El Papa también en campaña

El Papa también en campaña

El mensaje de Francisco que escucharon María Eugenia Vidal y Jorge Triaca. la interna de Cambiemos. Y los pasos de Randazzo y Massa en el exterior.

“A Cristina había que abrazarla para que no chocase; a ustedes hay que recordarles todos los días que no se olviden de los pobres”. Este dictamen de Francisco recorre en las últimas horas los corrillos del oficialismo, que en la última semana tuvo a personeros del primer nivel en las soledades de Santa Marta. En menos de 48 horas María Eugenia Vidal y Jorge Triaca escucharon las confesiones del Papa, que son más interesantes que las que éste pudo oír a esos dos enviados de Mauricio Macri. Los dos tienen justificación para el viaje. Ella tiene lazos desde que compartían poder en la ciudad de Buenos Aires y la actual gobernadora se ocupaba de los pobres, dominio en el cual los sacerdotes se sienten con fuero especial. Argumentó que su viaje era secreto, en pleno Carnaval, pero que la deschavaron unas azafatas de Alitalia. El ministro de Trabajo guarda relación familiar con Bergoglio a través de su madre, Haydée, y llevó a sus dos hijas a que conocieran el pontífice: “Lo habían conocido como cardenal; como Papa fue la primera vez”. Triaca viajó desde Madrid, adonde había acompañado a Macri, y dice tener en su agenda una reunión privada cada seis meses, para rendirle un informe de cómo van las cosas. Los dos guardan con hermetismo esas confesiones papales y reivindican una frase de Francisco: “No tengo vocero”. Como no los tiene, importa el diagnóstico que se hace Francisco y por dónde van sus preguntas. Los interrogó, por ejemplo, sobre Cristina de Kirchner y su lugar en peronismo. En la mesa de arena de Santa Marta hay mapas que describen al oficialismo y a la oposición como ejércitos en organización.

Miedo al vacío de poder

A Bergoglio le inquieta desde el final del gobierno kirchnerista, la suerte del sucesor en el control de la calle. Antes de ahora, les ha confesado a otros enviados macristas, como Esteban Bullrich, que su inquietud es que el gobierno de Cambiemos no tuviera la capacidad de contener desbordes. Es una prueba que el oficialismo ha pasado honorablemente en el primer año de gobierno. Ese infierno que presumieron muchos de un país paralizado después de una elección tan dividida como fue la presidencial, no ocurrió. Ahora en Roma preocupa que la división de los dos campos vuelva a generar descontrol social, algo que la Iglesia tiene siempre como el principal de los males, como una afrenta a la paz, bien supremo. En el informe que los viajeros le rindieron a Macri figura la inquietud de Francisco por las disidencias internas de Cambiemos. ¿Qué sabe el Papa de lo que pasa en esa liga? La secretaría de Estado le prepara un informe cada quince días elaborado desde Buenos Aires por el episcopado y la UCA. El propio Francisco, además, fatiga los teléfonos y escucha quejas, reclamos, diagnósticos profecías, que completa con la lectura de diarios de Buenos Aires, que lee al día siguiente de su aparición y en papel, una rareza en este Papa, cuya gestión descansa en un sofisticado sistema de comunicación virtual, que usa todas las redes que permite la tecnología. ¿Qué ve el Papa? Lo mismo que ve el público por acá: que el gobierno tira hacía un lado, que los radicales hacia otro, y Elisa Carrió (a quién ponderó ante uno de los visitantes como valiosa pero exagerada por momentos) va por allá. En ese estado, el gobierno puede quedar inerme ante el peronismo, en particular si la división que muestra hoy hace prosperar al cristinismo extremo. En esa mesa de arena de Santa Marta, el equilibrio es la clave de la estabilidad. La amenaza de desequilibrio justifica este interés de Bergoglio por tener relatos directos de lo que pasa por acá. A eso ayudará, le dijo a uno de los viajeros, que no venga al país este año. “Es un año electoral. Después veremos”. En ese ánimo se explica que pasase por allá, antes que estos macristas, Florencio Randazzo; también que Francisco consintiese con una sonrisa la expresión de uno de los viajeros cuando repitió la consigna: Massa no es confiable. De paso, Massa como Randazzo, se tomó vacaciones todo marzo. Se fue a Israel y el 18 parte a China junto a Diego Bossio y Martín Redrado. Roba cámara para estar en ese país antes que Macri, que viaja en mayo.

Decoradores vs. urbanistas

La avalancha de retórica con los discursos de inauguración legislativa, despertó la pasión de los protagonistas, y sus observadores, sobre el marketing político. Los discursos fueron desmenuzados con precisión digna de mejor causa, pero el gobierno se ocupó de direccionar el sentido de lo que dijo Macri ante el Congreso: es un lanzamiento de campaña. Como si todo lo que hacen los políticos en un año de elecciones no fuera un acto de campaña. Oficialismo y oposición, además, no han elaborado aún su estrategia; por eso la pirotecnia domina por sobre la reflexión y desnuda el pánico de uno lado y del otro. En el oficialismo, el estallido de Cambiemos después del caso Correos y las jubilaciones, siguió produciendo efectos dañinos. A la Casa de Gobierno la puso al borde del pánico cuando terminó el arbitraje de encuestas que comenzó hace 20 días – al conocerse el caso Socma – y cerró esta semana. Los números van de 10 a 15 puntos de caída de imagen del presidente. ¿Cuál es el reproche? Uno, vago, es la idea de que hay un chanchullo familiar, aunque pocos entiendan de qué se trata; el otro, que el gobierno calla cuando debería explicar. Las encuestas de las tres empresas cuyos números tuvo el gobierno – oficina de Marcos Peña – muestran cierta recuperación después de la conferencia del Presidente anterior a su viaje a España. Esto convalidó el reproche de los aliados del Congreso, de que Macri debió hablar antes y no especular con que la marea bajaría. Al pánico, en política, lo intenta remediar el marketing, que es un oficio para decoradores. Pero lo soluciona la estrategia, que es oficio de urbanistas, que es lo parece faltarle en este momento al gobierno.

