“Se procede con hacia la autonomía de la Iglesia ortodoxa de Ucrania”

“Se procede con hacia la autonomía de la Iglesia ortodoxa de Ucrania”

El comunicado final con las decisiones del Sínodo presidido por el Patriarca Bartolomé para llegar a la autocefalia de Kiev; dura reacción del Patriarcado ruso

Un proceso que continúa, con el llamado a evitar divisiones y reacciones violentas. Concluyó ayer en la sede del Patriarcado de Constantinopla el Sínodo presidido por el Patriarca ecuménico Bartolomé, para examinar la cuestión de la concesión de la autocefalia a la Iglesia ucraniana, petición que enviaron las autoridades de ese país en abril de este año. Al final de la reunión se difundió un comunicado. 

 

El Sínodo examinó las relaciones de los dos ejarcas enviados por Bartolomé (los obispos de Pámfilo, Daniele, y de Edmont, Hilario) y tomó algunas decisiones. Principalmente, confirma proceder con la concesión de la autocefalia a la Iglesia ortodoxa ucraniana, que actualmente depende del Patriarcado de Moscú. 

 

También se estableció restablecer a la Iglesia de Kiev el “stavropigion” de Constantinopla (es decir la unidad, la comunidad eclesial que depende el Patriarcado ecuménico), como uno de los tantos que han existido en Ucrania desde hace siglos. Además, el Sínodo decidió examinar (según los cánones establecidos por los diferentes Sínodos ecuménicos que rigen los derechos y deberes del Patriarcado ecuménico en el contexto ortodoxo) las peticiones y los llamados del clero que las demás Iglesias autocéfalas dirigieron a Constantinopla, incluidas las de Filaretes y de Makario. Ambos guían auto-proclamadas Iglesias ortodoxas ucranianas y se separaron ya desde hace años de Moscú. Fueron declarados cismáticos, pero no por divergencias teológicas, por lo que el Sínodo de Constantinopla restablece sus funciones. 

 

Se revocó también la validez de la carta sinodal de 1686, con la que se concedía al Patriarca de Moscú, por motivos coyunturales y según la economía eclesial, la facultad de ordenar al Metropolita de Kiev. Este último era elegido por una asamblea de clérigos y laicos, y existía el deber de mencionar al Patriarca ecuménico de Constantinopla. 

 

El Sínodo dirigió un llamado a todas las partes involucradas, para que eviten ocupar iglesias, monasterios y propiedades relacionadas, así como para que eviten cometer actos de violencia y prevalezca, de esta manera, el espíritu de paz y caridad en nombre de Jesucristo. 

 

Según el comunicado, pues, el Patriarcado ecuménico de Constantinopla ha puesto en marcha las medidas necesarias para conceder la última, cronológicamente, autocefalia en el planeta ortodoxo, costumbre aplicada a todas las Iglesias ortodoxas que nacieron después del primero milenio. Como se sabe, la tendencia en la ortodoxia es la de establecer una Iglesia para cada nación, que contara con una cúpula propia. 

 

En la historia del primer milenio, el mundo cristiano contaba con cinco Patriarcados (Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén) y la Iglesia autocéfala de Chipre, situación que establecieron los primeros tres Sínodos ecuménicos. 

 

El Patriarcado de Constantinopla, como indica el comunicado, ha hecho uso de sus prerrogativas tanto para la concesión de la autocefalia como para la gestión de las Iglesias ortodoxas de la diáspora. Prerrogativas que están marcadas en los cánones, establecidos por los Sínodos ecuménicos, que el mismo Patriarca propuso discutir en el Sínodo pan-ortodoxo de Creta. Pero tanto la Iglesia de Moscú, con su decisión de retirarse a última hora, como la Iglesia de Antioquía, por su disputa con la de Jerusalén sobre la jurisdicción de una parroquia de 100 fieles en Qatar, no respondieron ni aportaron nada al Sínodo pan-ortodoxo. 

 

Con la revocación de los anatemas y la re-admisión de Filaretes y de Makario, además de sus fieles, en la comunión sacramental con los demás ortodoxos, los enarcas nombrados por Bartolomé como sus representantes tendrán que activarse para encontrar una solución justa y volver a instaurar la coexistencia pacífica entre los ortodoxos ucranianos, sin que existan divergencias dogmáticas. 

 

Hay que subrayar, según refieren fuentes bien informadas, que los sacerdotes y los obispos ucranianos más jóvenes que pertenecen a la Iglesia de Moscú, desean la autonomía, pero sin reivindicaciones ni las peleas del pasado. Es como si pidieran que se les encomendara la gestión del cambio, para que sea pacífico. Precisamente esta situación parece subrayar el último párrafo del comunicado del Sínodo, y representa una prueba para Bartolomé, que intenta ofrecer una solución para la cuestión ucraniana. 

 

Hasta la elección del próximo patriarca de Kiev, se mencionará, según la tradición de la Iglesia ortodoxa, el nombre del Patriarca ecuménico Bartolomé.  

 

Utilizando las palabras del obispo Dimitri Salachas, la cuestión es grave, pero no trágica, porque la tradición sinodal está fuertemente arraigada en la ortodoxia. 

 

La reacción de Moscú no se hizo esperar. La Iglesia ortodoxa rusa anunció que se ve obligada a interrumpir la comunión eucarística con el Patriarcado de Constantinopla, debido a la decisión de cancelar la excomunión contra el Patriarca Filarete, quien guía la mayor comunidad ortodoxa en Ucrania y no reconoce la autoridad religiosa rusa. Lo indicó el padre Alexander Volkov, vocero del Patriarca de Moscú, Cirilo. La decisión del Sínodo de Constantinopla de caminar hacia el reconocimiento de una Iglesia ortodoxa ucraniana independiente del Patriarcado de Moscú fue definida por Volkov como «catastrófica para el mundo ortodoxo entero». 

Comentá la nota