El Papa pide que se termine el "escándalo" de la división entre los cristianos

El Papa pide que se termine el

En el cierre de su visita a Armenia, Francisco participó de la misa de los ortodoxos; exhortó a "que brote en todos un fuerte anhelo de unidad

 

CHMIADZIN, Armenia.- Confirmando la fuerte dimensión ecuménica de este viaje a Armenia, que concluye hoy, Francisco hizo un fuerte llamado a poner fin al "escándalo" de la división de los cristianos.

Ocurrió al final de la divina liturgia -la misa de los ortodoxos- a la que el Papa participó en el patio del Palacio Apostólico de esta ciudad que se levanta 18 kilómetros al oeste de Erevan, sede del llamado "Vaticano de los armenios" y el corazón histórico de la Iglesia Apostólica Armenia.

En su discurso, en efecto, al citar a san Gregorio de Narek -poeta, filósofo y teólogo armenio del siglo X, que proclamó el año pasado doctor de la Iglesia-, Francisco pidió que "se disuelvan por el fuego del amor y la unidad los motivos de nuestro escándalo, sobre todo, la falta de unidad entre discípulos de Cristo".

Exhortó, además, "que brote en todos un fuerte anhelo de unidad, una unidad que no debe ser ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno, para manifestar a todo el mundo el gran misterio de la salvación llevada a cabo por Cristo". "Acojamos la llamada de los santos, escuchemos la voz de los humildes y los pobres, de tantas víctimas del odio que sufrieron y sacrificaron sus vidas a causa de su fe; tengamos el oído abierto a las jóvenes generaciones, que anhelan un futuro libre de las divisiones del pasado", insistió.

Antes, agradeció la hospitalidad del Patriarca armenio Karekin II -que, como había hecho con san Juan Pablo II en 2001, lo alojó en su residencia-, pero sobre todo, su cercanía. "Nos hemos encontrado, nos hemos abrazado fraternalmente, hemos rezado juntos y compartido los dones, las esperanzas y las preocupaciones de la Iglesia de Cristo, cuyo corazón oímos latir al unísono, y en la que creemos y sentimos como una", dijo.

Karekin II, a su turno, agradeció al Papa su "fraterna" visita. "Nosotros y nuestro pueblo siempre rezaremos por tí, amado hermano, y por tus esfuerzos hacia la paz y la prosperidad de la humanidad, y por el avance de la Iglesia de Cristo", dijo. "Que Dios pueda darte fuerza, bendiga nuestras iglesias en el amor y colaboración y que pueda garantizarnos nuevas oportunidades para testimoniar la hermandad", agregó, al final de una ceremonia de más de dos horas marcada por bellísimos cantos y un sol impiadoso que obligó a los fieles a protegerse con paraguas. Entre los asistentes, en primera fila estaba el presidente armenio, Serzh Sargsyan. Y varios argentinos venidos para la ocasión, que llevaban estolas con los colores albicelestes y de la bandera armenia.

Cuando el Papa estaba en procesión solemne hacia al altar, junto a Karekin II, algunos, agitado banderitas, incluso empezaron a corear: "¡Argentina! ¡Argentina!".

"Como hijo de sobrevivientes del genocidio, me siento identificado con el papa Francisco porque viajó a Armenia y porque tuvo el coraje de reafirmar acá, como había ya hecho en Roma, en el Vaticano, su condena al genocidio", dijo a LA NACION Jorge Serafián, del barrio de Belgrano. "No pretendemos de Turquía sólo el reconocimiento, sino que también queremos recomponer la relación, como pidió el Papa, porque es un país hermano, un país amigo".

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