Para evitar otras crisis hay que “reformar los estatutos de la Orden de Malta”

Para evitar otras crisis hay que “reformar los estatutos de la Orden de Malta”

Entrevista con el Gran Canciller Boeselager: «El Gran Maestre me pidió que renunciara diciendo que lo quería la Santa Sede, pero no era cierto. La cuestión de los preservativos solo era un pretexto. Debemos revisar el sistema de vigilancia y contrapesos para que estos casos no se repitan»

Por ANDREA TORNIELLI

 

«Debemos revisar el sistema de vigilancia y contrapesos, para evitar que lo que sucedió pueda repetirse». Albrecht von Boeselager se encuentra sentado en un saloncito de la sede magistral de la Orden de Malta, en la calle Condotti de Roma. Habla con mucha calma sobre la tormenta de los últimos meses, la crisis que contrapuso a la Santa Sede con el Gran Maestre, que ya renunció, Matthew Festing (quien cuenta con el apoyo del cardenal Raymond Leo Burke, patrono de la Orden). Boeselager fue obligado a abandonar su puesto con una supuesta orden papal. Una orden que, en realidad, el Papa nunca dio y que llevó a la constitución de una comisión vaticana. La conclusión fue la renuncia de Festing, el nombramiento de un delegado pontificio (el Sustituto Angelo Becciu) y la vuelta del Gran Canciller defenestrado. 

 

Usted se vio obligado a renunciar debido a un caso relacionado con la distribución de preservativos en programas en los que estaba involucrada la Malteser International, la agencia de socorro internacional de la Orden de Malta. ¿Puede resumir qué sucedió? 

 

En 2013, la Malteser International de Colonia fue alertada por la Malteser de Estados Unidos: vieron en el sitio de una ong de Kenya que Malteser International era socia de un proyecto en el que estaba prevista la distribución de condones. Malteser International investigó inmediatamente y resultó falso: sí, la ong tenía proyectos con la distribución de condones, pero esta no formaba parte del proyecto que tenía en común con la Malteser International. Se decidió, como sea, que todos los proyectos debían ser examinados mediante una auditoría interna. Y se descubrió de esta manera que había problemas en tres proyectos en Myanmar, organizados por el coordinador local de la Malteser International. Estos habían sido desarrollados por el coordinador local en contra de las reglas establecidas por la Malteser International, que desde 2004 decidió no participar en proyectos que incluyeran la distribución de preservativos. 

  

¿Qué sucedió después de este descubrimiento? 

 

Fue posible detener inmediatamente dos de estos proyectos. El tercero tenía que ver con el norte de Myanmar y su objetivo era ayudar a personas pobres sin servicios sanitarios, con dos millones de euros al año para introducir servicios de base. El uno por ciento de esta suma, 20 mil euros, era para prevenir enfermedades entre las prostitutas esclavizadas en una zona cerca de la frontera con China, considerada como una especie de Las Vegas. La persona que había donado el dinero insistió en que permaneciera esta parte del proyecto. Si hubiéramos cerrado inmediatamente, habríamos dejado a toda la región sin servicios sanitarios. El consejo de la Malteser International estableció conformar un comité ético, guiado por el obispo Marc Stenger, de Troyes, para decidir qué hacer. Y esta era la situación cuando fui elegido Gran Canciller.  

 

¿Cuándo se enteró de aquel proyecto? 

  

La primera noticia la tuve en noviembre de 2013. 

 

¿Cómo reaccionó? 

 

No reaccioné yo, porque la intervención en este caso compete al consejo de la Malteser International. Pero vi lo que hicieron. La Malteser es una fundación que nació de acuerdo con la ley alemana, hay un director, un vice y un consejo. Y están las diferentes asociaciones de los diferentes países. El Gran Hospitalario, encargo que tenía yo en ese entonces, no está directamente involucrado en las operaciones. Tiene la tarea de supervisor, pero no está en la línea de comando. 

 

¿Cuándo fue acusado por primera vez dentro de la Orden por lo que había pasado? 

 

Comenzó a principios de 2015. 

 

¿Se abrió un proceso interno? 

 

Al principio no, el caso fue llevado al Gran Maestre, y él, personalmente, instituyó una comisión de investigación compuesta por tres personas. 

 

¿Todo esto sucedió después del nombramiento del cardenal Burke como patrono?  

  

Sí, inmediatamente después. 

 

Usted dijo que la Santa Sede no ha querido inmiscuirse en el gobierno interno de la Orden, pero que fue involucrada. ¿Qué sucedió? 

 

El involucramiento se dio en dos niveles. En primer lugar, el Gran Maestre me pidió la renuncia comunicándome que la Santa Sede insistía. Y esto no era cierto. Las autoridades vaticanas advirtieron la necesidad de aclarar la situación. Se vieron involucradas cuando supieron que la petición de mi renuncia había sido hecha en nombre de la Santa Sede, obviamente tuvieron que desmentir. En segundo lugar, después de la acción del Gran Maestre, algunas asociaciones y prioratos de la Orden de Malta escribieron al Vaticano para pedir ayuda, para pedir una intervención. 

