«No te des por vencido, el primer enemigo al cual derrotar no está fuera de ti, sino dentro». El Papa en la Catequesis

«No te des por vencido, el primer enemigo al cual derrotar no está fuera de ti, sino dentro». El Papa en la Catequesis

Educar a la esperanza fue el tema de la catequesis del Papa Francisco del miércoles 20 de septiembre; una enseñanza que el Santo Padre quiso ofrecer a todo aquel que quiera aprender, hablando a cada uno en primera persona.

“Piensa - invitó en primer lugar- allí, donde Dios ha sembrado, espera. No pienses que la lucha que conduces aquí en la tierra es del todo inútil, porque en nosotros late una semilla de absoluto. Dios no desilusiona, y si ha puesto una esperanza en nuestro corazón no la quiere truncar con frustraciones continuas”. “Todo nace para florecer en una eterna primavera”, y “también Dios nos hizo para florecer”. Con estas palabras inició su reflexión impartida en italiano, recordando tiernamente el diálogo entre el roble y el almendro: “Recuerdo ese diálogo – dijo - , cuando el roble pidió al almendro, háblame de Dios y,... ¡el almendro floreció!”. 

Dios nos hizo para florecer

« ¡Donde Dios te ha plantado, espera! No cedas al desánimo –  inició diciendo en español-. Recuerda que el enemigo que tienes que derrotar está dentro de ti. Cree firmemente que este mundo es un milagro de Dios, que él nos da la gracia de realizar nuevos prodigios, porque la fe y la esperanza caminan juntas. Confía en Dios Creador, que llevará su creación a cumplimiento definitivo, en el Espíritu Santo que guía todo hacia el bien, en Cristo que nos espera al final de nuestra existencia».

No permanezcas caído, añadió en la catequesis en italiano: ¡álzate! Si estás sentado, ponte en camino, si el aburrimiento te paraliza, échalo con obras de bien. Si te sientes vacío y desmoralizado, pide al Espíritu Santo que pueda de nuevo llenar tu vacío. Obra la paz en medio de los hombres, y no escuches la voz de quien derrama odio y divisiones. Ama y respeta el camino de cada persona, porque cada uno tiene la propia historia que contar. Sueña, reiteró el Papa, “no tengas miedo de soñar”. Sueña un mundo que aún no se ve, pero que ciertamente llegará. Y sé responsable de este mundo y de la vida de cada hombre, porque cada injusticia hacia un pobre es una herida abierta que disminuye tu propia dignidad. La vida no cesa con tu existencia, y en este mundo vendrán otras generaciones que sucederán a la tuya, y muchas otras aún. 

Levántate, camina, confía, sueña

«¡No! Nunca pienses nunca que has luchado en vano, que al final de la vida nos espera el naufragio. Dios no nos engaña, llevará a plenitud como una eterna primavera, la esperanza que ha puesto en nuestro corazón. No te quedes paralizado, levántate, camina, confía: sueña. Sé constructor de paz y no de odio o división. Ama a tu prójimo, respeta el camino de cada uno, sé compasivo y justo. Sueña con un mundo nuevo. Pide a Dios la gracia de ser valiente. Recuerda que Jesús venció por nosotros al miedo, el enemigo más grande contra nuestra fe. Reconoce que por el Bautismo tu vida pertenece a Cristo y él vive en ti, y a través tuyo, con su mansedumbre, quiere someter a los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la violencia».

Tú perteneces a Jesús

A tener “el coraje de la verdad”, nos alentó también Francisco, recordándonos que no somos superiores a nadie, y es por eso que nos pidió “como hermanos de todos los hombres”, “llevar en el corazón los sufrimientos de cada criatura”. “Eres cristiano”, nos recordó el Papa,  y en la oración todo lo entregamos a Dios.

«Recuerda que no eres superior a nadie y que, como cristiano, eres hermano de todos los hombres. Cultiva ideales y sé fiel a ellos. Y si te equivocas, no dudes en levantarte siempre, pues no somos infalibles, y el Hijo de Dios ha venido para rescatarnos a todos».

Nunca caigas en la desesperación

“No estés encarcelado en tus errores, ellos no deben ser una prisión”, nos consoló Francisco, y reafirmó que “Dios ha venido para los enfermos no para los sanos”, por lo que “vino también para ti”. Y “si te golpea la amargura” –añadió – “cree en las personas que trabajan por el bien: en su humildad está la semilla de un mundo nuevo. Y frecuenta las personas que han custodiado el corazón como el de un niño: aprende de la maravilla, cultiva el estupor: «Vive, ama, cree, sueña. Dios es tu amigo, y con su gracia, nunca caigas en la desesperación», concluyó.

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