Telonero del Pity y amigo del Papa: el cura que le pone rock a la misa

Telonero del Pity y amigo del Papa: el cura que le pone rock a la misa

Unas zapatillas negras golpean con todas las fuerzas la puerta para abrirla. "Es por la humedad, te pido perdón", se disculpa con una sonrisa inocente. El hombre de rulos largos, gorra negra y sotana señala el lugar para sentarse junto unas medialunas servidas en un plato. 

Sobre la pared, una gigantografía de los Beatles retratados. A sus pies, sobre una mesa, resposa la estatuilla de la Virgen María con 45 rosarios sobre su cuello y un par de velitas a su alrededor. El anfitrión cuelga la campera de cuero negra y se acomoda para empezar la ronda de mate como señal de bienvenida.

 

"Mi vida está tomada por estas dos cosas: la música y el sacerdocio", explica César Scicchitano Tagle. Y la experiencia lo confirma: lleva 25 años como cura y 22 discos grabados, de los cuales tres están bajo la producción de Sony Music. "El cura rockero" fue el nombre con el que un periodista lo bautizó al hablar con él a la salida del responso de su amigo Pappo. Ahora los medios usan ese apodo para hablar de alguien que combina dos mundos que parecían incompatibles.

 

 

Da misa diaria, no puede ni contar la cantidad de bautismos, entierros y bodas que ha celebrado. Ensaya, casi como un ritual sagrado, dos veces por semana con su banda "El padre cesar y los pecadores". El nombre surgió de la curiosidad del periodista Daniel Malnatti quien preguntó sobre el resto de los músicos que integraban la banda. "La respuesta fue que estaba yo y el resto eran todos pecadores y quedó", cuenta entre risas ante ese recuerdo.

El piano, su comienzo

Gracias a la angustia provocada por una "mal de amores" a los 16 años, conoció su gran pasión, la música. Empezó a tocar el piano para olvidar y la conexión fue inmediata. Con nulos conocimientos del instrumento pudo tocar una canción de "Serú Giran". A partir de ahí sintió un impulso fugaz: "Tengo que tener una banda". Con un amigo del colegio armó un dúo y empezó a darle formación musical a su intuición con cada clase de piano. A la segunda clase, el joven empezó a componer y nunca paró.

Pero la música no fue su único amor. Más tarde la vocación sacerdotal lo cautivó. Un amor a segunda vista.

 

 

Nacido y criado en una familia sencilla de Floresta, siempre practicó la religión católica. Era un hábito más que una elección: misa todos los domingos, oración de la noche y celebraciones de las fiestas más significativas. Pero a los siete años el panorama de su vida cambió. Su padre, devoto de San Lorenzo, quien le inculcó el amor por el vinilo y por la cancha, sufrió un paro cardíaco. Era su ídolo y su temprana partida lo distanció de Dios. "Tuve como un divorcio con la Iglesia. Yo no entendía como, si Dios era lo más bueno que hay, me sacó lo que yo más quería", explica el sacerdote.

Se recuerda a sí mismo como un digno "atorrante" en sus años jóvenes. Pibe de la calle, lugar del que dice ser oriundo y donde conoció la noche. "No me gustaba el colegio", dice con una mueca como si aún aquella "cárcel" le generara rechazo.

 

Padre Cesar y los Pecadores con El Pity - Fuente: Youtube3:53

 

Al terminar la escuela fue enviado a la Colimba y la música y los ensayos pasaron inevitablemente a un segundo plano. "Me sentí muy humillado por el "baile" que nos dieron y empecé a pensar en Dios por primera vez en años", confiesa. A pesar de ello, finalizó el año en el servicio militar y al salir retomó la música.

De la música al sacerdocio

Entre bandas y ensayos un día lo llevaron a tocar a una parroquia para un evento benéfico. Nunca más quiso salir de allí. Sintió la necesidad de conocer más sobre el mundo espiritual. Vio compromiso y dedicación en todos los sacerdotes de esa parroquia y empezó a conocer gente muy diferente a la que estaba acostumbrado. Y Por segunda vez en su vida sintió otro impulso fugaz : "Quiero ser cura". Lo pensó y maduró hasta convertirse en la elección de un camino de vida.

En esta oportunidad la rutina del seminario, similar a la del colegio, tuvo en él una suerte distinta. "Siempre le voy a estar agradecido a la Iglesia. Fueron tan cálidos con ese atorrantaje mío que hasta adaptaron el estudio en el seminario a mi manera de ser. Me adaptaron todo", reconoce.

