“La peor herejía es usar a Dios para ganar poder”

“La peor herejía es usar a Dios para ganar poder”

Reflexiones del superior general de la Orden de los Predicadores, los dominicos, que concluyen esta semana en Roma un jubileo por los ocho siglos de su fundación con un congreso misionero.

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ - CIUDAD DEL VATICANO

“La peor herejía es hacer decir a Dios algo que él jamás dijo”. En síntesis: usar a Dios para ganar poder, para imponerse a los demás. Cuando eso ocurre, se debe denunciar. Es una de las reflexiones del maestro de la Orden de los Predicadores, fray Bruno Cadoré, en un diálogo con periodistas. Los dominicos cierran esta semana su jubileo especial, a 800 años de su fundación por Santo Domingo de Guzmán.

“Mandados a predicar el evangelio” es el tema del congreso misionero que inició este martes 17 de enero y se extenderá hasta el sábado 21. Ese día los asistentes participarán en una misa especial celebrada por el Papa Francisco en la Basílica San Juan de Letrán de Roma. El encuentro reservó espacio para temas como “migrantes”, “pueblos originarios”, “diálogo interreligioso y ecuménico”, “justicia, paz y cuidado de la tierra”, “apostolado en las prisiones”, “apostolado de la salud” y “comunicación”.

Después de ocho siglos de vida, ¿tiene sentido todavía ser dominico?

El sentido es convertirnos en una familia de la predicación y dar el deseo a la Iglesia de ser esta familia, esto tiene sentido.

Usted señaló que hoy es muy difícil proponer el mensaje cristiano como una “buena noticia”. ¿Por qué?

Porque el lenguaje de las culturas modernas es muy lejano del lenguaje de la fe como estamos habituados. Nosotros hablamos de la gratuidad, de la gratitud, del recibir. En la cultura moderna se habla más de tomar, de comprar, de los gastos, del dinero. El lenguaje no es el mismo, pero cuando hay dos idiomas distintos es muy importante hacerlos dialogar para alcanzar un lenguaje común. Para esto el encuentro es fundamental. El encuentro exige a los cristianos darse cuenta que la cultura cristiana no es obvia para todos. Fácilmente tenemos esa idea, recuerdo cuando daba clases de bioética a estudiantes de medicina, quise hablarles del sufrimiento y cité a Job, pero ninguno lo conocía. Yo pensaba que todos lo conocían. La cultura cristiana debe ir por los caminos de la humanidad para escucharla.

¿La crisis de la vida religiosa en la actualidad surge de cierta incapacidad de dialogar con estos lenguajes distintos?

Existen muchas razones para esta “crisis”. La verdadera crisis de la vida religiosa es el poner al mundo en crisis, esa es su misión. No quiere decir hacer desórdenes, sino decirle al mundo que aquello que parece muy bien organizado, quizás podría ser ordenado en manera distinta. La propiedad, las relaciones, la fraternidad, la inclusión de todos. Entonces la crisis de la vida religiosa puede venir cuando no sabemos ya cómo hacer esto. En este momento pensamos más en nuestras estructuras, en nuestras organizaciones y no en el sistema. Debemos pensar más en forma sistémica. La vida religiosa es una elección interior pero también colectiva, pública. Y esta elección sirve para entrar en diálogo con el mundo, no para ser escondida. Para poner en crisis al mundo.

¿La crisis en la vida religiosa se ve sólo en la caída de vocaciones o existen otros elementos a tomar en cuenta?

Para mi lo más importante es evitar la crisis de cerrarse al diálogo con el mundo. Las vocaciones son variables. Hemos tenido muchos frailes, pocos frailes, un poco más, un poco menos, no es importante. La Biblia dice que no se debe contar, que no son importantes los números. La crisis de la vida religiosa se daría, también, si en la Iglesia católica no se pudiera entender que la vida religiosa es un servicio específico y no una reserva de potencialidad. Un signo específico de fraternidad, de alegría, de gratuidad.

¿Los dominicos se han sumado concretamente al desafío marcado por el Papa Francisco de estar cerca de los migrantes y refugiados?

En este mundo el dinero viaja muy fácilmente, las personas no. Para nuestros congreso algunas personas del sur del mundo no pudieron obtener su visa para participar. Es muy fácil hacer esta comparación. Existen muchos hermanos dominicos cuyas familias son migrantes o directamente refugiadas. Por ejemplo en República Centroafricana. Para ellos la realidad de los refugiados no es de los otros, los que padecen dificultades tienen un destino común con nosotros. Nuestras religiosas en Iraq perdieron todas sus casas, los conventos. Están buscando cómo vivir, igual que la gente común. La situación de los migrantes y refugiados es muy importante en todo el mundo. Estamos tratando de ver cómo acoger a estas personas en Europa e involucrarnos en el espacio político, para ayudar a nuestros países a no producir más refugiados, a no usarlos, a no crecer sobre las espaldas de ellos. Ayudar a pensar la política y a las personas con competencia. En Italia, Francia y otros países europeos, cada comunidad nacional ha hecho un proyecto para acoger a estas personas, incluso hemos abierto algún convento vacío para eso, por ejemplo en Pisa. Eo es lo normal.

Hace 800 años santo Domingo luchaba contra las herejías. En la tiempos de diálogo interreligioso ¿es válido hablar de eso?

No se usa fácilmente (ese término), pero debemos aclarar que la herejía es hacer decir a Dios algo que no ha dicho o hecho. Cuando alguien le hace decir a Dios cosas que él no hace se tiene que decir. Esta es la enseñanza de Jesús. Él mismo dijo: “Ustedes dicen que esto es el poder de Dios, la voluntad de Dios, pero eso no es verdad”. Cuando comenzó a hacerlo algunos replicaron: “debemos matarlo”.

¿Cuál es hoy la herejía que más le preocupa?

La peor es usar a Dios para ejercer poder sobre los demás. Esto es una tentación de todos, es la tentación más importante que Jesús quería combatir. Dios no se puede usar.

¿Es el terrorismo, que asesina en nombre de Dios?

Todas las formas que usan a Dios para justificar un poder humano sobre los otros seres humanos. Existen muchas maneras de hacer esto. El terrorismo con armas es una manera, pero también la ideología del liberalismo absoluto, diciendo que no existe otro sistema posible para nuestra sociedad. 

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