“Un pozo de aire”

El primer diagnóstico de la mesa chica es que esta caída de prestigio es apenas “un pozo de aire” y que se recuperará pronto. Para ese sector del gobierno – ligado al ala empresarial – la clave está en jugar las mismas cartas que revirtieron el “negativo” que mostraba Macri cuando era candidato a presidente y el público desconfiaba de él. Son las cartas que provee el marketing, y el gobierno las desplegó con toda estridencia en la reunión del jueves de los gabinetes nacional, de Buenos Aires y de la CABA en el Centro Kirchner: coaching emotivo al son de lemas como “agárrense de las manos”, “yo tengo fe”, “sí se puede”, “creo en ti”, “si alguien llora todos lloramos”, etc. “Sólo faltaba el góspel”, comentó un asistente al que aún le duelen las mataduras de tantos años de hacer política. Como esos mecanismos han funcionado antes, no hay quien convenza a los personeros del gobierno de que la pelea que se viene se libra con urbanistas y no con decoradores. Y menos con retoques de superficie como los que muestran los personajes que vuelven de las vacaciones con peinados diferentes, como Mario Quintana, los esbozos del bigote de espadachín de Marcos Peña, o el atuendo renovado de Vidal que sorprendió a los asistentes del jueves.

Divididos

No sirvió mucho el encuentro de Olivos con los bloques de Cambiemos, que es donde se alberga el pensamiento estratégico. La tribu de los políticos tiene un pliego de reproches a la mesa chica que no tiene respuesta. Ni en el nivel de la anécdota. “¿Te dijo algo Mauricio del reportaje de Blanck en Clarín?”, le preguntaron a Monzó. “Nada, nada de nada”, respondió. En esa charla el jefe de los diputados había sancionado: “Ya está bien con el marketing, ahora precisamos estadistas, no candidatos”. Los políticos advierten que en la mesa chica han acusado recibo de los errores cometidos, pero sólo en los diálogos que tienen entre sí. Los entornistas del Presidente no lo admiten, salvo en algún corrillo en el que cruzan bromas. ¿Habrá más participación de los políticos en las decisiones? Por ahora sólo ven caricias de Macri. Todo caudillo es un manipulador. Entre el viaje a España y el fin de semana largo, seguido de discursos, no hubo reuniones de coordinación de gabinete en casi todo febrero. Son la oportunidad en la que se ven la cara la tribu de los CEOs y los políticos. Así se han evitado cruces severos sobre el “poco de aire”. Esas reuniones vuelven el martes y será una prueba de convivencia en lo que muchos esperan que abra una nueva etapa. El miércoles Peña y Mario Negri acordaron que el fin de semana del 17/18 haya una cumbre de los jefes partidarios de la Alianza para cerrar la estrategia de campaña. “No será un malón”, se escuchó en la oficina de Peña, “pero tienen que estar todos los distritos porque empieza el juego en serio”. Será la vuelta de algunos de los estrategas de Cambiemos, que han evitado esas mesas. Ya no estuvo Carrió en Olivos el martes (prefirió un asado con amigos que la dejan fumar). Tampoco Ernesto Sanz, a quien esperaban en Cartagena de Indias con Jesús Rodríguez y Lilia Puig para una cumbre internacional de la social-democracia. Rodríguez expuso sobre la necesidad de las coaliciones transgénicas (Gustavo Marangoni dixit) como Cambiemos, para enfrentar al populismo en países como la Argentina y Chile, y si te gusta también Alemania.

Debut y despedida

En esta dialéctica que marketineros y estrategas hay que anotar el tono del discurso de Macri ante el Congreso. Es una pieza de pirotecnia de baja intensidad, pero ajustado a una estrategia: el oficialismo se despide del Congreso. Siendo Cambiemos minoría, tiene que minimizar todos los riesgos de derrotas en el recinto. “Habrá cinco o seis sesiones en Diputados en todo el año”, dice Negri, optimista. “Vamos a estar a la defensiva en el Congreso al máximo; hay que evitar exposición”, agregó este fin de semana Rogelio Frigerio en Mendoza, adonde no lo convenció a Macri a que viajase. Pudo hacerlo, es territorio propio del oficialismo, pero no hay mucho ánimo de fiesta. El peronismo dio una muestra de lo que puede venir. El miércoles, después del discurso de Macri, Miguel Pichetto recibió en el Senado a la CGT, que fue con el documento de rechazo a la política económica del gobierno. Logró sumar al margarista Jaime Linares, a Adolfo Rodríguez Saá, a la neuquina Lucila Crexell, además del Frente para la Victoria. Un completo arco que unifica en un punto a la oposición, que está dividida en todo lo demás. En esto de minimizar riesgos entra otro compromiso: Donald Trump le pidió a Macri, cuando lo llamó hace diez días, que fuera a verlo a él antes de viajar a China. Debería ser ahora. Pero en gobierno se preguntan: ¿qué sentido tiene una foto con el político más desprestigiado del mundo? ¿Es necesario?

Comentá la nota