La trastienda del aborto, la Iglesia y la revolución impensada del macrismo

La trastienda del aborto, la Iglesia y la revolución impensada del macrismo

Las presiones de la curia y el plan del Gobierno para expropiar tierras en las villas. 

Los entendimientos de fondo entre Gobierno e Iglesia (a pesar del aborto)

El gobierno se metió en la causa aborto por necesidad. A la Iglesia no le gusta, pero lo entiende. Aunque el viento de superficie se corta por el debate sobre esta cuestión, en el fondo hay tensiones más profundas que revelan algunos entendimientos entre la Iglesia y el Gobierno. Uno de ellos puede aparecer en el escenario en el próximo mes. El Gobierno tiene en carpeta un proyecto para la expropiación de las tierras registradas en el censo de villas, que hizo el año pasado junto a Cáritas, las organizaciones sociales de desocupados y la fundación Techo. Es parte del acuerdo que hizo posible censar un total de 4.236 villas en todo el país y comenzar a extender un certificado de domicilio a sus habitantes. Ese certificado, que no es de propiedad dominial, es la posibilidad para que esos habitantes tengan un reconocimiento del asentamiento ante quienes quieran usurparlos. Les permite además ingresar en sistema de acceso a los servicios públicos, acreditar domicilio para micro créditos, etc.

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Según el programa acordado por el Gobierno y las organizaciones, en cabeza del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, el oficialismo tiene que enviar un proyecto para la expropiación de las tierras de esas 4.236 villas para perfeccionar los derechos de los ocupantes. El 60% de esas tierras son de particulares, pero en su mayoría con más de 5 años de ausencia de los propietarios. En el proceso de expropiación, el pago que hará el Estado se conciliará con las deudas por impuestos y tasas de esos propietarios originales ausentes. En un menor porcentaje, esos asentamientos fueron forzosos y el plan prevé compensar a sus dueños. El otro 40% son tierras fiscales.

Expropiar villas, una revolución impensada para el macrismo

El compromiso es que el Gobierno presente en el primer trimestre del año un proyecto de expropiación al Congreso para darles los lotes a sus actuales ocupantes. La carpeta está en la Jefatura de Gabinete, la decisión depende del marketing de la medida, que no tiene que ofender al padrón del PRO como si fuera otro proyecto para mejorar su imagen. Las organizaciones esperan que esa presentación ocurra porque de otra forma, dicen, deberán presentar el proyecto como una medida de la calle.

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El proyecto de ley de emergencia social que dispuso a finales de 2016 -$ 30.000 millones a las organizaciones de la economía popular- se hizo así: proyecto redactado por las organizaciones, lobby papal para que saliera –se votó casi por unanimidad en las dos cámaras-, mucho alboroto callejero y entrada por el Senado con firmas del peronismo (lo encabezaba Juan Manuel Abal Medina). El Gobierno, después de esa experiencia, prometió enviar esta iniciativa antes de que se monte en el año electoral. Si el oficialismo tuviera una noción clara de la dimensión de este compromiso, como el que tuvo el censo del año pasado, estaría en condiciones de anunciar una revolución que no soñó ni el más afiebrado insurgente. Como es un gobierno de políticos, el formato es antiguo y se le escapan estas realizaciones. Si sale bien, Mauricio Macri pasará a la historia como el burgués del Barrio Parque que permitió el matrimonio igualitario, el aborto y repartió la tierra con los pobres.

Aborto 2018 arrinconó a Macri, como Menem a Alfonsín

Para la Iglesia el debate sobre el aborto es, y ha sido siempre, como la copa del mundo para la AFA. Previsible, en algún momento llega, pone a prueba la capacidad de las propias fuerzas, la calidad de la doctrina, la eficacia del entrenamiento sirve para identificar a los enemigos, sería deseable que nunca ocurra, pero viene siempre, fatal. Por eso la institución tiene preparados los protocolos de acción. Nadie puede decir en serio, ni presumirlo, que ha sido tomado por sorpresa. Tiene, además, la experiencia de anteriores debates, como el de la unión civil en la Ciudad de Buenos Aires, el matrimonio del mismo sexo en la Nación, o el protocolo de acción para la última despenalización parcial del aborto terapéutico. La Iglesia sabe que la presión social es fuerte, y que puede modificar las posiciones empatadas que mantienen esos temas a la espera de su momento. Esa presión es la que puede dar vuelta las posiciones a favor de quienes sostienen las reformas.

