Presión de los obispos argentinos al Papa: “No se prive de la alegría de visitarnos”

Presión de los obispos argentinos al Papa: “No se prive de la alegría de visitarnos”

Según revelaron este miércoles, se lo dirán en persona cuando lo visiten en el Vaticano. Su sumaron a la polémica porque Bergoglio nunca vino a la Argentina como Sumo Pontífice.

 

En el marco de la polémica por la demora del Papa Francisco en visitar a su país, los obispos argentinos le sumarán presión al pontífice para que finalmente la concrete, ya que le propondrán próximamente que"no se prive de la alegría de visitarnos".

Así lo revelaron ellos mismos en un mensaje con motivo de cumplirse este miércoles el sexto aniversario de la elección de Jorge Bergoglio como Papa, que dieron a conocer en el marco de su primer plenario del año que sesiona en Pilar.

Los obispos precisan que le harán la propuesta entre fines de abril y principios de mayo cuando, en tres tandas, le realicen la tradicional visita "ad limina" que cada cinco años todos los obispos del mundo deben hacerle al pontífice.

 

"En nuestro próximo encuentro con él, le propondremos una vez más, que no se prive de la alegría de visitarnos", dicen los obispos, si bien dejan en claro que no es la primera vez que lo invitan a que visite su tierra natal.

La demora de Francisco en venir se atribuye en su cercanía a que "no están dadas las condiciones", sobre todo por el riesgo de que quede envuelta en la grieta ideológica que divide a buena parte de los argentinos.

Hay quienes la atribuyen a un desaire hacia el presidente Mauricio Macri, con quien supuestamente no simpatizaría. Pero tampoco vino en sus primeros tres años cuando Cristina Kirchner ocupaba la presidencia.

El mensaje dice textualmente:

"Hoy, 13 de marzo, celebramos el sexto aniversario de la elección del papa Francisco y es la ocasión para dar gracias a Dios por lo que nos ha regalado en él.

Hablar del Papa, después de Jesús y la Virgen, toca la médula de la Iglesia católica peregrina. Falta poco para que los obispos viajemos a Roma a la tradicional visita, y en nuestro Jorge Bergoglio iremos a ver a Pedro.

Nos admira reconocer en su persona una austeridad ejemplar, una laboriosidad incansable, disponibilidad constante, muchos detalles y delicadezas con tantas personas y situaciones que afloran en su memoria espontáneamente. Nos contagia su paz y fortaleza en medio de grandes desafíos, como el doloroso drama de los abusos. Posee una mirada que va más allá de lo inmediato y sabe decir una palabra iluminadora frente a muros que muchas veces nos detienen. Sabe innovar con audacia sin descuidar el respeto por las personas.

Sus enseñanzas se encarnaron en tantos gestos y palabras que no dejan de conmovernos, ya desde aquel primer viaje fuera de Roma a la isla de Lampedusa, cuando abrazó la humanidad 'descartada' de los migrantes africanos, sobrevivientes del Mediterráneo. Esta opción por los más pobres se plasmó en diversas obras de misericordia como en los cordiales almuerzos con los indigentes de Roma; o acudiendo a las cárceles, hogares de rehabilitación y a tantas periferias existenciales, que son una prioridad en sus viajes misioneros.

Como referente mundial propuso un diálogo claro, manso, confiado y prudente, acercando a los interlocutores más diversos. Puso alegría en la Iglesia, la alegría del Evangelio, porque en definitiva nos invitó a volver la mirada a lo esencial: el Padre Dios que nos ama, el Cristo vivo que nos salva. Nos sumergió en el gran río de la misericordia y renovó el entusiasmo misionero del Espíritu Santo. No podemos dejar de decir que todo esto se da en un Papa bien argentino, con su picardía, buen humor, chispa y salidas que lo identifican, inventando palabras o frases a cada rato.

Frente a la audacia de sus sueños y deseos, muchas veces nos quedamos cortos, sencillamente, porque nos cuesta seguirle el paso.

Imaginamos el gozo que tuvo Francisco cuando decidió la canonización del Santo Cura Brochero, la beatificación de Mama Antula y la de los Mártires Riojanos. En nuestro próximo encuentro con él, le propondremos una vez más, que no se prive de la alegría de visitarnos.

¡No nos olvidemos de rezar por él!"

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