Preservar nuestra rica diversidad

Preservar nuestra rica diversidad

Antes de nuestra Independencia habían comenzado a llegar gentes de habla árabe, para dejar de “estar en manos de otros”, algo que devalúa la autoestima individual y colectiva.

Dado que dejaron de venir cuando sus países se independizaron a mediados del siglo veinte, cabe pensar que los movía el ansia de libertad, dignidad y seguridad antes que la mejora económica, al igual que los que hoy vuelven a llegar.

También lo indica que para entonces llevaran creadas aquí 3 editoriales, publicado casi 30 periódicos bilingües, realizado y editado las primeras traducciones del Corán al español en medio milenio. Ampliando nuestra diversidad religiosa con 8 vertientes diferentes del cristianismo y el islam y con la versión árabe del judaísmo. Todas con sus propias sedes y templos y con sus miembros interactuando (dialogando) en las cerca de 200 asociaciones civiles que constituyeron con fines laicos. Paralelamente sus descendientes también fundaron el Partido Comunista Argentino, y militaron y militan en todos los partidos políticos conocidos.

Pacífica y bicentenaria interacción cultural y religiosa, conocida hoy como “Diálogo” intercultural y/o interreligioso, que cabe celebrar tanto como preservar de los perjuicios que acarrean episodios como el de los dos tuiteros detenidos por “intimidación pública”, en los que vuelve a estar presente la tendencia a dejar “en manos de otros” el retrato de la parte islámica o arábiga de la identidad argentina.

Allí se puso en evidencia la percepción compartida por autores y autoridades actuantes, acerca de que el idioma o la ascendencia árabe infunden miedo y confirman la gravedad de “las amenazas”. Serio incremento de la vulnerabilidad de esa parte de nuestra sociedad como blanco automático de las sospechas ante los actos de cualquier irresponsable o malintencionado que los marque con cualquier cosa que parezca islámica. Discriminación puesta al descubierto por los reporteros preguntando a los vecinos si los autores tenían “parientes árabes”. Percepción distorsionada desde la que incluso el Papa ha sido increpado por no emplear el término islámico cada vez que habla de “terrorismo”, y a la que no parece hacerle mella su respuesta de que “No es justo identificar el islam con la violencia. No es justo ni verdadero.” Dejar nuestra idea del islam y los árabes en manos de las bandas criminales organizadas bajo etiquetas religiosas, igualando acto criminal e identidad colectiva como si una definiera a la otra indistintamente, induce a adoptar conductas sociales y políticas públicas que atrasan más de un milenio, cuyos daños interculturales e interreligiosos costaría generaciones reparar. Aún hoy, encuentra dificultades cear conciencia iberoamericana sobre las limpiezas étinicas y/o exterminios de moriscos españoles y pueblos indoamericanos.

El control de estos daños comienza con algo que solo está en nuestras manos: anteponer nuestra propia experiencia colectiva local con árabes y musulmanes, a las fobias importadas por plumas negligentes o de dudosa moral. De otro modo estaremos como aquellos súbditos que preguntaron: “Oh, faraón, ¿quién te hizo faraón? A lo que él respondió: “¡ Nadie me lo impidió !”.

Hamurabi Noufouri es Director del Instituto y Maestría en Diversidad Cultural (UNTREF)

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