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El Gobierno temió que las ligas abortistas ocupasen la calle y que se pusieran al borde de lograr una sesión especial el 8 de marzo. Lo evitó la advertencia del bloque PRO a través de Nicolás Massot ante el propio Mauricio Macri, con Emilio Monzó de vocero. Replicó aquella frase de Raúl Baglini en 1994 a Raúl Alfonsín, cuando ese senador radical mantenía a sus colegas de bancada en un corralito, para que no se tentasen a bajar al debate sobre una reforma constitucional con reelección para Carlos Menem. Caminó del Congreso a la sede de la Fepai, fundación donde tenía su oficina Alfonsín, y le dijo: "Raúl, esto ya es imparable, no tengo forma de controlarlos más". Alfonsín habilitó, recién entonces, a Enrique Nosiglia a que concertase con Luis Barrionuevo la reunión con Menem en la casa de Dante Caputo que disparó el pacto de Olivos.

Peña y Durán Barba se enteraron después del OK de Olivos

En la reunión de coordinación del jueves 22, Macri escuchó el diagnóstico de Monzó y avaló la apertura del debate con el mismo ánimo con el cual Alfonsín, veinte años antes, había liberado el otro debate, también sin control de cómo podía terminar. Ese día no sabían nada ni Marcos Peña ni Jaime Durán Barba, a quienes señalan todos como responsables de una presunta patraña de marketing. Por eso no se lo comentaron a los jefes legislativos en la reunión que siguió esa misma mañana. Tampoco le avisaron a la Iglesia, que podía, como es previsible, ponerse en pie de guerra para librar una pelea celestial que ha librado en todos los países del mundo, y que ha perdido. La diferencia es la existencia de un Papa argentino.

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Francisco ha confesado que para él un drama hubiera sido que Cristina de Kirchner no terminase su mandato en tiempo. Por eso llamaba a protegerla y a blindarla: para que no ocurriese ante sus ojos la caída de otro gobierno como la que había contemplado desde su ventana del arzobispado en 2001. Logró sostenerla a Cristina, de paso lo tumbó a Sergio Massa. ¿Pensó que le abría con eso el camino a Macri, a quien ahora tiene que ponerle límites por la apertura del debate?

Escondamos las sotanas; que actúen los laicos

Desde el viernes 23, cuando se conoció en la prensa, a partir de fuentes oficiales que habría debate sobre el aborto, la Iglesia activó los protocolos de emergencia. El episcopado dio un comunicado crítico pero suave que expresa, como la nota en La Nación del vocero y escriba de Bergoglio, el rector de la UCA Víctor Fernández, la posición tradicional de este Papa: 1) el aborto no es una cuestión (solo) de doctrina; es un tema de derechos humanos y hay que discutirlo en ese terreno. 2) no hay que exhibir sotanas en este debate. Que actúen los laicos. Las sotanas irritan al público independiente y es mejor mantenerlo en ese margen. 3) admitir el debate porque hay mucho para recorrer. Por ejemplo, que el Congreso no reúna los votos necesarios.

Sobre estos puntos discutió la cúpula del episcopado con funcionarios y legisladores amigos que han desfilado por la sede de la calle Suipacha (es donde tiene sus oficinas la Conferencia Episcopal Argentina), con diverso grado de publicidad. De esas reuniones salieron decisiones de estilo que no pasaron inadvertidas. Por ejemplo, el presidente de la Conferencia, Oscar Ojea y el secretario de la liga de obispos, Carlos Malfa, estaban invitados el 1° de marzo a escuchar el discurso de Macri ante el Congreso. Resolvieron no ir y además comunicárselo al secretario de Culto Santiago de Estrada.

Obispos ausentes al discurso del 1° de marzo en el Congreso

De paso, no fue la única ausencia: tampoco asistió ningún cacique sindical a ese discurso, ni el ministro Jorge Triaca, que estaba ya en España junto a una docena de dirigentes ¿Para qué mostrarse por ahí, habrán pensado Ojea y Triaca? Ese mismo día, monseñor Héctor Aguer, ya renunciado como obispo de La Plata, se vareó por la Legislatura de Bueno Aires, adonde leyó su discurso María Eugenia Vidal. Se sentó callado al lado de Federico Salvai, jefe de Gabinete de la gobernadora y cónyuge de Carolina Stanley, la ministro que mejores relaciones tiene con la Iglesia. No habló del tema y reservó para el sábado su ataque hiriente hacia la posición de Olivos: "Este es un gobierno sin principios de orden moral y natural".

