El Papa: es triste cuando los católicos se sienten perfectos

El Papa: es triste cuando los católicos se sienten perfectos

Al final de la Audiencia general expresó su deseo de que «cese toda forma de odio y de violencia» en contra de los cristianos en Nigeria y República Centroafricana

Por IACOPO SCARAMUZZI

Es «triste» que también en la actualidad haya «tantos católicos» que, como los escribas de la época de Jesús, «se creen perfectos y desprecian a los demás». Lo dijo el Papa Francisco durante la Audiencia general en el Aula Pablo VI, en la que subrayó que mucha gente «perdura también hoy en una vida equivocada porque no encuentra a nadie disponible a mirarlo o verlo de modo diverso, con los ojos, mejor dicho, con el corazón de Dios, es decir, mirarlos con esperanza», y recordó que la Iglesia, siguiendo la huella de Jesús que se acerca a los pecadores, «es un pueblo de pecadores que experimentan la misericordia y el perdón de Dios». Al final de la catequesis, el Pontífice argentino hizo un fuerte llamado para que «cese toda forma de odio y de violencia» en Nigeria y «que no se repitan nunca más crímenes tan vergonzosos, perpetrados en lugares de culto, donde los fieles se reúnen para rezar».  

 

El Papa prosiguió con su ciclo de catequesis dedicado a la esperanza cristiana y reflexionó sobre el relato evangélico en el que Jesús realiza un gesto «escandaloso» al aceptar, mientras se encuentra como huésped en la casa de Simón en fariseo, que una prostituta se incline a sus pies y derrame aceite perfumado: «Todos los que estaban ahí en la mesa murmuraban: si Jesús es un profeta, no debería aceptar gestos de este género de una mujer como esta. Desprecio. Aquellas mujeres, pobrecitas, que sólo servían para ser visitadas a escondidas, incluso por los jefes, o para ser lapidadas. Según la mentalidad de ese tiempo, entre el santo y el pecador, entre lo puro y lo impuro, la separación tenía que ser neta. Pero la actitud de Jesús es diversa. Desde el inicio de su ministerio en Galilea, Él se acerca a los leprosos, a los endemoniados, a todos los enfermos y los marginados. Un comportamiento de este tipo no era para nada habitual, tanto es así que esta simpatía de Jesús por los excluidos, los “intocables”, será una de las cosas que más desconcertaran a sus contemporáneos». El Papa recordó: «Cuánta gente perdura también hoy en una vida equivocada porque no encuentra a nadie disponible a mirarlo o verlo de modo diverso, con los ojos, mejor dicho, con el corazón de Dios, es decir, mirarlos con esperanza». 

 

 

Jesús, por el contrario, «ve una posibilidad de resurrección incluso en quien ha acumulado tantas elecciones equivocadas. Jesús siempre está ahí, con el corazón abierto; donando esa misericordia que tiene en el corazón; perdona, abraza, entiende, se acerca… ¡Eh, así es Jesús!». Los Evangelios «registran las primeras reacciones negativas en relación a Jesús justamente cuando Él perdonó los pecados de un hombre. Era un hombre que sufría doblemente: porque no podía caminar y porque se sentía “equivocado”. Y Jesús —insistió el Papa— entiende que el segundo dolor es más grande que el primero, tanto que lo acoge enseguida con un anuncio de liberación: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Libera de aquel sentimiento de opresión de sentirse equivocado. Es entonces que algunos escribas (aquellos que se creen perfectos: yo pienso en tantos católicos que se creen perfectos y desprecian a los demás… es triste esto) algunos escribas allí presentes se escandalizan por las palabras de Jesús, que suenan como una blasfemia, porque sólo Dios puede perdonar los pecados». 

  

 

«Nosotros que estamos acostumbrados a experimentar el perdón de los pecados, quizás demasiado a “buen precio”», subrayó Francisco, «deberíamos algunas veces recordarnos cuanto le hemos costado al amor de Dios. Cada uno de nosotros ha costado bastante: ¡la vida de Jesús! Él lo habría dado por cada uno de nosotros. Jesús no va a la cruz porque cura a los enfermos, porque predica la caridad, porque proclama las bienaventuranzas. El Hijo de Dios va a la cruz sobre todo porque perdona: perdona los pecados, porque quiere la liberación total, definitiva del corazón del hombre. Porque no acepta que el ser humano consuma toda su existencia con este “tatuaje” imborrable, con el pensamiento de no poder ser acogido por el corazón misericordioso de Dios».  

 

Los pecadores no solo son «consolados a nivel psicológico», sino que Jesús les ofrece «la esperanza de una vida nueva»: «Mateo el publicano se convierte en apóstol de Cristo: Mateo, que era un traidor de la patria, un explotador de la gente. Zaqueo, rico corrupto: este seguramente tenía un título en coimas, ¿eh?, Zaqueo, rico corrupto de Jericó, se transforma en un benefactor de los pobres. La mujer de Samaria, que tenía cinco maridos y ahora convive con otro, recibe la promesa del “agua viva” que podrá brotar por siempre dentro de ella» 

  

El Papa concluyó la catequesis afirmando que «nos hace bien pensar que Dios no ha elegido como primera amalgama para formar su Iglesia a las personas que no se equivocan jamás. La Iglesia es un pueblo de pecadores que experimentan la misericordia y el perdón de Dios. Pedro ha entendido más la verdad de sí mismo al canto del gallo, en vez que de sus impulsos de generosidad, que le henchían el pecho, haciéndolo sentir superior a los demás. Hermanos y hermanas, somos todos pobres pecadores, necesitados de la misericordia de Dios que tiene la fuerza de transformarnos y devolvernos la esperanza, y esto cada día». 

  

Después de la catequesis, el Papa Francisco hizo un llamado para poner fin a la violencia en contra de las comunidades cristianas en Nigeria y en la República Centroafricana: «Me causó profundo dolor la matanza que ocurrió el pasado domingo en Nigeria, en el interior de una iglesia, donde fueron asesinadas personas inocentes. Desgraciadamente hoy por la mañana llegaron noticias de violencias homicidas en contra de las comunidades cristianas en la República Centroafricana. Deseo que cese toda forma de odio y de violencia y que no se repitan nunca más crímenes tan vergonzosos, perpetrados en lugares de culto, donde los fieles se reúnen para rezar. Pensemos en nuestros hermanos y hermanas en Nigeria y en la República Centroafricana, y recemos por ellos todos juntos». 

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