El Papa reza por víctimas del centro de Italia y agradece a los socorristas

El Papa reza por víctimas del centro de Italia y agradece a los socorristas

Francisco durante el Ángelus: «cada uno está llamado a convertirse, transformando su propio modo de pensar y de vivir. No se trata de cambiar la vestimenta, sino las costumbres». Todos «los espacios son terreno en el que arrojar las semillas del Evangelio»

DOMENICO AGASSO JR.CIUDAD DEL VATICANO

«Cada uno está llamado a convertirse, transformando su propio modo de pensar y de vivir. No se trata de cambiar la vestimenta, sino las costumbres». Todos «los espacios son terreno en el que arrojar las semillas del Evangelio». Lo afirmó Papa Francisco en el Ángelus de este domingo 22 de enero de 2017 desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico. El Pontífice aprovechó la ocasión también para invitar a rezar (un Ave María) por las víctimas del terremoto y de las fuertes nevadas que han caído en el centro de Italia y también por los socorristas, a quienes agradeció vivamente.

El obispo de Roma comenzó recordando la página del Evangelio de hoy, que narra « el inicio de la predicación de Jesús en Galilea. Él deja Nazaret, un pueblo en las montañas, y se establece en Cafarnaúm, un centro importante en las orillas del lago, habitado en su mayoría por paganos, punto de cruce entre el Mediterráneo y el interior del país mesopotámico».

Esta es una decisión significativa: «los destinatarios de su predicación no son sólo sus compatriotas, sino cuantos arriban a la cosmopolita “Galilea de los gentiles”. Vista desde la capital Jerusalén, aquella tierra es geográficamente periférica y religiosamente impura, debido a la mezcla con los que no pertenecían a Israel. Desde Galilea no se esperaban desde luego grandes cosas para la historia de la salvación»; en cambio, «precisamente desde allí se difunde aquella “luz” sobre la que hemos meditado en los domingos pasados: la luz de Cristo».

El mensaje de Cristo «reproduce el del Bautista, proclamando el “Reino de los Cielos”. Este Reino —recordó Papa Francisco— no implica el establecimiento de un nuevo poder político, sino el cumplimiento de la alianza entre Dios y su pueblo, que inaugurará una temporada de paz y de justicia. Para estrechar este pacto de alianza con Dios, cada uno está llamado a convertirse, transformando su propio modo de pensar y de vivir. No se trata de cambiar la vestimenta, sino las costumbres».

La diferencia entre el Hijo de Dios y San Juan Bautista es «el estilo y el método. Jesús elige ser un profeta itinerante. No se queda esperando a la gente, sino que se mueve hacia ella. Sus primeras salidas misioneras se producen a lo largo del lago de Galilea, en contacto con la multitud, en particular con los pescadores». Y allí, el Hijo de Dios «no sólo proclama la venida del reino de Dios, sino que busca compañeros que se asocien a su misión de salvación. En este mismo lugar encuentra a dos parejas de hermanos: Simón y Andrés, Santiago y Juan; los llama diciendo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”». La llamada, recordó, «les llega en medio de sus actividades cotidianas: el Señor se revela a nosotros no en modo extraordinario o sensacional, sino en la cotidianidad de nuestra vida».

La respuesta de los cuatro pescadores «es inmediata y rápida: “Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”». Y por ello, continuó, «nosotros, los cristianos de hoy en día, tenemos la alegría de anunciar y de dar testimonio de nuestra fe, porque existió ese primer anuncio, porque existieron esos hombres humildes y valientes que respondieron generosamente a la llamada de Jesús. En las orillas del lago, en una tierra impensable, nació la primera comunidad de discípulos de Cristo. Que la conciencia de estos inicios inspire en nosotros el deseo de llevar la palabra, el amor y la ternura de Jesús a cada contexto, incluso a aquel más impermeable y resistente. Todos los espacios del vivir humano —afirmó Francisco— son terreno en el que arrojar las semillas del Evangelio, para que dé frutos de salvación».

Después del Ángelus el Papa recordó que «estamos en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Este año tiene como tema una expresión de San Pablo, que nos indica el camino a seguir. Y dice así: “El amor de Cristo nos empuja a la reconciliación”. El próximo miércoles concluirá la Semana de Oración con la celebración de las Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros, en la que participarán los hermanos y las hermanas de otras Iglesias y Comunidades cristianas presentes en Roma. Les invito a perseverar en la oración, con el fin de cumplir el deseo de Jesús: “Que todos sean uno”».

Después, el Pontífice recordó «el terremoto y las fuertes nevadas» que en los últimos días «han puesto de nuevo a dura prueba a muchos de nuestros hermanos y hermanas en el centro de Italia, especialmente en Abruzzo, Marche e Lazio. Estoy cerca con la oración y el afecto a las familias que han tenido víctimas entre sus seres queridos». Francisco animó a todos los que «están trabajando para aliviar el sufrimiento y las dificultades. Muchas gracias por esta cercanía, por su trabajo y la ayuda concreta que aportan. ¡Gracias! Y les invito a rezar juntos a la Virgen por las víctimas y también por los que con gran generosidad se comprometen en las operaciones de socorro».

El Papa también saludó a los «socios de la Unión Católica de Enseñantes, Dirigentes, Educadores y Formadores, que concluyeron el 25o Congreso Nacional, y espero para ellos un fructuoso trabajo educativo, en colaboración con las familias». «¡Siempre!», añadió.

Para concluir, como acostumbra, se despidió de los fieles pidiéndoles que recen por él.

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