Tagle: “Francisco nos sorprende porque Dios lo sorprende”

Tagle: “Francisco nos sorprende porque Dios lo sorprende”

Los cinco años del Pontificado: anticipamos la entrevista con el cardenal publicada como epígrafe del libro “Francisco. El Papa de las primeras veces” de Fazzini e Femminis, que será publicado en Italia el 7 de marzo

El cardenal Luis Antonio Gokim Tagle es arzobispo de Manila desde 2011. Es presidente de la Caritas Internationalis y de la Federación bíblica católica. Teólogo de fama mundial, forma parte de la Comisión teológica internacional. Su autobiografía, escrita con Gerolamo y Lorenzo Fazzini, se titula “He aprendido de los últimos” (2016). 

  

¿Qué representa para Asia y para los católicos asiáticos la elección del primer Papa no europeo en la historia moderna? 

  

Para los católicos asiáticos, pero ciertamente no solo para ellos, la elección del Papa Francisco afirma la catolicidad de la Iglesia. La Iglesia universal es verdaderamente una comunión de las Iglesias locales. Todas las Iglesias locales, gracias a la comunión universal, son auténticas Iglesias de Cristo. En Asia, en donde el cristianismo ha sido percibido durante siglos como una religión europea, la elección de un Papa no europeo es la clara afirmación de que el cristianismo puede echar raíces en diferentes culturas y de que Jesús es para todos los pueblos y culturas. 

  

En el mundo, tres mil millones de personas tienen menos de 25 años y el 60% vive en Asia. No es casual que el Papa Francisco en 2014, primer Pontífice de la historia que lo ha hecho, participara en la Jornada asiática de la Juventud, celebrada en Corea del Sur. ¿Por qué hizo ese gesto? 

  

Siguiendo los pasos de sus predecesores, el Papa Francisco ha dado atención al papel de los jóvenes en el mundo y en la Iglesia. Él está muy consciente de sus sueños y de sus difíciles batallas. Pero los anima a encontrar un sentido a la vida en Jesús y a ocupar un lugar en la Iglesia y en su misión. Este mensaje se hizo “carne” cuando el Papa fue a Corea del Sur, no para una Jornada Mundial de la Juventud, sino para participar en una Jornada asiática de los jóvenes. 

  

En el continente en el que la mayor parte de la población es joven, pero también en donde el cristianismo representa una pequeña minoría, la visita del Papa dio nuevo impulso a la juventud católica en Asia para vivir y proclamar a Jesús incluso en situaciones minoritarias y de persecución. Los jóvenes deberían apreciar el don de ser jóvenes: pasión y energía (no cansancio), idealismo (no pesimismo), involucramiento y compromiso (no auto-referencialidad). 

  

Desde su punto de vista como arzobispo de Manila y presidente de la Caritas Internationalis, ¿cómo viven las “periferias” el estilo de Francisco? 

Desde que comenzó su Pontificado, Francisco está invitando a la Iglesia a seguir adelante, a ser misionera, especialmente hacia los diferentes tipos de periferias. Él sale de las Iglesias de siempre al elegir a los cardenales de países en los que los católicos son una minoría. Noto que estos cardenales, conocidos también por muchos católicos, ahora tienen la conciencia de una Iglesia más amplia. Sus historias, batallas, su pobreza y su valentía no se quedan ocultos en las periferias, pero podrían circular en la Iglesia universal. Han pasado de la periferia al centro del conocimiento y de la memoria de la Iglesia. Esas Iglesias ahora tienen un nuevo sentido de confianza en su ser hijas de las Iglesias católicas tradicionales, pero son también evangelizadoras de la Iglesia. Las “viejas Iglesias” tienen mucho que aprender de las que están en las periferias. 

  

Una de las novedades más recientes que ha introducido el Papa Francisco es la Jornada Mundial de los Pobres. ¿Por qué, en su opinión, es radicalmente nueva esta iniciativa y qué es lo que exige de los fieles? 

