«No nos resignemos al éxodo de los cristianos del Medio Oriente»

«No nos resignemos al éxodo de los cristianos del Medio Oriente»

"Paris-Match" publica una amplia entrevista con Francisco: «La Santa Sede busca incansablemente vías pacíficas y negociadas». «China está en mi corazón, ¡siempre!». «Claro, me gustaría caminar todavía por las calles de Roma, siempre he sido un sacerdote de la calle. Lo que no me falta nunca es el contacto con la gente. Cuando abrazo a las personas que encuentro, sé que es Jesús quien me tiene entre sus brazos»

Por ANDREA TORNIELLI

CIUDAD DEL VATICANO

Las guerras y el éxodo de los cristianos del Medio Oriente, pero también China, que «está siempre en mi corazón», y una respuesta a una pregunta sobre su opinión en relación con la vida extraterrestre. Es lo que se lee en la larga entrevista con Papa Francisco publicada por Paris-Match, firmada por Caroline Pigozzi.

Hablando sobre el drama de los refugiados y de los migrantes, Papa Bergoglio dijo: «Todo lo que está sucediendo ante los ojos de todos es una tragedia humanitaria, que nos interpela. Para nosotros, los cristianos, siguen siendo imprescindibles las palabras que Jesús, que nos invitó a verlo en los pobres y en los forasteros que necesitan ayuda. Nos dijo que cada gesto de solidaridad hacia uno de ellos es un gesto hacia Él». Pero «no podemos resignarnos al hecho de que estas comunidades, que hoy son minoritarias en las regiones del Medio Oriente, deban abandonar sus casas, sus tierras, sus ocupaciones. Los cristianos son ciudadanos a título pleno de aquellos países, están presentes como seguidores de Jesús desde hace dos milenios, plenamente incorporados en esos contextos culturales, en la historia de sus pueblos. Tenemos el deber humano y cristiano de actuar frente a la emergencia. Pero no podemos olvidar las causas que la han provocado, hacer como que no existen. Preguntémonos por qué tanta gente huye, cuáles son las causas de tantas guerras y de tanta violencia. No olvidemos a quien fomenta el odio y la violencia, y también quien especula sobre las guerras, como los traficantes de armas. Y tampoco olvidemos la hipocresía de esos potentes de la tierra que hablan de paz, pero luego, por debajo de la mesa, venden armas».

Para «tratar de resolver este drama», explica Francisco, hay que ver mejor «actuando para favorecer la paz. Trabajando concretamente para resolver las causas estructurales de la pobreza. Comprometiéndose para construir modelos de desarrollo económico que tengan en el centro al hombre y no al dinero. Operando para que la dignidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño, de cada anciano, siempre sea respetada».

Después Papa Bergoglio escuchó una pregunta sobre la existencia en el universo de otros seres racionales: «No sabría, de verdad, cómo responderle: hasta ahora el conocimiento científico siempre ha excluido que haya huellas de otros seres pensantes en el universo. Es cierto, hasta que no fue descubierta América nosotros pensábamos que no existía, y, por el contrario, existía. Pero de cualquier manera, creo que hay que tener en cuenta lo que dicen los científicos, aún siendo conscientes de que el Creador es infinitamente más grande que nuestros conocimientos. De lo que estoy seguro es de que el universo, el mundo en el que nosotros vivimos, no es el fruto de la casualidad ni del caos, sino de una inteligencia divina, del amor de un Dios que nos quiere, que nos creó, que nos quiso y que nunca nos deja solos. De lo que estoy seguro es de que Jesucristo, el hijo de Dios, se encarnó, murió en la cruz para salvarnos a nosotros los hombres del pecado, y resucitó venciendo a la muerte».

Papa Bergoglio también afrontó el tema del aporte de la Santa Sede a la solución de las crisis internacionales. «Tratamos de favorecer con el diálogo la solución de los conflictos y la construcción de la paz. Tratamos incansablemente vías pacíficas y negociadas para resolver las crisis y los conflictos. La Santa Sede no tiene intereses que defender en el escenario internacional, sino que actúa a través de todos sus posibles canales para favorecer el encuentro, el diálogo, los procesos de paz, el respeto de los derechos humanos. Con mi presencia en países como Albania y Bosnia-Herzegovina traté de animar ejemplos de convivencia y de colaboración entre hombres y mujeres de diferentes religiones para superar las heridas que dejaron abiertas los recientes y trágicos conflictos. No hago proyectos ni me ocupo de estrategias de política internacional: estoy consciente de que la coz de la Iglesia, en muchas ocasiones y situaciones, es una ‘vox clamarais in deserto’, voz de uno que grita en el desierto. Pero creo que justamente la fidelidad al Evangelio nos exige ser constructores de puentes y no de muros. No hay que exagerar sobre el papel del Papa y de la Santa Sede. L que sucedió entre los Estados Unidos y Cuba es un ejemplo: solo tratamos de favorecer la voluntad de diálogo presente en los responsables de ambos países. Y, sobre todo, rezamos».

A la pregunta sobre cómo logra conservar su sencillez después de haber celebrado en Manila una misa frente a siete millones de fieles y a cientos de miles de telespectadores, el Papa respondió: «Cuando un sacerdote celebra la misa está, claro, frente a los fieles, pero sobre todo está frente al Señor. Como sea, entre más se está frente a las multitudes, más hay que estar conscientes de nuestra pequeñez, de nuestro ser ‘siervos inútiles’, como nos pide Jesús. Todos los días pido la gracia de poder ser signo que lleva a la presencia de Jesús, testimonio de su abrazo de misericordia. Por esto, a veces cuando oigo que gritan ‘¡Que viva el Papa!’, invito a decir: ‘¡Que viva Jesús!’. Cuando era cardenal Albino Luciani, frente a los aplausos, recordaba: ‘¿Ustedes creen que el burrito que cabalgó Jesús mientras entraba a Jerusalén, entre los «hosanna», pudiera pensar que esta acogida era para él?’. El Papa, los obispos, los sacerdotes tienen fe en su misión si saben ser ese burrito y ayudan a que se vea el verdadero protagonista, siempre conscientes de que si hoy están los ‘hosanna’, mañana pueden llegar los ‘¡crucifíquenlo!’».

Después de haber recordado que «China está en mi corazón. Está aquí (tocándose el pecho, ndr.), ¡siempre!», Papa Francisco respondió a la pregunta sobre si le gustaría pasear o ir a comer una pizza vestido como un sacerdote normal. «¡No he abandonado completamente la sotana negra bajo la túnica blanca! Claro, me gustaría poder caminar todavía por la calle, por las calles de Roma, que es una ciudad bellísima. Siempre he sido un sacerdote de la calle. Los encuentros más importantes de Jesús y su predicación se dieron en la calle. Claro, me gustaría mucho ir a comer una buena pizza con amigos. Pero sé que no es tan fácil, casi imposible. Lo que no me falta nunca es el contacto con la gente. Me encuentro con muchísima, mucha más con respecto a cuando estaba en Buenos Aires, y esto me da mucha alegría. Cuando abrazo a las personas que encuentro, sé que es Jesús quien me tiene entre sus brazos».

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