El Patriarca Sako: el encuentro de Bari no será un evento aislado

El Patriarca Sako: el encuentro de Bari no será un evento aislado

El primado de la Iglesia caldea interpreta la jornada de oración y reflexión del Papa Francisco con los líderes de las Iglesias del Medio Oriente. Y revela: «Se habló también sobre unificar la fecha para la celebración de la Pascua»

En la jornada de reflexión y oración por el Medio Oriente, convocado el pasado 7 de julio en Bari por el Papa Francisco, los líderes y representantes de Iglesias y comunidades cristianas presentes en los territorios del Medio Oriente dejaron de lado las recriminaciones, las ambiciones de preeminencia y los victimismos. La atención se concentró no solamente en los sufrimientos de los cristianos, porque le queda claro a todos que el destino de los cristianos del Medio Oriente «está ligado al de sus compañeros de camino que no son cristianos». Y en el diálogo a puerta cerrada se volvió a proponer «con mayor fuerza la urgencia de unificar la fecha en la que las diferentes Iglesias celebran la Pascua, como signo y paso concreto hacia la plena comunión entre todos los cristianos desperdigados por esa región del mundo. Lo refirió a Vatican Insider el patriarca de Babilonia de los caldeos Louis Raphael Sako, creado cardenal por el Papa Francisco durante el Consistorio del pasado 28 de junio .El obispo de Roma también nombró al Patriarca y nuevo cardenal entre los presidentes delegados del próximo Sínodo de los obispos, dedicado a los jóvenes, que se llevará en el Vaticano del 3 al 28 de octubre de 2018, sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. El éxodo de los cristianos del Medio Oriente tiene que ver principalmente con las jóvenes generaciones, que se han visto más involucradas en los procesos migratorios que provocando la disminución de la presencia numérica de muchas comunidades cristianas en el Medio Oriente.  

  

A algunos días de distancia, ¿cuáles son las imágenes que conserva del encuentro de Bari? 

  

Me viene a la mente la imagen de un Cenáculo, en el que se encontraron rezando juntos los hermanos de la única Iglesia de Cristo. Y después, como ya he dicho, el camioncito que nos llevó durante el recorrido de la Basílica de San Nicolás al malecón me recordó la Barca de Pedro. No estaba solamente el obispo de Roma, sino también los Patriarcas que llevan el título de Antioquía, que también fue una Iglesia guiada por el apóstol Pedro. El camioncito estaba abierto, de par en par hacia el mundo, no encerrado en sí mismo. Y no estaba detenido, estático, sino en camino. Precisamente como la Barca de Pedro. A lo largo del recorrido, las personas amontonadas a los lados de la calle a nuestro paso nos gritaban: “¡Unidad, unidad!”. 

  

  

¿Y las conversaciones reservadas? ¿Qué le sorprendió?  

  

No hablamos sobre cuestiones de doctrina. Era como si ya nos hubiéramos dado cuenta de que compartíamos la misma fe. Fue evidente que la unidad puede crecer caminando juntos, rezando juntos y afrontando juntos los problemas, sabiendo que potemos acudir a una fuente común. Afrontar juntos las emergencias comunes puede ayudar también a crecer en la unidad, hasta la plena comunión. 

  

¿Cuál fue el tono de las intervenciones? ¿Se habló sobre propuestas prácticas para dar signos de mayor unidad? 

  

A veces, en los encuentros de los eclesiásticos hay mecanismos un poco de Corte: se empieza hablando sobre los propios privilegios, sobre las propias pequeñas preeminencias jurídico-eclesiásticas, mientras, por el contrario, fuera de la sala los pueblos sufren, las familias y los pobres no logran sobrevivir. Esta vez no fue así. Nadie habló en tonos victimistas. Y tampoco se habló solo sobre los sufrimientos de los cristianos. Todos tenían claro que el destino de los cristianos está ligado al de sus compañeros de viaje que no son cristianos. A los musulmanes, a los hebreos y a todos los demás que viven en el Medio Oriente. Como signo visible de nuestra unidad se planteó con mayor fuerza la propuesta de identificar una fecha común para la celebración de la Pascua. 

  

A menudo usted repite que la praxis política en los países del Medio Oriente debe basarse con mayor decisión en el principio de la ciudadanía, para disminuir la discriminación según la etnia o las religiones. ¿Cuál es la vía, en concreto? ¿Los cristianos deben presionar para pedirle a los gobiernos que apliquen ese principio? 

  

La afirmación del principio de ciudadanía no puede ni debe ser una exigencia ni una petición en la que insistan solamente los cristianos. Nosotros hacemos sectarismos sobre los cristianos en relación con esta cosa. El principio de ciudadanía es una cosa que tiene que ver con todos y su aplicación es un beneficio para todos. Esto lo dicen incluso muchos musulmanes, y sus líderes religiosos. Lo ha afirmado el imán de al-Azhar. También hace algunos días el Muftí de la República libanesa. 

  

¿El encuentro de Bari es un evento aislado? 

  

En Bari, las palabras y la oración compartidas prepararon el terreno para acciones comunes. Cada uno de nosotros, al volver a casa, se levó consigo muchas posibles ideas para darles desarrollo. También por este motivo quedó claro que no será un evento aislado. Todos están de acuerdo en la decisión de que habrá otros encuentros semejantes. Se necesita, por supuesto, otro encuentro. Y luego, yo deseo que sea posible extender el encuentro para que participen también musulmanes y hebreos. Es lo que deseo, pero este deseo nace del saber que solos no podemos afrontar y resolver todos los problemas. Debemos trabajar junto con todos los demás. 

  

  

¿Por dónde se podría comenzar en Irak? 

  

Las Iglesias presentes en Irak estaban representadas por completo en el encuentro de Bari. Ahora es más fácil también la unidad entre nosotros. Podremos ahcer que sea más eficaz el Concilio de las Iglesias iraquíes. También con los musulmanes veo progresos. Después de la derrota de Daesh (el llamado Estado Islámico, ndr.), la violencia de matriz sectaria ha disminuido objetivamente. 

  

El padre Jacques Murad, que ahora vive en Irak, dijo que los cristianos también deben custodiar lo que esperan de Jesús los musulmanes… 

  

Los musulmanes esperan que nosotros atestigüemos auténticamente el cristianismo. Y nosotros estamos llamados a atestiguar entre los musulmanes que Cristo está vivo. Nosotros, a veces, con nuestro léxico y nuestras lenguas litúrgicas particulares, como el siríaco, el arameo, el armenio, no les ayudamos a comprender. Ahora, cuando leen nuestras oraciones en árabe se quedan sorprendidos. No se trata de hacer proselitismo entre los musulmanes. Pero esto los ayuda a superar prejuicios inmotivados, como los de considerar el cristianismo un proselitismo. 

  

¿El camino que comenzó en Bari puede interesar también a los musulmanes? 

  

Las cosas maduran cuando llega su momento. Hace cincuenta años, un encuentro como el de Bari no habría sido posible. Puede ser que el espectáculo de muchos cristianos de Iglesias y comunidades diferentes reunidos pueda ser visto como un ejemplo también para otros. Y tal vez podría ayudar a los chiitas y sunnitas a superar los conflictos y las contraposiciones entre sí. 

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