El Papa a los jóvenes: no se vuelvan un “fake” que solo busca “likes”

El Papa a los jóvenes: no se vuelvan un “fake” que solo busca “likes”

Mensaje de Francisco para la JMJ diocesana del 25 de marzo, en vista de la de Panamá de 2019: «Deseo que en la Iglesia se les confíen responsabilidades importantes, que se tenga la valentía de darles espacio; y ustedes, prepárense para asumir esta responsabilidad» 

El Papa exhortó a los jóvenes a no ocultarse «detrás de máscaras y falsas identidades, hasta casi convertirse ellos mismos en un “fake”», obsesionados por el «mayor número posible de “me gusta”»; animó a recordar que «no tenemos que conseguir la cercanía y la ayuda de Dios presentando por adelantado un “currículum de excelencia”, lleno de méritos y de éxitos», y a no dejar que «el resplandor de la juventud se apague en la oscuridad de una habitación cerrada en la que la única ventana para ver el mundo sea el ordenador y el smartphone». Lo hizo en el mensaje que escribió en ocasión de la 33ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que, en vista de la de Panamá de 2019, se celebrará a nivel diocesano el próximo 25 de marzo. 

 

Francisco, que subrayó cómo es una «buena coincidencia» que la cita caiga en el año en el que será el Sínodo para los jóvenes, escribió en su mensaje: «Deseo que en la Iglesia se les confíen responsabilidades importantes, que se tenga la valentía de darles espacio; y ustedes, prepárense para asumir esta responsabilidad». 

 

El Papa Francisco recordó que tomó el itinerario de María, «la joven de Nazaret, a quien Dios escogió como Madre de su Hijo» como ejemplo para sus mensajes a la JMJ del año pasado, y explicó que este año «tratamos de escuchar con ella la voz de Dios que infunde valor y da la gracia necesaria para responder a su llamada: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios”».   

  

«Hoy en día –escribió Bergoglio–, muchos jóvenes se sienten obligados a mostrarse distintos de lo que son en realidad, para intentar adecuarse a estándares a menudo artificiales e inalcanzables. Hacen continuos “retoques fotográficos” de su imagen, escondiéndose detrás de máscaras y falsas identidades, hasta casi convertirse ellos mismos en un “fake”. Muchos están obsesionados con recibir el mayor número posible de “me gusta”. Y este sentido de inadecuación produce muchos temores e incertidumbres. Otros tienen miedo a no ser capaces de encontrar una seguridad afectiva y quedarse solos. Frente a la precariedad del trabajo, muchos tienen miedo a no poder alcanzar una situación profesional satisfactoria, a no ver cumplidos sus sueños. Se trata de temores que están presentes hoy en muchos jóvenes, tanto creyentes como no creyentes. E incluso aquellos que han abrazado el don de la fe y buscan seriamente su vocación tampoco están exentos de temores». 

  

Según el Papa, «en los momentos en que las dudas y los miedos inundan nuestros corazones, resulta imprescindible el discernimiento. Nos permite poner orden en la confusión de nuestros pensamientos y sentimientos, para actuar de una manera justa y prudente». Francisco dirigió, pues, esta invitación a todos los jóvenes: «No tengan miedo de mirar con sinceridad sus miedos, reconocerlos con realismo y afrontarlos», e indicó que «el obstáculo para la fe no es con frecuencia la incredulidad sino el miedo». El trabajo de discernimiento, entonces, «una vez identificados los miedos, nos debe ayudar a superarlos abriéndonos a la vida y afrontando con serenidad los desafíos que nos presenta. Para los cristianos, en concreto, el miedo nunca debe tener la última palabra, sino que nos da la ocasión para realizar un acto de fe en Dios... y también en la vida», porque, si alimentamos los miedos, «tenderemos a encerrarnos en nosotros mismos, a levantar una barricada para defendernos de todo y de todos, quedando paralizados. ¡Debemos reaccionar! ¡Nunca cerrarnos! En las Sagradas Escrituras encontramos 365 veces la expresión “no temas”, con todas sus variaciones. Como si quisiera decir que todos los días del año el Señor nos quiere libres del temor». 

El Papa insistió en que además de la oración con el Señor, «es importante hablar y dialogar con otros, hermanos y hermanas nuestros en la fe, que tienen más experiencia y nos ayudan a ver mejor y a escoger entre las diversas opciones». En los miedos, prosiguió el Pontífice dirigiéndose a los jóvenes, «sepan que pueden contar con la Iglesia. Sé que hay buenos sacerdotes, consagrados y consagradas, fieles laicos, muchos de ellos jóvenes a su vez, que pueden acompañarles como hermanos y hermanas mayores en la fe». Además, el “otro” «no es únicamente un guía espiritual, sino también el que nos ayuda a abrirnos a todas las riquezas infinitas de la existencia que Dios nos ha dado. Es necesario que dejemos espacio en nuestras ciudades y comunidades para crecer, soñar, mirar nuevos horizontes. Nunca pierdan el gusto de disfrutar del encuentro, de la amistad, el gusto de soñar juntos, de caminar con los demás. Los cristianos auténticos no tienen miedo de abrirse a los demás, compartir su espacio vital transformándolo en espacio de fraternidad. No dejen, queridos jóvenes, que el resplandor de la juventud se apague en la oscuridad de una habitación cerrada en la que la única ventana para ver el mundo sea el ordenador y el smartphone. ¡Abran las puertas de sus vidas!». 

  

El principal motivo por el cual María no debe temer, prosiguió el Papa, «es porque ha encontrado gracia ante Dios. La palabra “gracia” nos habla de amor gratuito e inmerecido. Cuánto nos anima saber que no tenemos que conseguir la cercanía y la ayuda de Dios presentando por adelantado un “currículum de excelencia”, lleno de méritos y de éxitos». Según el Papa, «el camino de la vocación no está libre de cruces: no sólo las dudas iniciales, sino también las frecuentes tentaciones que se encuentran a lo largo del camino. La sensación de no estar a la altura acompaña al discípulo de Cristo hasta el final, pero él sabe que está asistido por la gracia de Dios», pero la conciencia de la presencia de Dios «no resuelve ciertamente todos los problemas y no quita las incertidumbres de la vida, pero tiene el poder de transformarla en profundidad. Lo que el mañana nos deparará, y que no conocemos, no es una amenaza oscura de la que tenemos que sobrevivir, sino que es un tiempo favorable que se nos concede para vivir el carácter único de nuestra vocación personal y compartirlo con nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia y en el mundo». 

Al final, explicó el Papa Francisco, «a María, joven, se le confió una tarea importante, precisamente porque era joven», y por ese motivo invitó, en «una fase de la vida en la que sin duda no faltan las energías», a usar «esa fuerza y esas energías para mejorar el mundo, empezando por la realidad más cercana a ustedes. Deseo que en la Iglesia se les confíen responsabilidades importantes, que se tenga la valentía de darles espacio; y ustedes, prepárense para asumir esta responsabilidad». 

Francisco concluyó el mensaje diciéndole a los jóvenes: «La JMJ es para los valientes, no para jóvenes que sólo buscan comodidad y que retroceden ante las dificultades. ¿Aceptan el desafío?» 

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