Rezar es bueno

Rezar es bueno

En la Provincia, la austeridad se proclama o se simula, más no se practica. Tal parece ser el caso de la gobernadora María Eugenia Vidal, quien con total hermetismo y sin informarlo por los canales oficiales, viajó a Roma, al frente de una comitiva que en la tarde de hoy se reunirá con el Papa Francisco.

En la Provincia, la austeridad se proclama o se simula, más no se practica. Tal parece ser el caso de la gobernadora María Eugenia Vidal, quien con total hermetismo y sin informarlo por los canales oficiales, viajó a Roma, al frente de una comitiva que en la tarde de hoy se reunirá con el Papa Francisco.

Junto a su jefe de Gabinete, Federico Salvai, y la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley, abordarán con el Sumo Pontífice temas tales como narcotráfico, adicciones y la “situación social” que golpea con fiereza a la provincia de Buenos Aires.

Ahora bien, rezar es un buen acto de fe, que eleva el espíritu y se puede practicar en soledad. Así nos enseña el Santo Padre y así lo pide al reclamar que recemos por él. 

¿Qué podrá cambiar con este viaje a más de 11.000 kilómetros de la capital de una provincia que se incendia? 

Ya días atrás, sacerdotes que pelean codo a codo con la marginalidad del Conurbano advirtieron a la Gobernadora por una violencia institucional que se manifiesta no solo en hechos delictivos, sino también en la inseguridad alimentaria, educativa, sanitaria, en la falta total de oportunidades que actúan como semillero de la delincuencia. Es ahí, con ellos o en su despacho de esta ciudad con 150 asentamientos, desde donde la mandataria provincial debe actuar para atacar los flagelos que asedian a los marginados, a los abuelos que no llegan a fin de mes, a las PyMes e Industrias, a empleados públicos y privados amenazados por la espada del ajuste, a la clase media, verdadero motor del país que supimos ser, pero que hoy va por el sendero de viejos fracasos.

Creer que con tocarle la mano al Santo Padre amaneceremos en una Provincia mejor es una cómoda ilusión para quien fue elegida por el soberano con el deber de levantar este territorio quebrado. Una ofensa para los que no tienen nada, pero se les reclama todo. Una manifiesta estrategia política, con el Papa como excusa, para lavar una imagen que se cae. Casi a “escondidas” y en el momento menos indicado.

La virtuosa alternancia de la democracia

No estamos condenados a morirnos de hambre o víctimas de la inseguridad, ni a seguir eligiendo como bobos a políticos corruptos que con una sonrisa, dos palabras que suenen bien y un golpe en la espalda puedan convencernos. Ya no. “Ya tropezamos con todas las piedras y no lo volveremos a hacer”, deberíamos grabarnos a fuego.

La virtuosa alternancia de la democracia es una oportunidad para el cambio verdadero. Porque, aunque para las elecciones 2019 nos separe poco más de un año y eso sea mucho tiempo para quien peor la pasa, no lo es para el que todavía puede elegir qué comer, conserva el trabajo y, hoy que los tarifazos asedian, puede darse dos duchas de agua caliente al día.

La nueva Patria nacerá de entre ellos, de los ámbitos más diversos de la sociedad, sentados a una mesa de diálogo, comprometidos por emprender el desarrollo productivo de un país que se entrega a la bicicleta financiera y regala sus recursos al mejor postor. Pero muchos ya empiezan a decir basta y la coyuntura es caldo de cultivo de un hartazgo que lentamente se manifiesta.

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