“El Papa no juega al ‘vecinalismo’ argentino”

“El Papa no juega al ‘vecinalismo’ argentino”

Habla Jorge Macri, intendente Vicente López de y primo del presidente. Es uno de los firmantes más significativos del Pacto de San Antonio de Padua, un acuerdo transversal para mover la política argentina inspirado por el pensamiento de Francisco

Por ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ - CIUDAD DEL VATICANO 

En Argentina el Papa no juega al “vecinalismo”. Francisco está preocupado por la realidad del país, pero tiene una mirada global. Y lo argentinos deberían dejar de verlo desde su “ombliguismo”. Consideraciones de Jorge Macri, intendente de Vicente López y primo del presidente. Es referente de Propuesta Republicana (PRO) y uno de los más significativos firmantes del Pacto de San Antonio de Padua, un acuerdo transversal que busca transformar la política siguiendo la inspiración del pontífice.   

En entrevista con el Vatican Insider, Macri explicó los motivos por los cuales él y otras decenas de exponentes de su partido se sumaron al Pacto. Reconoció la autoridad moral del Papa y consideró inentendibles las duras críticas lanzadas contra él desde diversos sectores de la política, incluso después del frío encuentro entre el líder católico y el presidente Mauricio Macri. Y rechazó las excesivas lecturas a los gestos en la audiencia privada que ambos sostuvieron el 27 de febrero pasado en el Vaticano.   

¿Por qué firmar el Pacto de Padua?  

¿Por qué no? Si en definitiva representa lo que deberíamos estar haciendo todos, por lo que deberíamos estar luchando. Adhiero profunda y personalmente a todo lo que el Pacto representa , al norte que nos marca el Papa Francisco reflejado ahí. Casi todo lo que leo ahí es lo que me trajo a la política, por eso no podía no firmarlo.   

¿Te sorprende que en esta Argentina, donde todavía prevalece la confrontación, todos los sectores de la política se hayan unido en la firma de este Pacto?  

Me alegra, lo festejo, en un punto me sorprende pero me parece que existe un cambio de clima generalizado. Es difícil saber si es todo gracias al hecho de tener el paraguas omnipresente del Papa o si esto lo antecede. Pero veo un país más dispuesto al cambio.  

¿El desafío principal del Pacto es mantenerse unidos? Porque las tentaciones de la ruptura son muy fuertes, en general en la política argentina donde parece que se gana más apostando a la ruptura.  

La última elección no demuestra eso, ganó un espacio político que apostó al diálogo siempre. En general el político piensa que para tener identidad y diferenciarse tiene que agredir, pero la gente rechaza mucho eso, no es algo que le guste. La gente busca soluciones, paz, tranquilidad. Ya tenía experiencia en esto de compartir gestiones transversales entre diversos espacios. Ahí todos teníamos claro que íbamos a competir el uno con el otro, pero mientras tanto se trabaja porque los problemas son comunes. Hay una gran oportunidad en eso.  

El Papa dijo muchas veces que se sintió usado por la política y en los primeros dos años de pontificado exponentes de todos los sectores fueron a Roma a sacarse la foto con él, ¿no se corre el riesgo de volver a usar su figura?  

Dependerá del compromiso que mostremos en el tiempo, sólo el tiempo podrá demostrar. 

 ¿Qué va a marcar la diferencia?  

El hacer, las cosas concretas, proyectos de ley, logros de gestión, políticas públicas y entender que probablemente muchos de los que compartamos el Pacto competiremos unos contra otros pero competir no transforma al otro en enemigo. Me parece que el tiempo va a saldar esa duda. Habrá algunos que vamos muy convencidos de que ese es un ámbito útil y valioso, habrá otros que estarán ahí, viendo qué pasa. Y algún otro habrá ido diciendo: “No, si va mi vecino cómo no voy a ir yo”. Hay de todo.   

Mientras por un lado se firma el Pacto, también en la política argentina se ha recrudecido un criticismo hacia la figura del Papa, ¿por qué existe esa tentación de “matar al profeta” en Argentina?  

Hay cosas que no se comprenden, pero esto es como ir a la iglesia a confesarse, estar en la cola esperando y decir: “¿cómo, confesó a ese que yo se las barbaridades que hizo?”. La Iglesia siempre tiene esa capacidad de estar cerca de quien lo necesita y se equivocó. La Iglesia no se retira, no establece una distancia de él. Por ahí para todos nosotros es difícil comprender ese rol de la Iglesia y del Papa, de quien tiene fe y puede sanar. Y después muchos que reaccionan porque no pueden ser lo que el otro es, entonces tratan de bajar a quien sí lo logró. Es como la tentación de emparejar hacia abajo. “Ese otro no puede ser tan perfecto, ¿por qué yo no?”. Esta cosa de poner la culpa afuera, que genera un grado de resentimiento y de tensión profunda.   

¿No será ver la figura del Papa a través de la rendija de nuestro ombligo?  

También. Muchas veces es querer traerlo a un argentinismo excesivo, es no comprender que él hoy es Francisco y dejó de ser Jorge, que tiene un rol diferente y no juega al “vecinalismo” argentino, está en un juego mucho más grande en el cual lo que ocurra acá es importante, porque en definitiva es su país, pero está en tensiones mayúsculas. El sólo pensar en irme a dormir con todas las cosas que el Papa debe tener en la cabeza, debe ser muy difícil. 

Usted viene de un espacio político que está construyendo una relación nueva con el Papa, ¿les está costando mucho?  

No. A veces en la lectura de afuera se sobreestiman los gestos. Yo cuando le pregunté a Mauricio (Macri, presidente) cómo le había ido en la reunión (con el Papa), lo vi contento y emocionado. Después está la lectura que hacen otros. Él habló de las cosas que sintió que eran importantes, coincidió en la necesidad de sanar a los argentinos, de trabajar en contra del narcotráfico, de generar condiciones de inclusión que nos permitan llegar a la pobreza cero, que es el legado de la doctrina social de la Iglesia y de la mirada del Papa con respecto del otro. Él se fue muy contento, después la lectura de si la foto, si el gesto… no me detengo mucho en eso. 

Comentá la nota