  

El servicio de la caridad a los pobres no es una nueva realidad en la Iglesia. Inspirados por las enseñanzas de Jesús y por el ejemplo de la Iglesia primitiva, los discípulos de Cristo siempre han estado conscientes de los pobres. Lo que el Papa Francisco ha hecho al proclamar la Jornada Mundial de los Pobres es haber “concentrado” la atención del mundo en los pobres, que representan la mayor parte de la población del mundo. Mediante la oración, las actividades y la “advocacy”, la Iglesia invita a todas las personas de buena voluntad, a las demás religiones, a los gobiernos y a las instituciones a que hagan su parte para arrancar la pobreza deshumanizante. La Jornada Mundial de los Pobres es “un examen de consciencia global” sobre las nuevas formas de la deshumanización. ¿Cómo contribuimos en este proceso? ¿Cómo podamos, individualmente y juntos, ocuparnos de los pobres? Pero me gustaría añadir: la Jornada Mundial de los Pobres no quiere hacer “glamurosa” ni “romántica” la pobreza. No pretende promover una cultura de la dependencia que es aún más deshumanizante. Al contrario, pretende defender y elevar la dignidad de los pobres. En este espíritu, no consideramos a los pobres como un problema. No son solamente beneficiarios, sino también donadores y maestros. Tienen una sabiduría, una riqueza que debemos recibir de ellos. Animamos a los pobres a ocupar su sitio en la gran familia humana como agentes activos del cambio y de la evangelización. 

  

Francisco ha sido el primer Pontífice que ha escrito una encíclica completa sobre argumentos ecológicos. A dos años de su publicación, ¿le parece que esté cambiando la consciencia ecológica de los católicos? ¿La ecología integral puede convertirse en un ámbito de colaboración ecuménica y de diálogo con otras religiones y con los no creyentes? 

  

La primera encíclica papal sobre cuestiones ecológicas ha sido elogiada, en algunos ambientes, como el gran desafío intelectual y cultural de nuestro tiempo. Pero sabemos que otros la han criticado. Para los católicos, la encíclica representa un “recordar” puntual el don de la Creación por parte de un Creador premuroso. Recuerda el papel de los seres humanos como administradores o custodios nombrados por Dios para cuidar, cultivar y desarrollar el don de Dios. Antes de la «Laudato si’» había habido iniciativas en diferentes diócesis, con un carácter ecuménico e interreligioso. La encíclica dio a estas iniciativas un impulso y una confirmación mayores. En Filipinas, hemos visto en estos últimos dos años una profundización y una expansión de la espiritualidad ecológica, de la consciencia y de la acción en nuestras Iglesias. Pero necesitamos paciencia para difundir esta visión y esta espiritualidad, no solo entre los católicos, sino también entre los políticos, los hombres de negocios y los ciudadanos. 

  

El Papa Francisco ha elegido un nombre difícil, que alude al santo de Asís, “hombre de paz”. También se ha comprometido personalmente para sanar conflictos particularmente largos y dolorosos, lanzando llamados repetidos por la paz en Siria, Sudán del Sur, el Congo… Inaugurando el Jubileo de la Misericordia, visitó República Centroafricana, mientras había una guerra civil. ¿Cuál es el mensaje de todo esto a la Iglesia y a la humanidad? 

  

Francisco es un digno sucesor de nuestros últimos Papas, que fueron “voces de paz” en el mundo. En el reciente magisterio pontificio tenemos la «Pacem in terris» (san Juan XXIII), la «Populorum progressio» (beato Pablo VI), la «Sollicitudo rei socialis» (san Juan Pablo II) y la «Caritas in veritate» (Benedicto XVI). El Papa Francisco continúa presentando una Iglesia que comparte las alegrías y las esperanzas de la gente y propone el camino que Jesús abre para construir la paz, hecho de verdad, justicia, amor, misericordia, compasión. La paz es un don de Dios. Pero debe ser recibido por todos nosotros con la prontitud de quien se convierte a sus vías. El don de la paz de Dios será desperdiciado si no abandonamos visiones del mundo y acciones deshumanizantes y destructivas, por las cuales los bienes y los recursos humanos del mundo son utilizados para destruir y no para construir. 

  

Con tantos gestos y decisiones inéditas, el Papa Francisco ha traído un aire de novedad a la Iglesia. Algunos incluso hablan de una “revolución”. Pero hay quienes creen que todo se relaciona simplemente con su persona, con su identidad particular y, por lo tanto, que se trata de una renovación pasajera, que, de alguna manera, podría acabarse. ¿No es una actitud peligrosa esta última?  

