Pederastia; el Papa: “A los culpables nunca les daré la gracia”

Pederastia; el Papa: “A los culpables nunca les daré la gracia”

Francisco recibe a la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores y anunció nuevos cambios en los procedimientos para los procesos en los casos de abusos: «Es una enfermedad, metámonoslo en la cabeza. La Iglesia ha cobrado conciencia demasiado tarde»

por SALVATORE CERNUZIO

 

No hay atajos. Los sacerdotes y religiosos condenados por pederastia no tendrán nunca la gracia del papa Francisco. ¿Por qué? «Simplemente porque la persona que hace esto, sea un hombre o una mujer, está enferma. La pederastia es una enfermedad. Hoy él se arrepiente, sigue adelante, lo personamos, pero dos años después recae». 

 

La línea de «tolerancia cero» que inauguró Benedicto XVI y retomada ampliamente por Bergoglio en contra de los crímenes de los abusos sexuales contra menores de edad asume nuevos matices y nuevas aplicaciones prácticas. El Pontífice argentino las ilustró en la audiencia a la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores, que fue recibida hoy por la mañana en el Vaticano. Durante la audiencia puso sobre la mesa los temas que deberán ser afrontados durante la asamblea plenaria de la Comisión, que comenzará hoy. 

 

En un breve discurso, Francisco anunció cambios e indicaciones que, de cierta manera, representan una ruptura con el pasado: «Quien es condenado por abusos sexuales contra menores puede dirigirse al Papa para obtener la gracia», pero «yo nunca he firmado una de estas y nunca la firmaré. Espero que quede claro», subrayó el Papa. 

 

Una línea dura que Francisco decidió adoptar después de años de lagunas y errores por parte de las diócesis y de los Tribunales eclesiásticos en la lucha contra la plaga de la pederastia. «La Iglesia ha llegado tarde», admitió el Pontífice: tarde para cobrar conciencia de la gravedad del problema, tarde para asumirse sus responsabilidades. «Es la realidad: hemos llegado tarde. Tal vez la antigua práctica de transferir a la gente adormiló un poco las conciencias», dijo. Y «cuando la conciencia llega tarde, también los medios para resolver el problema llegan tarde». 

 

Pero no todo está perdido: «El Señor ha suscitado profetas», dijo Francisco, «uno es el cardenal» Sean O’Malley, arzobispo de Boston (diócesis estadounidense duramente afectada por los casos de abusos sexuales) y presidente de la Comisión que, con los demás miembros, está trabajando duramente y «contracorriente» para «hacer que salga el problema a la superficie y verlo a la cara». 

 

Pero este trabajo, subrayó el Papa, no solo tiene que ver con la Comisión, sino con «toda la Santa Sede». Empezando por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Dicasterio que se ocupa de afrontar estos crímenes. «Creo que, por el momento, resolver el problema de los abusos debe estar bajo la competencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe», confirmó Francisco, «esta ha sido una cosa práctica. Cuando llegaba un problema nuevo, venía una disciplina nueva para la reducción al estado laico, y siempre la ha tomado la Congregación para la Doctrina de la Fe. Después, cuando la cosa se afianzó bien, en el caso de la “laicización” de los sacerdotes pasó al Culto Divino y después al Clero». «Y esto lo digo —añadió—porque algunos piden que vaya directamente al sistema judicial de la Santa Sede, es decir a la Rota y a la Signatura». 

 

Pero «en este momento el problema es grave», denunció el Obispo de Roma, y no es solamente grave el problema, sino también que «algunos no hayan cobrado conciencia del problema». Por lo tanto «es bueno que permanezca en la Doctrina de la Fe, para que todos en la Iglesia cobren conciencia». 

 

El primer paso es «comenzar a estudiar y clasificar» los casos, para poder acelerar algunos procesos que se han quedado estancados. «Ah, hay muchos casos que no avanzan, están allí… Esto es cierto», dijo el papa Francisco, por lo que «con el nuevo secretario (Giacomo Morandi, ndr.), y también el prefecto anterior (el cardenal Gerhard Ludwig Müller, que concluyó su mandato el primero de julio pasado, ndr.)he ha concluso il mandato il 1° luglio scorso, ndr.) estaba de acuerdo, se está tratando de contratar a cada vez más personas para que trabajen en la clasificación de los procesos». 

 

El segundo paso, en cambio, tiene que ver con la comisión dentro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, que es quien recibe los recursos: «Trabaja bien, pero se debe ajustar con la presencia de algún obispo diocesano que conozca el problema en el lugar», afirmó el Papa Bergoglio. «Se está trabajando en esto» y también, reveló, en otro frente: «en esta comisión hay principalmente canonistas. Examinan que todo el proceso vaya bien, si no hay un “qui pro quo”», pero de esta manera, «existe la tentación de los abogados de reducir la pena. Por lo demás, viven de esto». 

 

Entonces, anunció el Papa, «he decidido equilibrar un poco esta situación y digo que también un abuso de menores, si se prueba, es suficiente para no recibir recursos. Si existen las pruebas es definitivo. ¿Por qué? Simplemente porque la persona que hace esto, sea hombre o mujer, está enferma. Es una enfermedad. Hoy él se arrepiente, sigue adelante, lo perdonamos, pero después de dos años recae. Debemos metérnoslo en la cabeza: esta es una enfermedad». 

 

Siguiendo esta misma línea, el Papa habló sobre el tercer nivel: «Quien sea condenado puede dirigirse al Papa para pedir la gracia. Yo nunca he firmado una de estas y nunca la firmaré. Que quede claro, pueden decirlo». Bergoglio hizo un «mea culpa» y admitió que solamente en un caso, al comenzar su Pontificado, de un sacerdote de Crema, decidió «la vía más benévola» en lugar de reducirlo al estado laico. «Pero después de dos años él volvió a caer». Yo «aprendí» con esta experiencia y «nunca más lo he vuelto a hacer». 

 

Es una «enfermedad fea», subrayó el Papa. Fea y «vieja», como atestiguan las cartas de San Francisco Javier, que regañaba a los monjes budistas por este «vicio». Hay que seguir adelante y arrancarla. Punto. La cuestión es vieja, pero hay «nuevas soluciones». «Sigamos adelante con confianza», concluyó Francisco. E insistió en su agradecimiento a los miembros de la Comisión anti-abusos, porque «sin ustedes no habría sido posible hacer lo que hemos hecho en la Curia y que tenemos que seguir haciendo». 

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