"Ser pobre no es una mala palabra"

Entrevista con el titular de la diócesis de San Justo.

El obispo Eduardo García, titular de la diócesis de San Justo, siempre fue un pastor con olor a oveja. Trabajó 30 años con niños y jóvenes, más otros diez en la catedral, como obispo auxiliar, junto al cardenal Jorge Bergoglio. Su participación junto a los jóvenes y familiares de las víctimas de Cromañón dejó una huella indeleble en la memoria popular. Hoy camina por las cuadras que van de la avenida General Paz hasta Cristianía, haciendo servicio por los humildes.

-¿Qué es ser pobre?

-Ser pobre no es una mala palabra. La mayoría de nuestra población lo es. Otra cosa es vivir en la miseria o indignidad. Aquellas cosas que no entran dentro de la justicia humana, ni en la justicia divina, creo que son las que nos comprometen e invitan a trabajar. Pobre es el que vive con lo justo. Vivir en la miseria es no tener para vivir con dignidad, no tener trabajo y no poder llenar la mesa de tus hijos, no poder proyectar más allá del momento... Eso sí es la miseria o la mala pobreza. Hay personas que sufren la miseria, que sufren la pobreza .No es una idea la pobreza, es una realidad que tiene nombres, apellidos, rostros, dolores, sufrimientos y esperanzas.

-¿Cuáles fueron los primeros desafíos en La Matanza?

-Las villas, las barriadas, los núcleos habitacionales que no tienen asfalto ni redes cloacales. Eso es un desafío, y por otro lado, aquellos que viven a mano, que sufren vulnerabiidades relacionadas con la falta de educación, la droga, el consumo, los chicos quedan con la cabeza "quemada" después de consumir y deambular. Estos desafíos son los más apabullantes, porque exigen de nosotros una respuesta concreta. Respuestas como el no ser indiferente, tener una pastoral en la cual no se sienta que los del barrio están en contra de las barriadas. Una Iglesia que abrace a todos y que sienta que todos son sus hijos.

-Es la Iglesia que quiere Francisco, "pobre para los pobres".

-A veces uno dice “para los pobres” y se siente que lo que se hace por ellos es una dádiva de aquello que nos sobra. Creo que es una Iglesia de pobres, porque la pobreza no es solamente material; hay una pobreza de recursos, de capacidad, de poder vislumbrar el presente, la pobreza de ideas claras... Vemos a veces mucha riqueza y opulencia; mucho brillo, mucha cartera y una pobreza de miradas, frente a la vida y a la realidad, tan grande que asusta.

Obispo Eduardo García. Con Bergoglio en la Catedral.

-¿Qué son las tres “C”?

-Así como están las tres “T” (tierra, techo y trabajo), nosotros tenemos un proyecto en villas tiene como lema las tres “C” (colegio, club y capilla) para poder contrarrestar las otras tres “C”, que son calle, cárcel y cementerio. El destino de gran parte de nuestros chicos con el tema de la delincuencia, y sobre todo del paco, es justamente eso: estar en la calle, ser utilizados como mercancía barata, ir a la cárcel y terminar en el cementerio. Nosotros creemos que la educación es fundamental, pero no alcanza. Hay que brindar ámbitos de contención, por eso el club, donde los chicos sociabilizan y pueden hacer deportes, aprender reglas de convivencia. Y por último está la capilla, que es el abrazo de la Gran Familia para que no estén solos.

-Con el momento difícil que estamos pasando, ¿cómo hacen para conseguir fondos?

-Hay gente de buen corazón. Gente que se anima a apostar al bien del otro sin sacar ningún rédito, sin que le pongan ninguna placa y sin aparecer en ningún cartel. Esta es la experiencia que hemos tenido del predio San José. Hay particulares que ayudan y quieren hacerlo desde el anonimato. Quieren sentir que lo que aportan le sirve a alguien y saca una sonrisa a un chico cuyo futuro por ahí está en la calle.

-¿Cómo se vive la fi gura del Papa argentino en esos barrios?

-La gente ama al papa Francisco. Hay carteles y grafitis de él por todos lados. La gente está en contra de toda esa idiotez mediática que hay contra Su Santidad. Te voy a decir una palabra “bergogliana”: a veces los medios son coprófagos, les gusta comer caca. Vivimos rascando y buscando la caca y la gente está más allá de eso, porque ve que es un Papa que se hace cargo de lo que dice. Él va y camina en los lugares más pobres, no se queda en el discurso. La gente ve esas cosas y no se queda en los intereses que hay detrás de muchos medios para destruir o disminuir la figura de Francisco.

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