 

¿De dónde surgieron estas peticiones? 

 

Creo que algunas provenían de América, de Australia y un par de Europa. 

 

Entonces el Gran Maestre le dijo que la Santa Sede quería su renuncia? 

 

Sí. 

 

¿Qué papel ha tenido el cardenal Burke? 

  

En ese momento el cardenal Burke era el representante de la Santa Sede ante la Orden. Sé que él insistió para que yo renunciara y fue bienvenido. 

 

¿Durante este proceso el cardenal Burke ha presentado al gobierno de la Orden la carta del Papa en la que pedía resolver la cuestión internamente, con el diálogo?  

 

Sí, el cardenal entregó la carta del Papa al Gran Maestre, y él se la dio a los miembros del Soberano Consejo para que la leyeran. 

 

Pero en esa carta Francisco no afirmaba que usted tenía que renunciar… 

 

No, de hecho. En realidad afirmaba lo contrario. Pedía actuar con una consulta interna y resolver el problema con el diálogo dentro de la Orden. Pero la carta presuponía que el proyecto había seguido adelante, porque decía, entre otras cosas: si todavía hay problemas, el cardenal Burke deberá consultar a las personas para resolverlos. Cuando la carta llegó, en realidad el proyecto ya se había terminado, y ano había problemas. 

 

¿Cómo fue posible presentar a los miembros de la Orden esta carta y al mismo tiempo decir que la Santa Sede quería su renuncia? 

 

No sabría qué responderle. 

 

¿Fue por esta razón, es decir por esta representación poco fiel de la realidad, que la Santa Sede decidió de intervenir instituyendo una comisión guiada por el arzobispo Silvano Tomasi? 

 

Sí, pero a esa comisión se llegó por grados. Lo primero que hizo la Santa Sede fue explicarle al Gran Maestre: nuestra petición de renuncia no existe, por favor actúe según lo indicado. Y no sucedió nada- Entonces la Santa Sede le propuso al Gran Maestre que constituyera una comisión mixta, con representantes del Vaticano y de la Orden, y tal vez también con la presencia de un delegado del cardenal Burke. Las autoridades vaticanas, contemporáneamente, me preguntaron si habría estado dispuesto a dejar mi encargo durante el trabajo de esta comisión mixta. Yo respondí que sí. Pero el Gran Maestre Festing no estaba de acuerdo. No quiso aceptar esta propuesta de la Santa Sede. Así, después de su rechazo, se constituyó una comisión solo vaticana para aclarar qué había sucedido. Se puede ver, pues, que el Santo Padre fue involucrado paso a paso: él trataba de resolver el problema. 

 

¿Y resultó que usted no tenía culpas sobre la historia de los condones? 

 

Este fue el resultado. 

 

Entonces, ¿por qué el Gran Maestre, de acuerdo con el cardenal Burke, trató de expulsarlo? 

 

Yo creo que había dos razones. Y una tiene que ver con el cardenal, él siempre ha pensado que yo era responsable por la distribución de los preservativos. Pero nunca me llamó, no quería escuchar lo que tenía que decir al respecto. No me pidió nunca aclaraciones. Fui yo el que pidió un encuentro con él, el que pidió ser escuchado por él para explicarle cómo habían sido los hechos. Pero creo que no me creyó. El cardenal nunca se reunió con nadie de la Malteser International para comprender cómo habían sido las cosas. Nunca. No sé por qué, tal vez ya había tomado su decisión. En relación con el Gran Maestre hay otras razones. Es decir una distancia cada vez mayor, un abismo cada vez mayor entre él y la mayoría del Soberano Consejo. Había problemas entre él y el gobierno de la Orden. Esta distancia se fue haciendo cada vez más grande. La cuestión de los preservativos fue solo un pretexto. Se me consideraba el responsable de esta distancia que existía entre él y el gobierno de la Orden. 

 

Después del nombramiento de la comisión de la Santa Sede trataron de desacreditarla. Se habló de una historia relacionada con una jugosa herencia, que habría sido el verdadero motivo de la crisis y del interés del Vaticano… 

 

La historia es esta. Había una fundación caritativa en Suiza que administraba una herencia de 120 millones de euros. El dinero probablemente llegaba de Lichtenstein. La característica de este fideicomiso era que la persona que había donado el dinero no había establecido cómo utilizarlo, solamente había presentado una lista de deseos, pero que no era legalmente vinculante. El fiduciario podía usar el dinero sin atenerse a las indicaciones. En una de estas se decía que el 25 por ciento de la herencia habría ido a la Orden de Malta. El «complaiant officer» del fiduciario que administraba el fideicomiso fue destituido y antes de dejar su oficio se llevó algunos documentos, entre los que estaba el del fideicomiso. Y, con otras personas, trató de sobornar al fiduciario, diciendo que quería quedarse con el dinero, sin distribuirlo, porque nadie sabía nada de este fideicomiso. Un abogado de París contactó a las instituciones indicadas en la lista de deseos para convencerlos a tomar medidas legales en contra del fiduciario. Todos los beneficiarios, y también mi predecesor, dieron el mandato a este abogado para que comenzara el procedimiento. Las autoridades judiciales en Ginebra secuestraron el dinero, que todavía está bloqueado. El problema se resolverá dentro de poco: en tiempos breves se llegará a firmas un acuerdo con el fideicomiso. El procurador en Ginebra verificó que el dinero no es sucio, no hay problemas judiciales o riesgos. El dinero podrá ser utilizado para nuestros proyectos. 

