Parolin: El papa sueña con la reconciliación entre los católicos chinos

Parolin: El papa sueña con la reconciliación entre los católicos chinos

El cardenal Pietro Parolin: es necesario escribir “una nueva página en la historia de la Iglesia en China”, encontrando “soluciones realistas por el bien de todos”. El Papa no es un líder político o un jefe de una grande y potente multinacional”. El terrorismo yihadista “golpea desde un punto de vista numérico más a los musulmanes que a los cristianos”. Y no se puede meter en medio al cristianismo para cerrar las puertas a los inmigrantes

GIANNI VALENTE

Los contactos entre la Santa Sede y la República popular china “continúan con espíritu de buena voluntad entre ambas partes”, y están dirigidos a encontrar “soluciones realistas por el bien de todos”. La confirmación del paso hacia adelante en el diálogo entre Pekín y los Palacios de más allá del Tevere llega directamente del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de Su Santidad. En una amplia entrevista concedida a Stefania Falasca y publicada hoy en el periódico Avvenire, el purpurado vicentino que guía la diplomacia vaticana delinea de manera clara los criterios y los objetivos seguidos por la Santa Sede en los contactos con los representantes del gobierno chino.

 

“A la Santa Sede”, dice Parolin, “está particularmente interesada en que los católicos chinos puedan vivir de modo positivo su pertenencia a la Iglesia, y al mismo tiempo, ser buenos ciudadanos y contribuir a reforzar la armonía de la entera sociedad china”. Mientras entorno a las relaciones sino-vaticanas crece la sobrexcitación mediática, el secretario de Estado vaticano recuerda que “el camino del conocimiento y de la confianza recíproca necesita tiempo, paciencia y amplitud de miras”. Ignorando los alarmismos difundidos sobre presuntos “pactos político-diplomáticos” peseguidos por el Vaticano sobre los responsables de la comunidad católica local, Parolin aclara que los contactos mantenidos con Pekín son un intento de la Santa Sede de hacer más fácil la vida de los fieles católicos chinos y favorecer la reconciliación entre las comunidades consideradas “oficiales” y aquellas consideradas “clandestinas”. “Apoyar que en China existen dos diferentes Iglesias”, asegura el cardenal, negando una de las distorsiones más habituales sobre el catolicismo chino “no corresponde a la realidad histórico ni a la vida de fieles de los católicos chinos. Se trata de dos comunidades deseosas de vivir en plena comunión con el Sucesor de Pedro”. Cada una de ellas –subraya Parolin-- “lleva con ellas un pasado histórico de momentos de gran sufrimiento, lo que demuestra la complejidad y las contradicciones del inmenso país”. Y el deseo d ella Santa Sede es “ver en un futuro no muy lejano estas dos comunidades reconciliarse, acogerse, donar y recibir misericordia para un común anuncio del Evangelio, que sea verdaderamente creíble”. Es esta –repite el secretario de Estado vaticano-- la reconciliación que está de verdad en el corazón también del Papa Francisco: “que se superen las tensiones y las divisiones del pasado para poder escribir una página nueva de la Historia de la Iglesia en China”, sabiendo bien que la Iglesia “conoce figuras de heroicos testimonios del Evangelio, un río de santidad a menudo escondido o desconocido a la mayoría”. Tal camino de reconciliación –asegura con confianza Parolin-- podrá ser “un ejemplo elocuente para el mundo entero, construyendo puentes de fraternidad y de comunión”.

En los próximos días, el cardenal véneto tomará parte en Canale d'Agordo de las celebraciones por el 38 aniversario de la elección papal de Juan Pablo I. La entrevista recogida por Falasca destaca la devoción de Parolin por el Papa Luciani (Admiro su santidad vivida. Espero que no falte mucho a la proclamación de sus virtudes y se pueda conseguir su beatificación”), para después tocar otros temas legados a la actualidad geopolítica. Preguntado sobre la intervención militar de la coalición en Medio Oriente y Libia, Parolin reconoce que el recurso a los medios militares para devolver la paz está previsto por el derecho internacional “sólo como última instancia”, pero añade que “muchas veces las intervenciones de las fuerzas extranjeras contribuyen, por varios motivos, a aumentar los conflictos y el sufrimiento de la población civil”. El secretario de Estado vaticano repite, al igual que el Papa Francisco, que “no existe una guerra entre el cristianismo y el islam” y

subraya que “el terrorismo islámico golpea desde un punto de vista numérico más musulmanes que cristianos”.

 

A evocar la “llamada guerra de religión” --asegura Parolin-- son los propios adeptos al Estado Islámico, que instrumentalizan el islam “para justificar sus actos de violencia”. Y es necesario evitar “caer en su trampa”. La participación de los musulmanes en las misas después del martirio del sacerdote francés Jacques Hamel viene valorizada por Parolin como “una señal de fraternidad, de solidaridad y de renegación de la violencia”, incluso si en algunos casos, la falta de respeto de las indicaciones sobre la participación de los no cristianos a las liturgias eucarísticas “da alas a malentendidos y críticas”.

El secretario de Estado querido por el Papa Francisco niega cualquier legitimidad a la sofistería de los liderazgos occidentales que cierran las puertas a los flujos migratorios llamando a la defensa de la propia identidad cultural marcada por el cristianismo. “El espíritu de acoger” recuerda Parolin “es parte esencial de la identidad cristiana y una aplicación concreta de las obras de misericordia indicadas por Jesús en el Evangelio”.

Interrogada sobre el interés y la estima que las intervenciones del Papa Francisco despiertan también entre los potentes del mundo el secretario de Estado aprovecha para llamar la atención sobre un “dato a menudo infravalorado: Papa Francisco” recuerda Parolin “no es un líder político o un jefe de una potente y grande multinacinal, experto en estrategias políticas, comerciales y funanciarias. Él es el Sucesor de Pedro, el pastor de la Iglesia universal, elegido por Dios para este trabajo arduo”, y “su única preocupación es la de anunciar el Evangelio que salva, hasta que los hombres puedan reconciliarse con Dios y con los hermanos y así encontrar esperanza y paz”. Solo de esta soledad apostólica –subraya Parolin-- nace también la atención a la participación del Papa a los dramas y a los problemas vividos por la familia humana. A juicio del secretario de Estado vaticano, “es la simplicidad y el coraje con el que el Papa propone el diálogo y el encuentro” lo que ha desatado en muchos líderes religiosos y políticos “el deseo de entrar en contacto con él y de conocer mejor la acción de la Santa Sede y de la Iglesia católica en el mundo”.  

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