El Papa: la Misa debe representar el Calvario, no es un espectáculo

El Papa: la Misa debe representar el Calvario, no es un espectáculo

E invitó a los fieles que estaban en la audiencia a que se imaginaran la escena: frente al crucifijo nos quedamos en silencio, no nos ponemos a platicar o a tomarnos fotos. Por la mañana Francisco recibió a un representante de Arabia Saudita

por IACOPO SCARAMUZZI

 

La Misa «es rehacer el Calvario, no es un espectáculo». Durante la Audiencia general en la Plaza San Pedro, el Pontífice prosiguió con su ciclo de catequesis dedicado al redescubrimiento de la Misa y de la Eucaristía. Y respondió a la pregunta: «¿Qué es esencialmente la Misa?». Francisco, que antes de dirigirse a la Plaza San Pedro recibió a un representante oficial de Arabia Saudita, invitó a los fieles a imaginarse como si hubieran presenciado la crucificción de Jesús para preguntarles: «¿Nos permitiríamos ponernos a platicar o tomarnos fotos, hacer un poco de espectáculo?». 

 

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La Misa, dijo Jorge Mario Bergoglio, «es el Memorial del Misterio Pascual de Cristo. Nos hace partícipes de su victoria sobre el pecado y la muerte, y da significado pleno a nuestra vida. Por ello, para comprender el calor de la Misa debemos, antes que nada, comprender entonces el significado bíblico de la palabra “Memorial”. Este –insistió el Papa, citando el Catecismo de la Iglesia católica– no es solo el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino que los hace en cierta manera presentes y actuales. Precisamente así concibe Israel su liberación de Egipto: cada vez que se celebra la Pascua, los acontecimientos del Éxodo son hechos presentes en la memoria de los creyentes, para que conformen sus vidas a ellos». Jesucristo, con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo cumplió la Pascua. Y la Misa es el memorial de su Pascua, de su «éxodo», que hizo por nosotros, para sacarnos de la esclavitud e introducirnos a la tierra prometida de la vida eterna: «no solo el recuerdo, no, es mucho más: es hacer en el presente lo que sucedió hace veinte siglos». 

 

Y «cada celebración de la Eucaristía –prosiguió refiriéndose a un concepto sobre el que insiste el Concilio Vaticano II– es un rayo de sol sin ocaso que es Jesucristo resucitado. Participaren la Misa, en particular los domingos, significa entrar en la victoria del Resucitado, ser iluminados por su luz, calentados por su calor». En su «paso de la muerte a la vida, del tiempo a la eternidad», Jesús «nos arrastra consigo a hacer la Pascua. En la Misa se hace la Pascua, en la Misa estamos con Jesús muerto y resucitado, y Él nos arrastra hacia la vida eterna». «Nos libera de la muerte y del miedo de la muerte. Nos libera no solo del dominio de la muerte física, sino de la muerte espiritual, que es el mal, el pecado, que nos toma cada vez que caemos víctimas del pecado, nuestro o ajeno. Y entonces nuestra vida es contaminada, pierde belleza, pierde significado, se marchita. Cristo, en cambio, nos vuelve a dar la vida». 

 

«Solamente si experimentamos este poder de Cristo, el poder de su amor –continuó el Pontífice argentino– seremos verdaderamente libres de darnos sin miedo. Y esto es la Misa: entrar en esta pasión, muerte, resurrección y ascensión de Jesús. Y cuando vamos a Misa es como si fuéramos al Calvario, pero imagínense ustedes: si nosotros vamos al Calvario, pensemos con la imaginación, en ese momento nosotros sabemos que ese hombre de allí es Jesús: ¿nos permitiríamos ponernos a platicar, tomarnos fotos, hacer un poco de espectáculo? No, porque es Jesús, nosotros, de seguro, estaríamos en silencio, en el llanto, y también en la alegría de haber sido salvados. Cuando entremos a la Iglesia para celebrar la Misa, pensemos en esto: “Entro al Calvario, en donde Jesús da su vida por mí”, y así desaparece el espectáculo, las pláticas, los comentarios y estas cosas que nos alejan de esta cosa tan bella que es la Misa, el triunfo de Jesús. Creo que ahora queda más claro cómo la Pascua se hace presente y operante cada vez que celebramos la Misa, es decir el sentido del Memorial. La participación en la Eucaristía nos hace entrar en el misterio Pascual de Cristo, permitiéndonos pasar con Él de la muerte a la vida. Es decir el Calvario: la Misa es rehacer el Calvario, no es un espectáculo». 

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