Pasó Francisco...

Pasó Francisco...

52 horas y 45 minutos en Paraguay. Millones de lágrimas de alegría y emoción que todavía continúan.La última visita papal a Paraguay fue en 1988 con San Juan Pablo II. Un año después cayó Stroessner. Francisco, un hombre que a los 78 años recorrió tres países en una semana.

22 discursos en el Paraguay.

160.000 argentinos peregrinaron a verlo.

Más de un millón de personas en Ñu Guazú.

Más de 800.000 personas con la Virgen de Caacupé.

Un líder de la Iglesia Católica que denunció y criticó "el avasallamiento de las grandes corporaciones".

El amigo de los jóvenes que los invitó a "hacer lío pero organizado!"

Un jesuita que habla del poder, el dinero y las ganancias obscenas como el "estiércol del diablo"

Un Papa que entiende el carácter profético de cada mensaje. Contar, mostrar, denunciar, buscando siempre cambiar y mejorar a la sociedad y a cada hermano.

Un ser sensible que pone en palabras la voz del pueblo. Un pueblo cansado de las falsas promesas, de las mentiras. Un pueblo que sufre en carne propia aquello que denuncia Francisco: "Este sistema con la única lógica de las ganancias no sirve más, es un atentado, esa economía mata"

Un sabio que piensa y reflexiona sobre la economía, la política y la sociedad: "La medida del modelo económico debe ser la dignidad del ser humano, del más débil, del más indefenso de los seres humanos"

Francisco pasó por latinoamérica. Se deshacen unos y otros en producir salvajes, interesadas y egoístas disecciones sobre cada uno de sus dichos, sus discursos, y hasta sus telegramas, para acomodar las palabras del Papa a sus propias conveniencias. Para apropiarse de una figura que no le pertenece a nadie, porque ya tiene dueño.

Francisco no es de nadie, y es de todos. Y ha logrado una comunión, una síntesis, una comunicación con el pueblo y con los fieles, que ya no hacen falta los especuladores y mercaderes de los medios. Los vendedores de promesas basados en una libre interpretación de párrafos aislados de Francisco. El Papa ya vino, ya habló, ya oró, lloró, y se comunicó con su pueblo. Pero no el pueblo de Francisco, sino el  pueblo de Jesús, el hijo del carpintero, el amado por su madre María. Y el Hijo del Padre. 

Ahora queda guardar en el alma y el corazón la emoción, las vivencias, las lágrimas, la vida regada, sembrada y regalada con esta visita única, histórica e irrepetible. Y dar gracias nuevamente a Dios por ser contemporáneos con todo esto.

Pero ahora viene lo más importante:¿Cómo seguir adelante?

Es simple. Hay que volver a los primeros mensajes de Francisco. Hay que retomar aquellos pedidos que le hizo a los laicos del mundo sobre su rol en la sociedad. 

A los adultos les pide participación, interés por las cosas de todos, por lo público, por la presencia en política, con militancia y compromiso. 

A los movimientos sociales y populares les pide ser protagonistas de este tiempo. "Se puede hacer mucho", repetía el Papa ante la mirada atenta de miles en Bolivia cuando los invitaba a no bajar los brazos ante los grandes poderes económicos, políticos o mediáticos que todo lo toman. 

A los obispos les pide más humildad, más cercanía y abrazo con el pueblo, recordando aquello de los pastores con olor a oveja. 

A los gobernantes les pide salir del autoritarismo, del individualismo, el personalismo o mesianismo, y pensar primero en los más necesitados. 

A los jóvenes de América los invita a hacer lío organizado, claro y comprometido. Un lío que es revulsivo, alegría, tarea, acción, y oración. 

Y a todos nos pide que seamos dignos de este presente en esta tierra de esperanza y oportunidades. Sin quedarnos en la descalificación vacía y la siembra del odio. Amar, hacer, defender, ayudar. Tierra, techo y trabajo. Compromiso, opción por los pobres, diálogo. El otro me importa. El otro es mi hermano. 

Una mujer paraguaya, al paso del Papamovil, cubierto su rostro en lágrimas, afirmaba: "Este es el Papa de los pobres"

Pasó Francisco. Dejó su huella. Ahora nos toca a todos... hacer lío...

Comentá la nota