“Yo soy responsable del acuerdo con China. Habrá un diálogo sobre los candidatos, pero los obispos los nombra el Papa”

“Yo soy responsable del acuerdo con China. Habrá un diálogo sobre los candidatos, pero los obispos los nombra el Papa”

Francisco durante el vuelo de regreso de Tallin habló sobre las negociaciones con Pekín: «No es una improvisación, es un verdadero camino»

Durante el vuelo de Tallin a Roma el Papa Francisco habló sobre el acuerdo con China, que fue firmado el sábado pasado. Y explicó que es fruto paciente de un diálogo que ha durado muchos años, no una improvisación. Se discutirá sobre los candidatos al episcopado, pero la decisión final será del Papa. 

  

Hace tres días se firmó un acuerdo entre el Vaticano y China. ¿Puede darnos alguna información más sobre el contenido? ¿Por qué algunos católicos, en particular el cardenal Joseph Zen, le acusan de haber malbaratado la Iglesia al gobierno? 

  

Este es un proceso de años, un diálogo entre la comisión vaticana y la comisión china, para arreglar el nombramiento de los obispos. El equipo vaticano ha trabajado mucho. Quisiera mencionar algunos nombres: monseñor Claudio Maria Celli, con paciencia ha dialogado por años, por años. Luego, Gianfranco Rota Graziosi, un humilde curial de 72 años que quería hacerse cura para ir a una parroquia y se quedó en la Curia para ayudar en este proceso. Y luego, el Secretario de Estado (Pietro Parolin, ndr.), que es un hombre muy devoto, pero tiene una especial devoción por la lupa: estudia todos los documentos: punto, coma, acentos. Esto a mí me da una seguridad muy grande. Este equipo con estas cualidades ha salido adelante. Ustedes saben que cuando se hace un acuerdo de paz, ambas partes pierden algo. Esta es la ley: ambas partes. Se fue con dos pasos para adelante, uno para atrás… dos adelante y uno atrás. Después, meses sin hablarse. Es el tiempo de Dios que se parece al tiempo chino. Lentamente, la sabiduría de los chinos. Los obispos que estaban en dificultades fueron estudiados, caso por caso. Y los expedientes de cada uno llegaron a mi escritorio. Fui yo el responsable de firmar (restablecer la comunión con el Papa para los siete obispos, ndr.). Luego, el caso del acuerdo: volvieron los borradores a mi escritorio, yo daba mis ideas, se discutía e íbamos adelante. Pienso en la resistencia, en los católicos que han sufrido: es cierto, ellos sufrirán. Siempre en un acuerdo hay sufrimiento. Pero ellos tienen una gran fe y me escriben, hacen llegar mensajes para decir que lo que la Santa Sede, lo que Pedro dice, es lo que dice Jesús. La fe martirial de esta gente hoy sale adelante. Son unos grandes. El acuerdo lo firmé yo, las cartas plenipotenciarias las firmé yo. Yo soy el responsable, los demás trabajaron por más de diez años. No es una improvisación, es un verdadero camino. Una anécdota simple y un dato histórico: cuando salió el famoso comunicado de un ex nuncio apostólico (se refiere al caso Viganò, ndr.), los episcopados del mundo me escribieron para decirme que se sentían cerca y que rezaban por mí. Algunos fieles chinos me han escrito y la firma de este escrito era del obispo de la Iglesia, por decirlo así, “tradicional católica” y del obispo de la Iglesia “patriótica”, ambos juntos y las dos comunidades de fieles. Para mí fue una señal de Dios. Y luego, no hay que olvidar que en América Latina durante 350 años fueron los reyes de España y Portugal los que nombraban a los obispos. No olvidemos el caso del imperio austro-húngaro. Otras épocas, gracias a Dios, que no se repiten. Lo que hay es un diálogo sobre los eventuales candidatos, pero nombra Roma, nombra el Papa, esto está claro. Y recemos por los sufrimientos de algunos que no comprenden o que tienen a la espalda tantos años de clandestinidad. 

  

Usted habló en Vilna sobre el alma lituana, diciendo que debemos ser un puente entre el este y el oeste. Pero no es fácil ser un puente si siempre lo atraviesan los demás. Tal vez uno dice, “seguro es mejor volverse parte del Occidente”. ¿Qué significa ser un puente? 

  

Ustedes, hoy, son parte políticamente del Occidente, de la UE, e hicieron mucho para entrar a la Unión Europea después de la independencia, inmediatamente. Hicieron todas las tareas que no fueron fáciles y lograron entrar a la Unión Europea, en una pertenencia al Occidente y también tienen ustedes relaciones con la OTAN, son parte de la OTAN. Si ustedes ven hacia el Oriente, está su historia, historia dura. También parte de la historia trágica vino del Occidente, de los alemanes, de los polacos, pero sobre todo del nazismo. Para el Oriente, del imperio ruso. Ser puente supone y requiere fortaleza, fortaleza no solo de pertenencia, sino de la propia identidad. Yo estoy consciente de que la situación de los tres países bálticos siempre está en riesgo, el miedo de la invasión, porque la historia misma les recuerda esto. Y usted tiene razón al decir que no es fácil, pero es una partida que se juega día a día, con la cultura, con el diálogo. La obligación de todos nosotros es ayudarles y estar cerca con el corazón. 

