“Responder a violencia con violencia ayuda a los señores de la guerra”

“Responder a violencia con violencia ayuda a los señores de la guerra”

El Papa dedicó el tradicional mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del primero de enero a la «no violencia»: en 2017 aprendamos a desterrar la violencia de los corazones, de las palabras y de los gestos.

IACOPO SCARAMUZZI - CIUDAD DEL VATICANO

«En el 2017, comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común». Termina con estas palabras el tradicional mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz que la Iglesia celebra todos los años el primer día de enero y que este año está dedicado a «La no violencia: un estilo de política para la paz». Francisco subrayó que la «no violencia activa y creativa» contribuye en la construcción de la paz, mientras que la violencia «no es la solución para nuestro mundo fragmentado», que está viviendo una « terrible guerra mundial por partes», además de imponentes flujos migratorios y de la crisis del medio ambiente. El único efecto de la violencia, denunció, es el de «desencadenar represalias y espirales de conflicto letales que benefician sólo a algunos “señores de la guerra”».

«Deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz, y pido a Dios que se conformen a la no violencia nuestros sentimientos y valores personales más profundos», escribió el Papa en el mensaje que firmó el pasado ocho de diciembre y que fue publicado hoy, 12 del mismo mes. «Que la caridad y la no violencia —pidió— guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas»

El Papa también recordó que «el siglo pasado fue devastado por dos horribles guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de nuevos conflictos, pero hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes». En este contexto, se preguntó Jorge Mario Bergoglio, «la violencia, ¿permite alcanzar objetivos de valor duradero? Todo lo que obtiene, ¿no se reduce a desencadenar represalias y espirales de conflicto letales que benefician sólo a algunos “señores de la guerra”?». La violencia, prosiguió el Pontífice, «no es la solución para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos».

El Papa, que recordó la actualidad de las palabras de Juan XXIII y de Pablo VI sobre la violencia y la paz, subrayó que Jesús «enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano», y explicó que «ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de la no violencia». La no violencia a menudo «se entiende como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así», dijo el Papa citando las palabras que pronunció la Madre Teresa de Calcuta cuando recibió el Nobel de la Paz en 1979 y recordando «los éxitos obtenidos por Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India, y de Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial. En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia, como, por ejemplo, Leymah Gbowee y miles de mujeres liberianas, que han organizado encuentros de oración y protesta no violenta (pray-ins), obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda guerra civil en Liberia». El Papa después se refirió al papel de los cristianos, sobre todo en la época de Juan Pablo II, en el periodo de los regímenes comunistas en Europa: «Las comunidades cristianas han contribuido con su oración insistente y su acción valiente».

El compromiso a favor de las víctimas de la injusticia y de la violencia «no es un patrimonio exclusivo de la Iglesia Católica, sino que es propio de muchas tradiciones religiosas», recalcó el Papa, pero también recordó que «la violencia es una profanación del nombre de Dios. No nos cansemos nunca de repetirlo: “Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra”». «Ninguna religión —recordó— es terrorista».

Si el origen del que surge la violencia es el corazón de los hombres, reflexionó el Papa, «entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia». En particular, exhortó, «suplico que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños».

La construcción de la paz «mediante la no violencia activa», indicó el Papa citando el Jubileo de la Misericordia que acaba de concluir, «es un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales y gracias también a la aportación competente de tantos cristianos en la elaboración de normativas a todos los niveles». Pero también es «un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo». En particular, se trata de un «desafío de construir la sociedad, la comunidad o la empresa, de la que son responsables, con el estilo de los trabajadores por la paz; de dar muestras de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier precio».

Al final del mensaje, Papa Francisco recordó que el primero de enero, día de la Jornada Mundial de la Paz, nacerá el nuevo dicasterio vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y garantizó que «la Iglesia Católica acompañará todo tentativo de construcción de la paz también con la no violencia activa y creativa». En 2017, pidió Francisco, «comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. “Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz”».

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