la reconciliación y dé la unción. La ordenación sacerdotal da los tres “munera”: “regendi”, “docendi” y el “sanctificandi”. El obispo le da solamente la licencia del “sanctificandi”. El libro es interesante. Y tal vez puede ayudar a pensar el problema. No digo que haya que hacerlo, porque no he reflexionado, no he rezado lo suficiente sobre esto. Pero los teólogos deben estudiar. El padre Loginger es un “fidei donum” de Sudáfrica. Ya es anciano. Hablé con un oficial de la Secretaría de Estado, un obispo, que tuvo que trabajar en un país comunista al comienzo de la revolución. Eran los años cincuenta. Los obispos ordenaron a escondidas a campesinos, buenos religiosos. Después, pasada la crisis, treinta años después, la cosa se resolvió. Y me contó la emoción que le daba cuando en una concelebración veía a estos campesinos que se ponían los indumentos para concelebrar. En la historia de la Iglesia esto se ha dado. Es algo que hay que estudiar, pensar y rezar.

Pero, ¿hay también sacerdotes protestantes casados que se vuelven católicos?

Es cierto. Benedicto XVI hizo el “Anglicanorum coetibus”: sacerdotes anglicanos que se vuelven católicos y que viven como si fueran orientales. Recuerdo que en una audiencia de los miércoles vi a muchos con mujeres y niños.

El en Vía Crucis de Panamá hubo muchas palabras fuertes sobre el aborto. ¿La posición radical respeta a las mujeres?

El mensaje de la misericordia es para todos. También para la persona humana que está en gestación. Después de haber fracasado así, también hay misericordia. Pero una misericordia difícil, porque el problema no es dar el perdón, sino acompañar a una mujer que ha cobrado conciencia de haber abortado. Son dramas terribles. Una vez escuché a un médico que hablaba de una teoría según la cual una célula del feto apenas concebido va a la médula de la mamá y allí recibe una memoria incluso física. Esta es una teoría, pero para decir, una mujer, cuando piensa en lo que ha hecho… te digo la verdad, hay que estar en el confesional y tú allí debes dar consuelo. Por ello yo he abierto a la potestad de absolver el aborto por misericordia, porque muchas veces deben encontrarse con el hijo. Yo aconsejo muchas veces, cuando tienen esta angustia: “Tu hijo está en el cielo, habla con él. Cántale una canción de cuna que no pudiste cantar”. Y ahí se encuentra un camino de reconciliación de la mamá con el hijo. Con Dios ya está el perdón, Dios perdona siempre. Pero la misericordia, que ella elabore esto. El drama del aborto, para comprenderlo bien, hay que estar en el confesionario.

En estos días usted dijo que se sentía muy cerca de los venezolanos, y el domingo pidió «una solución justa y pacífica, en el respeto de los derechos humanos». Los venezolanos quieren saber qué significa esto. ¿El reconocimiento de Juan Guaidó, nuevas elecciones libres? La gente siente que usted es un Papa latinoamericano y quiere sentir su apoyo.

Yo apoyo a todo el pueblo venezolano, que está sufriendo. Si me pusiera a decir “háganle caso a estos países o a esos otros”, me pondría en un papel que no conozco. Sería una imprudencia pastoral por parte mía y haría daño. Las palabras que he dicho las pensé y volví a pensar, expresé mi cercanía y lo que siento. Yo sufro por todo esto. Ponerse de acuerdo, ¿no se puede? Una solución justa y pacífica. Me da miedo un derramamiento de sangre. Y por ello pido que sean grandes quienes pueden ayudar a resolver el problema. El problema de la violencia me aterroriza. Después de todo el esfuerzo que ha hecho Colombia, lo que sucedió en la escuela de los cadetes de la policía es espantoso. Tengo que ser un pastor. Y si necesitan ayuda, que se pongan de acuerdo y la pidan.»

Durante su almuerzo con un grupo de jóvenes peregrinos, una joven chica estadounidense nos contó que usted le preguntó sobre el dolor y sobre el desdén de muchos católicos, en particular de los Estados Unidos, por la crisis de los abusos. Muchos católicos estadounidenses rezan por la Iglesia, pero muchos se sienten traicionados y abatidos tras las recientes noticias de abusos y de encubrimientos por parte de algunos obispos, y han perdido la confianza en ellos. ¿Cuáles son sus expectativas y esperanzas para el encuentro en febrero para que la Iglesia pueda volver a comenzar y a reconstruir la confianza entre los fieles y sus obispos?

«Este es listo (bromea, ndr.), empezó con la JMJ y llegó hasta allá. Felicidades. Gracias de la pregunta. La idea nació en el C9, porque ahí veíamos que algunos obispos no comprendían bien o no sabían qué hacer o hacían una cosa buena y otra no tanto, y sentimos la responsabilidad de dar una “catequesis” sobre este problema a las conferencias episcopales. Por ello llamamos a los presidentes. Una catequesis que, primero: se cobre conciencia del drama, qué es un niño abusado, una niña abusada. Yo recibo con regularidad a gente que ha sufrido abusos. Recuerdo a uno de 40 años que no podría rezar. Esto es terrible. El sufrimiento es terrible. Primero: que cobran conciencia de esto. Segundo: que sepan qué se debe hacer, el procedimiento, porque muchas veces el obispo no sabe qué tiene que hacer. Hay que hacer programas generales, pero que lleguen a todas las conferencias episcopales. Qué debe hacer el obispo, qué debe hacer el arzobispo, que es metropolita, qué debe hacer el presidente de la conferencia episcopal. Pero que quede claro de manera que haya, digamos en términos un poco jurídicos, protocolos claros. Luego se rezará, habrá algún testimonio para ayudar a cobrar conciencia y luego alguna liturgia penitencial para pedir perdón por toda la Iglesia. Están trabajando en la preparación de esto. Yo me permito decir que he percibido una expectativa inflada. Hay que desinflar las expectativas. Porque el problema de los abusos seguirá, es un problema humano, pero humano por todas partes. He leído una estadística el otro día: se denuncia el 50%, se escucha el 20%. Disminuye. Acababa así: el 5% es condenado. Terrible. Es un drama humano y debemos cobrar conciencia. También nosotros, resolviendo el problema en la Iglesia, pero cobrando conciencia, ayudaremos a resolverlo en la sociedad, en las familias en donde la vergüenza hace encubrir todo. Pero antes tenemos que cobrar conciencia, tener protocolos y seguir adelante.»

El Papa, al final de la conferencia de prensa quiso añadir, como en Colombia, en Panamá «he visto que levantaban a los niños, como diciendo “este es mi orgullo, mi fortuna”. En el invierno demográfico que estamos viviendo en Europa (en Italia está debajo de cero), ¿cuál es el orgullo? ¿El turismo, la casa, el perrito? ¿O levantar a un niño? Pensemos en ello».

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