Perdón del aborto: Consenso y reacciones extemporáneas

Perdón del aborto: Consenso y reacciones extemporáneas

La decisión del Papa de permitir a todos los sacerdotes del mundo absolver el pecado del aborto durante el Jubileo de la Misericordia captó una enorme atención entre la prensa internacional. Obtuvo un consenso casi unánime, salvo algunas reacciones extemporáneas

Por ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ

CIUDAD DEL VATICANO

La noticia dio la vuelta al mundo. La decisión del Papa de permitir a todos los sacerdotes absolver el pecado del aborto sin necesidad de autorizaciones especiales obtuvo un amplio consenso público. Con algunas excepciones, contadas pero significativas. Grupos pro-vida se mostraron preocupados porque la determinación “podría ser malinterpretada” y se pudiera pensar que “la Iglesia ablanda su enseñanza sobre el aborto”. Pero la medida tiene otros antecedentes, incluso papales. Como por ejemplo en 2011 con Benedicto XVI.

La carta del pontífice dirigida al presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización del Vaticano, Salvatore “Rino” Fisichella, acaparó las primeras planas en la prensa mundial. Incluso diversos medios publicaron completo el texto, fechado este 1 de septiembre. Y también una cierta confusión traslució en títulos como: “Papa Francisco concede el perdón del pecado del aborto” o “Dice Vaticano que mujeres que abortaron serán perdonadas por Dios”. No obstante, el interés del circuito mediático fue mayúsculo.

La prensa laica suele considerar al aborto como un tema “tabú” para la Iglesia. Es verdad, el magisterio católico siempre ha considerado esa práctica no sólo como un pecado, sino también como un delito incluido en el Código de Derecho Canónico. Un acto abominable para el cual cabe la pena de excomunión “latae sententiae”, es decir “en automático”. Quien lo comete está excomulgado en el momento y para volver al seno de la comunidad católica ya no basta sólo con la confesión, el obispo local debe levantarle la pena en curso después de comprobar un sincero arrepentimiento. 

Esto puede convertirse, en la práctica, en un problema. No por el fondo de la cuestión, sino por el método. Con diócesis de millones de fieles, ¿cuántas veces es posible ver al obispo? Por esta razón, desde hace algunos años muchos pastores han respondido a las dificultades concretas concediendo permisos especiales a sacerdotes seleccionados, que pueden perdonar el aborto de manera permanente. 

En algunas demarcaciones eclesiásticas han ido más allá. Como en Buenos Aires, donde el Papa fue arzobispo y desde hace mucho que todo el clero puede absolver ese pecado. De hecho no fue Jorge Mario Bergoglio quien concedió esa autorización sino su predecesor, el cardenal Antonio Quarracino. Una realidad similar se vive en otras provincias argentinas y en diversos países.

Con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid en España, del 16 al 21 de agosto de 2011, el Papa Benedicto XVI aprobó que todos los sacerdotes pudieran confesar el aborto durante esos días. Bergoglio, por su parte, concedió algo similar pero más extendido en el tiempo: con vigencia durante todo el Año Santo de la Misericordia (08.12.2015-20.11.2016).

Con todos estos antecedentes es claro que Francisco actuó en línea con la más consolidada tradición de la Iglesia. Por eso no se comprende que algunos periodistas hayan presentado su actuar como algo nunca antes realizado o, en todo caso, como revolucionario y rupturista.

Tampoco se justifica la magnificación mediática, porque la voluntad del Papa siempre fue clara y cristalina. Su carta a Fisichella solo tiene cuatro páginas de extensión y en ella se encuentran contenidos todos los detalles de su iniciativa. En este caso, por tanto, los malos entendidos no partieron de un error de comunicación del Vaticano.

Esto no evitó la aparición de los detractores. Uno de ellos es el activista pro-vida John Smeaton, presidente de la Sociedad para la Protección de Niños No Nacidos (SPUC), quien emitió una declaración en la cual estableció que “la enseñanza de la Iglesia católica sobre el aborto es clara; y el Papa Francisco mismo ha sido muy claro sobre lo errado del aborto, tanto como Papa como antes de esto, cuando era arzobispo de Buenos Aires”.

“El permiso para algunos sacerdotes ordinarios de absolver el aborto sin consultar a sus obispos tiene precedentes y ha sido permitido en muchos sitios. Sin embargo, nosotros estamos preocupados porque un permiso demasiado extendido podría ser malinterpretado como un ablandamiento de la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto, que es la supresión de la vida a un ser humano inocente. Es muy importante, en el contexto del Sínodo sobre la Familia del próximo mes, que no exista ninguna ambigüedad sobre la enseñanza de la Iglesia respecto de la santidad de vida humana y la maldad del aborto”, indicó 

El comentario de Smeaton, que también criticó la encíclica de Francisco sobre el cuidado del medio ambiente Laudato Si’ por no contener una condena al uso de anticonceptivos, pareció centrarse sólo en el aspecto normativo-doctrinal, defendiendo el principio casi como una bandera política. 

Pero el Papa nunca puso en duda la raíz diabólica del aborto sino todo lo contrario, lo catalogó como “uno de los graves problemas de nuestro tiempo” y un “gravísimo mal”. Pero su carta se centró en la misericordia, al perdón y a la reconciliación.  Así lo ratificó el portavoz vaticano Federico Lombardi quien señaló: “Perdonar el pecado del aborto no significa minimizar este crimen, sino hacer entender a quien lo ha cometido la gravedad del mismo”.

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