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En esto el obispo platense va a actuar solo porque él y la Iglesia entienden que, así como hay un amplio padrón de católicos moderados, los hay también que necesitan un discurso como el de Aguer. Hay muchos católicos que son antiabortistas, pero no porque se los indique la Iglesia. Es al revés, están en la Iglesia porque piensa como ellos. Aguer en esto expresa los prejuicios de Bergoglio sobre Macri y el PRO. Siempre ha dicho que es una formación que carece de valores. "Ya vas a ver -les ha dicho Bergoglio a algunos de sus visitantes en Roma- que cuando aparezcan los temas que nos preocupan a nosotros, van a mandar a hacer una encuesta para saber qué hacer".

No se olviden del símil Morsa: Vidal y Aguer, cautelosos en La Plata

En La Plata saben del peso de la opinión de la Iglesia en electorado. Mientras no se demuestre lo contrario, el rechazo del voto parroquia a la candidatura a gobernador del símil morsa es lo que sepultó al peronismo en las elecciones de 2015. Un grupo de obispos le dijo en la cara a Daniel Scioli antes de las elecciones a gobernador sobre Aníbal Fernández: “No nos es indiferente”.Más claro fue “Tucho” Fernández, el rector de la UCA, cuando le dijo en su despacho de puerto Madero algo parecido, mientras tocaba pianito sobre una abultada carpeta sobre “esta persona” a Scioli, quien ha contado: “Yo después le avisé a Aníbal”. Eso explica la parquedad profesional de Vidal en este tema, en el que se mueve medio metro atrás de Olivos.

Ojea a un ministro: los entendemos

Al Gobierno lo tranquiliza el mensaje que Ojea le dio en privadísimo encuentro a un ministro de Macri: la Iglesia cree que es un gesto oportunista, pero que lo hizo porque estaba frente a unos adversarios que podían hacerle daño. De esa reunión, el Gobierno elevó la idea de que la Iglesia va a mostrar lo menos posible a los curas y que va a trabajar con los gobernadores en el interior, a través de los obispos, para desmontar el voto a favor de la medida. Además, la Iglesia enviará a las cuatro comisiones que van a tratar el tema en Diputados a asociaciones de laicos y expertos en bioética de la UCA. El lema de la Iglesia es la defensa de la vida.

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Este martes el cura con mejores relaciones con los medios, el ex vocero Guillermo Marcó, auspicia una mesa redonda, siempre con laicos, en la sede de la Pastoral Universitaria. Al día siguiente hay una primera marcha de grupos pro-vida, preparando otra mega marcha para el 25 de marzo, que es el día del Niño por Nacer. Esa fecha fue instaurada por el peronismo cuando terminaba su mandato en 1999 y que convirtió a Carlos Menem en un ídolo de la causa anti aborto. El oficialismo tranquilizó a los obispos con el primer punteo: en Diputados el rechazo al aborto puede llegar a los 130 votos, aunque la decisión de dar el debate fue porque ya tenía entre 80 y 90 votos a favor algunos de los cuales eran del propio oficialismo.

El conteo provisorio favorece (hoy) al rechazo

La evaluación del oficialismo fue que un proyecto de la oposición, que además expresa a una minoría de la sociedad que casi no tuvo votos, por un asunto que no estaba en la plataforma del oficialismo, “es una caja de pandora". En el Senado, el voto no positivo está hoy 2 a 1. El rechazo tiene representantes muy fuertes, como Federico Pinedo, Cristina de Kirchner y la radical por Tucumán Silvia Elías de Pérez. Esta legisladora es una figura ascendente; se referencia en dirigentes como Ernesto Sanz, está en la línea de pelea contra José Cano y Alfonso de Prat Gay por la gobernación de la provincia.

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El Gobierno le ha confiado tareas de gran visibilidad. Se ocupa ahora de la comisión de Economía que va a tratar este mes los tres proyectos de interés económico del oficialismo: Compre Nacional, Financiamiento a la Inversión (disfraz que le han encontrado a las reformas al mercado de Capitales), y la demorada norma de Defensa de la Competencia por la que pelearon Elisa Carrió y Mario Negri durante más de un año en Diputados, en un campo minado por el lobby de empresas (y bloques) con poca fe en la libre concurrencia. Elías de Pérez es rabiosamente antiabortista.

 

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