  

Me han hecho esta pregunta muchas veces. Respondería así: antes que nada, cada Papa tiene su personalidad, su historia personal, su cultura y su formación en la manera de ejercer el ministerio petrino. Es peligroso para la Iglesia tener un Papa “genérico”, que acaba siendo no personal. Entonces, es normal y deseable que cada Papa aporte algo específico al papado, porque es una persona única. En segundo lugar, es importante buscar las raíces o el fundamento de los gestos y de las decisiones del Papa Francisco, antes de utilizar etiquetas como “revolucionario”. En la lectura que hago de sus palabras, gestos y decisiones, puedo decir que se encuentran bien arraigados en las enseñanzas fundamentales de la Biblia, en el testimonio de los mártires y santos, en la más amplia experiencia espiritual, teológica y pastoral de la Iglesia, y en las enseñanzas del Vaticano II. Es lo que he afirmado en algunas entrevistas; considero que el Papa Francisco es una persona que conserva una tradición fundamentalmente más antigua. El “cambio” que propone nos invita a ser fieles a una tradición más amplia, que podríamos haber olvidado debido a una memoria selectiva y que se ha ido haciendo rígida. 

  

  

¿Cuál es el cambio más difícil por el que se está batiendo Francisco y cuál es el ámbito en el que encuentra mayores resistencias? 

  

Para la Iglesia, el cambio de prioridades, de dirección, de modalidades, enfoques e instituciones debe nacer y ser acompañado por la renovación de las mentes, de los corazones, de las personas, de las relaciones y de las acciones según la mentalidad de Jesucristo, como se testimonia en la vida, en las oraciones y en la misión de las Iglesias a lo largo de la historia. El Papa Francisco hace esto cabalmente. Hemos aprendido de la historia que las personas que promueven el cambio no deben perder la humildad, la paciencia ni la prontitud para escuchar principalmente a los que se resisten al cambio o a quienes tienen ideas diferentes. Nadie puede pretender haber abrazado plenamente la mentalidad de Cristo. Todos necesitamos ser transformados en Cristo. Creo que este es el espíritu con el que también el Papa afirma ser un pecador que necesita la misericordia de Dios. Mientras pide un cambio en la Iglesia, pide las oraciones de todos nosotros y pide a Dios que sea misericordioso con Él. 

  

La sinodalidad y la colegialidad han sido dos “pilares” fundamentales para el Papa Bergoglio. ¿Han sido recibidas ya por toda la Iglesia o no? 

  

Hay que insistir, una vez más, en que la sinodalidad y la colegialidad no son “invenciones” del Papa Francisco. Se encuentran consagradas en la gran tradición de la Iglesia y el Concilio Vaticano II les dio mucha relevancia. El Beato Pablo VI instituyó el Sínodo de los obispos durante el Vaticano II para contar con una experiencia institucionalizada del caminar juntos (sinodalidad), para las Iglesias locales y los obispos como cuerpo estable o colegio (colegialidad) con y bajo el obispo de Roma como cabeza visible del colegio episcopal. Incluidos en esta puesta en práctica de la sinodalidad y de la colegialidad están la reforma de la Curia romana, el papel de las Conferencias Episcopales nacionales, regionales y continentales, los diferentes consejos diocesanos y parroquiales que invitan a una participación más amplia a los fieles laicos. A más de 50 años del Concilio Vaticano II todas estas iniciativas deben ser revisadas para afirmar su significado permanente y reformarlas según las lecciones ofrecidas por las experiencias del pasado y por los desafíos de nuestro tiempo. 

  

Francisco ha sido llamado “el Papa de las sorpresas”. Pero le encanta repetir que Dios nos “primerea” en el camino y que debemos dejarnos sorprender por Él. ¿Cómo hay que comprender estas palabras? 

  

Bergoglio es llamado el “Papa de las sorpresas” porque está atento a lo que sucede en donde se encuentre. Esto no significa que no tenga un proyecto. Él y sus colaboradores trabajan duramente para preparar encuentros, conferencias, visitas pastorales, etc. Pero él no es prisionero de un plan. Si Dios le muestra algo que debe ser afrontado o integrado en un proyecto ya preparado, el Papa Francisco no duda en cambiar de plan. Esta es una capacidad de poner atención, es contemplación en acción, agilidad, libertad de respuesta. El Papa Francisco nos sorprende porque Dios lo sorprende. 

  

El Papa no deja de llamar a toda la Iglesia a la urgencia de vivir y anunciar la “alegría del Evangelio. ¿Por qué es tan importante?  

  

El motivo de la existencia de la Iglesia, su razón de ser, es anunciar a Jesús, la Buena Noticia en Persona. Pero la Iglesia puede emprender esta misión con alegría solamente si ve constantemente, escucha y toca a Jesús, que siempre está con ella. «Estaré contigo hasta el final de los tiempos», nos ha prometido Jesús. Él es la causa de nuestra alegría y del celo que ponemos en la misión. 

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