El Papa tras atentado en Estambul: que Dios sostenga la paz

El Papa tras atentado en Estambul: que Dios sostenga la paz

«Recemos por las víctimas, por los familiares y por el querido pueblo turco». En el Ángelus de la Solemnidad de los santos Pedro y Pablo Francisco insistió: «¡Tenemos mucha necesidad de paz!»

Por IACOPO SCARAMUZZI - CIUDAD DEL VATICANO

El Papa rezó por la paz después del atentado que sacudió ayer por la noche Turquía. «Queridos hermanos y hermanas, ayer por la noche, en Estambul, se llevó a cabo un atroz ataque terrorista que ha matado y herido a muchas personas. Recemos por las víctimas, por los familiares y por el querido pueblo turco. Que el Señor convierta los corazones de los violentos y sostenga nuestros pasos sobre la vía de la paz.  Recemos todos en silencio». Fueron las palabras que pronunció el Pontífice después de la oración mariana en este día de la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo. Todos juntos, el Pontífice y los fieles y peregrinos presentes en la Plaza San Pedro, rezaron un Ave María.

Antes de la oración mariana, el Papa habló a los fieles de la Solemnidad de los santos patronos de Roma: «Sobre la fe de estos dos Apóstoles —explicó— se funda la Iglesia de Roma, que desde siempre los venera como patronos. Sin embargo, es toda la Iglesia universal la que mira hacia ellos con admiración, considerándolos dos columnas y dos grandes luces que brillan, no sólo en el cielo de Roma, sino en el corazón de los creyentes de Oriente y de Occidente. En la narración de la misión de los Apóstoles, el Evangelio nos dice que Jesús los envió de dos en dos (cfr Mt 10,1 – Lc 10,1). En cierto sentido, también Pedro y Pablo, desde Tierra Santa, fueron enviados hasta Roma, para predicar el Evangelio. Eran dos hombres muy distintos entre sí: Pedro «un humilde pescador». Pablo «maestro y doctor», como reza la liturgia de hoy. Pero si aquí en Roma conocemos a Jesús, si la fe cristiana es parte viva y fundamental del patrimonio espiritual y de la cultura de este territorio, se debe al coraje apostólico de estos dos hijos del Cercano Oriente. Ellos, por amor de Cristo, dejaron su patria y descuidando las dificultades del largo viaje y de los riesgos y de la desconfianza que habían de encontrar, llegaron a Roma. Aquí se hicieron anunciadores y testigos del Evangelio entre la gente y sellaron con el martirio su misión de fe y caridad. Pedro y Pablo vuelven hoy idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta Ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones. Quieren volver a traer a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz ¡Tenemos tanta necesidad de ello! ¡Acojamos su mensaje! ¡Atesoremos su testimonio! La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos. Durante la Santa Misa, en la Basílica de San Pedro, esta mañana, he bendecido los Palios de los Arzobispos Metropolitanos nombrados en el último año, provenientes de diversos países. Renuevo mi saludo y les deseo a ellos, a sus familiares y a cuantos los han acompañado en esta peregrinación. Y los aliento a proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio, en comunión con toda la Iglesia y en especial con la Sede de Pedro, como expresa precisamente el signo del Palio. En la misma celebración, he acogido con alegría y afecto a los Miembros de la Delegación llegada a Roma en nombre del Patriarca Ecuménico, el queridísimo hermano Bartolomeo. También esta presencia es signo de los fraternos lazos que existen entre nuestras Iglesias. Oremos para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el testimonio común. A la Virgen María, ‘Salus Populi Romani’, encomendamos hoy al mundo entero, y, en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».

Al concluir la oración del Ángelus, Francisco, después de haber rezado por las víctimas del atentado en Estambul, recordó la Conferencia Internacional sobre las Inversiones Responsables de Impacto Social, que se llevó a cabo en estos días gracias a la iniciativa del Pontificio Consejo Justicia y Paz y del Catholic Relief Service, titulada «Convertir el Año de la Misericordia en un año de impacto para los pobres»: «Que puedan —dijo Francisco— las inversiones privadas, y las públicas, favorecer la superación de la pobreza de tantas personas marginadas».

Comentá la nota