  

En los países bálticos usted habló a menudo sobre la importancia de las raíces, de la identidad. Letonia, Lituania, Estonia: hay muchas personas que partieron hacia otros países más prósperos. Hay un problema demográfico en Europa. ¿Qué pueden y deberían hacer los líderes de nuestros países y cada uno personalmente? 

  

Yo, de Estonia y de Letonia, ya conocía a algunas personas en mi patria. Pero era muy fuerte la emigración lituana en Argentina, hay muchos. Y ellos llevaron allá la cultura, la historia y están orgullosos por el esfuerzo de integrarse en el país nuevo pero también por conservar la identidad. Creo que la lucha para mantener la identidad ustedes la hacen con mucha fuerza, ustedes tienen una identidad fuerte, que se forjó en el sufrimiento, en la defensa y en el trabajo, en la cultura. ¿Qué se puede hacer para defenderla? El recuerdo de las raíces, esto es importante, debe ser transmitido. La identidad forma parte de la pertenencia a un pueblo y la pertenencia a un pueblo debe ser transmitida, las raíces deben ser transmitidas a las nuevas generaciones, y esto con la educación, con el diálogo, sobre todo entre los viejos y los jóvenes. Y tienen que hacerlo porque su identidad es un tesoro. 

  

En su homilía de hoy, usted aludió a las armas y, teniendo en cuenta dónde nos encontrábamos, había muchos soldados desplegados para garantizar la seguridad. ¿Qué piensa sobre el peligro para quienes viven en las fronteras de Europa? 

  

La amenaza de las armas, hoy, el gasto mundial en armas es escandaloso. Me decían que con lo que se gasta en armas en un mes se podría dar de comer a todos los hambrientos del mundo por un año. No sé si sea verdad, pero es terrible. Industria, comercio y contrabando de armas es una de las corrupciones más grandes, y delante de esto está la lógica de la defensa. David fue capaz de ganar con una honda y cinco piedras, pero hoy ya no hay Davides y creo que para arreglar un país hay que tener un razonable y no agresivo ejército de defensa. Razonable, pero no agresivo. Así, la defensa es lícita y también es un honor defender la patria así. El problema sucede cuando se convierte en una manera agresiva, no razonable, y se hacen guerras de frontera. Tenemos muchos ejemplos, no solo en Europa, sino también en el este y en otros continentes: se pelea por el poder, por colonizar un país. Es escandalosa hoy la industria de las armas ante un mundo hambriento. 

  

En todos los países bálticos usted habló sobre la apertura hacia los migrantes, hacia los demás. Pero, por ejemplo, en Lituania se creó toda una discusión sobre una chica que fue a saludarle pero no iba vestida a la lituana… ¿Hemos recibido su mensaje? 

  

No hay fuertes focos populistas en Lituania, tampoco en Estonia ni en Letonia, son pueblos abiertos, que tienen ganas de integrar a los migrantes, pero no masivamente, porque no se puede. Integrarlos con la prudencia del gobierno. Hemos hablado con dos de los tres jefes de Estado sobre esto, y en los discursos de los presidentes la palabra acogida, apertura, fue frecuente. Esto indica un deseo de universalidad en la medida en la que sea posible, con el espacio, el trabajo, la integración. En la medida en la que no sea una amenaza en contra de la propia identidad. Esto a mí me tocó mucho: apertura prudente y bien pensada. Creo que el mensaje fue recibido. El problema de los migrantes de todo el mundo es un problema grave y no es fácil estudiarlo, y en cada país y en cada lugar tiene connotaciones diferentes. 

  

¿Qué sintió al visitar el museo en donde eran asesinados los prisioneros de la KGB en Vilna? 

  

La de ustedes es una historia de invasiones, de dictaduras, de crímenes, de deportaciones. Cuando visité el museo de Vilna…. Museo es una palabra que me hace pensar en el Louvre. Pero ese museo es, por el contrario, una cárcel a la que llevaban a los detenidos por razones políticas o religiosas. Vi celdas del tamaño de este asiento en el que solamente se podía estar de pie, celdas de tortura. Vi lugares de tortura a los que, con el frío que hay este país, llevaban a los prisioneros desnudos y les echaban agua. Y se quedaban ahí horas, horas, para romper su resistencia. Y luego entré en la habitación de las ejecuciones. Llevaban a los prisioneros por la fuerza y los mataban con un disparo a la nuca. Mataban cuarenta al día, más o menos. Al final, fueron 15 mil. Luego fui al lugar del gran gueto, en donde mataron a miles de hebreos, y después fui esa misma tarde al monumento a la memoria de los condenados, asesinados, torturados y deportados. Ese día, les digo la verdad, quedé destrozado: me hizo pensar en la crueldad. Pero les digo: la crueldad no se ha acabado. La misma crueldad hoy se encuentra en muchos lugares de detención, se encuentra en muchas cárceles. También la sobrepoblación de una cárcel es una forma de torturar, de no hacer vivir con dignidad. Una cárcel hoy que no dé al detenido la salida de la esperanza, ya es una tortura. Luego hemos visto, en la tele, las crueldades de los terroristas del EI: ese piloto jordano quemado vivo, los coptos degollados en la playa de Libia y muchos otros. Hoy la crueldad no se ha acabado. En todo el mundo existe, y este mensaje que quisiera darlo a ustedes periodistas: esto es un escándalo, un grave escándalo de nuestra cultura y de nuestra sociedad. 