 

¿Por qué fue utilizado este caso en su contra y en contra de la Santa Sede? 

 

La razón es esta: por un breve periodo a monseñor Tomasi se le pidió ayuda para obtener un acuerdo entre el fiduciario y la Orden de Malta. Eso es todo. Además la oficina ante las Naciones Unidas en Ginebra tiene el propio fideicomiso, una fundación para ayudar financieramente la misión de la Santa Sede en Ginebra. Se confundieron las dos cosas, pero no tenían nada que ver. 

 

Otra posible explicación para lo que sucedió: las tensiones entre los grupos alemán e inglés dentro de la Orden. ¿Qué puede decir al respecto? 

 

Es una representación muy artificial. Hay un grupo alrededor del Gran Maestre que lo aha afirmado: como yo soy alemán y tengo muchos simpatizantes en Alemania, fue fácil construir esta idea. Para responder bastaría recordar que entre los que firmaron la carta con la que se pedía la intervención de la Santa Sede está el presidente de la asociación británica. 

 

¿Cuál es el papel del cardenal Burke después del nombramiento del delegado papal Becciu? 

 

Es difícil encontrar las palabras adecuadas. Diría que el encargo del cardenal Burke en este momento está, de hecho, suspendido. El Santo Padre escribió que Becciu es su único portavoz ante la Orden. La conclusión no escrita que se puede deducir es que por el momento el cardenal Burke no puede hablar en nombre del Papa a la Orden de Malta. 

 

¿Todavía tiene sentido en nuestros días una Orden caballeresca como la de Malta? ¿Cómo justificaría la existencia en el tercer milenio de una institución como esta? ¿Es verdaderamente necesaria? 

 

Yo o quisiera utilizar la palabra «necesaria», sino «útil». En los últimos treinta años, la actividad de la Orden se ha triplicado. Y este desarrollo es la prueba de la necesidad que existe. Nosotros somos una de las pocas organizaciones internacionales que no pueden ser identificadas con una nación, y esto, especialmente cuando se interviene en zonas de conflicto, es verdaderamente importante. Es diferente que ser neutral, significa ser independientes de cualquier realidad nacional. La gente en la guerra tiene un sexto sentido para comprender quién es independiente. Nuestra única prioridad es ayudar, y nuestro estatus subraya justamente esto, y es verdaderamente útil para tener contactos directos con los gobiernos, actuando en diferentes niveles, con credibilidad. Para muchas actividades es crucial. Le pongo el ejemplo del Líbano: está claro para todos que somos católicos y cuáles son las motivaciones que nos impulsan, vinculadas con nuestra fe, pero tenemos clínicas en las que hay chiitas, sunitas… todos. Porque reconocen nuestro propósito de ayudar y nada más. Hay grupos que no se hablan entre sí, pero hablan con nosotros. Es el poder de los sin poder, nosotros no tenemos poder y ellos no tienen miedo. 

 

¿Deben cambiar sus estatutos? 

 

Debemos ver cuáles partes de nuestras constituciones deben ser reformadas. Una es probablemente la estructura del gobierno de la Orden y la otra fue mencionada por el Papa en su última carta, y se relaciona con las reglas para los caballeros profesos. 

 

¿Y qué es lo que hay que reformar? 

 

Debemos revisar el sistema de vigilancia y contrapesos, para evitar que lo que sucedió pueda repetirse. 

 

En la ya famosa primera carta del Papa, cuyo texto íntegro no es conocido, se habla de asociaciones en contra de la Iglesia. Una manera de decir masonería. ¿Hay problemas en este sentido dentro de la Orden? 

 

Es verdaderamente difícil responder. Nosotros le pedimos a todos los que quieren convertirse en miembros de la Orden que declaren y firmen específicamente una declaración en la que afirman que no forman parte de ninguna organización que esté fuera de la Iglesia. Además para cada candidato es necesario el parecer favorable del ordinario del lugar, es decir de su obispo. Ya hemos tomado medidas en este sentido, pero, obviamente, si la persona declara falsedades, y el obispo tampoco está al corriente, es difícil enterarse de estas pertenencias. Está clarísimo que la pertenencia a estas organizaciones no puede ser conforme ni compatible con la pertenencia a la Orden de Malta. Y en el caso de que esto surja, las personas deben abandonar la Orden. Hay una disciplina para la expulsión. 

 

¿Por qué surgió este problema en la crisis reciente? 

 

No tengo idea. 

 

¿Fue utilizado este argumento en su contra? 

 

No, nunca. Nunca. Pedí en el Vaticano: si tienen indicaciones claras que debamos saber al respecto, dígannoslas. Nosotros no podemos actuar si no sabemos contra quién y dónde. 

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