 

"Siembra Paz, Cosecha Vida", El Padre Cesar junto a un Evangélico, un Judío y un Islámico - Fuente:3:46

 

Inquieto y "rompe reglas" asegura que se cruzó en su camino religioso con personas que supieron entender como era él. Hubo sacerdotes que lo apoyaron en sus dos vocaciones, entre ellos Jorge Bergoglio que era en aquel momento vicario general de la arquidiócesis. Tuvo diversas señales que lo motivaron a combinar la vida espiritual a través de la música. "Me acuerdo de que un día me agarró un padre y me dijo: 'Yo me acuerdo de vos porque te hice las luces en un recital benéfico. ¿Cómo no vas a aprovechar el don que Dios te dio?' ".

Combinar dos pasiones

En plena vida monacal volvió al rock and roll de la mano del Negro García Lopez. Bastó con que el tecladista de Charly García se presentara en su vida al dar las ofrendas en la misa por la comunión de su hija. Una charla a la salida de la Iglesia y el músico le ofreció al padre producir un disco juntos. "Fue como volver a hablar con los que yo me crié", reconoce. Y así supo combinar el altar y el escenario en su vida.

"¿Ves ese casco de ahí? se lo dejó el Pity Álvarez para buscarlo pronto", señala con el dedo al objeto sobre un piano de cola. Tras contar que fue telonero de su amigo en un recital en Racing se levanta para a preparar la segunda ronda de mate. Al pararse deja que algunos rincones de la gran habitación aparecieran en escena. El robusto hombre de 52 años le daba la espalda a una infinita cantidad de CD's que ocupaban el estante. En frente de este, decoraban la habitación diversas estampitas de santos, ángeles y vírgenes diferentes esparcidas a lo largo de un mueble.

 

Pity Álvarez y el Padre Cesar junto con Juanse - Fuente: Youtube3:29

 

"Lo que ocurrió es que Dios me cruzó con las personas indicadas a través de la música", dice. Mira pensativo el techo de su casa. Se acomoda la sotana y no sabe por dónde empezar. Tiene muchos momentos compartidos con grandes de la música pero, más allá de eso, con amigos. Elige contar la vez en la que una vuelta en Ferro, Rolo, cantante de "La Beriso" y amigo personal, le pidió que bendijera la banda antes de salir al escenario. Nunca va a olvidar la noche en un recital con su banda en el teatro ND Ateneo cuando invitó a Juanse, de los Ratones Paranoicos, a tocar la "viola" con él. "Vos llamame que voy a estar entre la gente y subo", le dijo. Y eso hizo.

Al Vaticano

Luego recuerda cuando estuvo en el Aula Pablo VI del Vaticano tocando con su banda un año atrás. El "cura rockero" no solo se enorgullece de ese recuerdo por haber sido invitado a tocar al encuentro por la Paz Mundial sino porque el llamado telefónico para avisarle fue hecho por un padre adoptivo para él, el Papa Francisco.

Para componer compone sus canciones se inspira en lo que pasa en su entorno y en su corazón y le agrega acordes. Ha escrito sobre la prostitución con la mirada de Jesús, a las personas en la calle, de vidas sin sentido y el amor al otro. Las letras tienen un propósito claro: la identificación de las problemáticas en los corazones de los hombres. En 2011 el compositor tuvo una visión. Sin saber la causa y casi como una predicción escribió un canción que se llamó "Yo quiero un Papa Latinoamericano". En marzo del 2013, humo blanco salió de la chimenea del Vaticano anunciando un nuevo Papa: argentino, amigo de él. "Me llamaron tanto ese mes por mi canción que pensé que explotaba el celular", cuenta.

 

"Yo Quiero un Papa Latinoamericano" Padre Cesar y los Pecadores - Fuente: Youtube3:21

 

A menos de un metro de distancia de la cocina descansaba su estudio. Un piano, una batería, parlantes, guitarras, un bajo y paredes aisladas del mundo. Se dirige para su lugar de creación: "¿Querés que te toque un tema?". Entra .Se acomoda detrás del piano. Pisa los pedales con sus All stars, revuelve carpetas y papeles llenos de acordes musicales para encontrar la canción que busca.

Un llamado telefónico interrumpe el momento. Atiende y pide disculpas. Habla unos 5 minutos y finalmente anuncia que debe ir a dar una misa a las monjas al convento.

 

 

Desfila por el convento el que visita todos los días. Saluda a las monjas con una sonrisa cálida. Se saca la gorra y la campera de cuero. Se coloca la casulla blanca y, quien había estado tocando rock menos de una hora antes, da comienzo a la misa.

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