  

Otra cosa que he visto en estos tres países es el odio contra la religión, sea la que sea. ¡El odio! He visto a un obispo jesuita en Lituania que fue deportado a Siberia por diez años, luego a otro campo de concentración. Ahora es un anciano… Tantos hombres y mujeres, por defender la propia fe y la propia identidad, fueron torturados y deportados a Siberia y nunca volvieron, los mataron. La fe de estos tres países es grande, es una fe que nace precisamente del martirio, y esto es algo que tal vez ustedes vieron hablando con la gente. Luego, esta experiencia de fe tan importante provocó un fenómeno singular en estos países: una vida ecuménica como no existe en otros, tan generalizada. Hay un verdadero ecumenismo entre luteranos, bautistas, anglicanos, ortodoxos… Ayer en la catedral, en el acto ecuménico en Riga lo vimos: qué cosa grande, hermanos, vecinos, una sola Iglesia. 

  

Y luego hay otro fenómeno en estos países: la transmisión de la cultura de la identidad y de la fe. Normalmente la transmisión la hicieron los abuelos, porque los papás trabajaban y también fueron educados ateos. Pero los abuelos supieron transmitir la fe y la cultura en un tiempo en el que en Lituania estaba prohibido usar la lengua lituana y la quitaron de las escuelas. Esa generación aprendió la lengua madre gracias a los abuelos. Cuando un gobierno quiere volverse dictatorial lo primero que hace es adueñarse de los medios de comunicación. 

  

Durante el encuentro ecuménico en Tallin usted dijo que los jóvenes, frente a los escándalos sexuales, no ven una condena neta por parte de la Iglesia… 

  

Los jóvenes se escandalizan por la hipocresía de los grandes, por las guerras; se escandalizan por la incoherencia, se escandalizan por la corrupción. Y en esto entra lo que usted subraya: los abusos sexuales. Es cierto que hay una acusación contra la Iglesia. Todos conocemos las estadísticas, yo no las diré, pero, aunque hubiera habido solamente un sacerdote abusador de un niño o de una niña, ¡es monstruoso! Porque ese hombre ha sido elegido por Dios para llevar a ese niño hacia el Cielo. Comprendo que los jóvenes se escandalicen por esta corrupción. Saben que existe por todas partes, pero en la Iglesia es más escandalosa. ¡Hay que llevar a los niños hacia Dios y no destruirlos! Los jóvenes tratan de abrirse camino con la experiencia. El encuentro de hoy fue muy claro: ellos piden ser escuchados, no quieren fórmulas fijas, no quieren un acompañamiento que dé directrices. ¿La Iglesia no hace las cosas como debería para limpiar esta corrupción? Tomemos el informe de Pennsylvania y vemos que los primeros setenta años hubo muchos sacerdotes que cayeron en esta corrupción. Luego, en tiempos más recientes, ha disminuido, porque la Iglesia se ha dado cuenta de que tenía que luchar de otra manera. Y le está poniendo todo el empeño. En los últimos tiempos he recibido tantas, tantas condenas que ha hecho la Congregación para la Doctrina de la Fe. Nunca he firmado una petición de gracia después de una condena por esto; con esto no se negocia. En los tiempos antiguos estas cosas se encubrían, y se encubría cuando el tío violaba a la sobrinita, cuando el papá violaba a los hijos. Se encubrían porque era una vergüenza muy grande, era la manera de pensar de los siglos pasados. Hay un principio para interpretar la historia: un hecho histórico debe ser interpretado con la hermenéutica de la época en la que sucedió, no con la hermenéutica de hoy. Por ejemplo: el indigenismo, todas las injusticias y brutalidades contra los indígenas. No puede ser interpretado con la hermenéutica de hoy, que tenemos otra conciencia. El último ejemplo es la pena de muerte: el Vaticano, como Estado pontificio, tenía la pena de muerte, el último fue decapitado en el siglo XIX. Pero luego la conciencia moral crece. Es cierto que siempre hay escapatorias y existen condenas de muerte ocultas: tú eres viejo, das fastidio, no te las doy las medicinas. Es una condena a muerte social de hoy. 

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