Papa: Que el don que los jóvenes recibieron sea la respuesta a la llamada del Señor

Papa: Que el don que los jóvenes recibieron sea la respuesta a la llamada del Señor

Como suele hacer cada vez que regresa de un Viaje Apostólico Internacional, el Papa Francisco durante la primera audiencia general de agosto reflexionó brevemente sobre su estancia en Polonia del 27 al 31 de julio.

Hablando en italiano el Pontífice explicó a los fieles y peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano que realizó este viaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, a 25 años de la histórica que Juan Pablo II celebró en Chęstochova, poco después de la caída  del “telón de acero”.

El Santo Padre recordó que en estos 25 años Polonia ha cambiado, como Europa y el mundo, y esta JMJ se ha convertido en un signo profético. A la vez que añadió que la nueva generación de jóvenes, herederos y continuadores de la peregrinación que comenzó con el Papa Wojtyła, “han dado la respuesta al desafío de hoy, han dado el signo de esperanza, y este signo – dijo –  se llama fraternidad”.

De los jóvenes, motivo principal de su viaje, el Pontífice afirmó que una vez más han respondido a la llamada, viajando de todos los continentes, en lo que definió una fiesta de colores, rostros, lenguas e historias diversas, que se reunieron en Cracovia llevando también sus heridas, interrogantes y, sobre todo, la alegría de encontrarse, para formar un mosaico de fraternidad.

Tras añadir que durante este gran encuentro jubilar, los jóvenes acogieron el mensaje de la Misericordia, para llevarlo por doquier en las obras espirituales y corporales, Franciscoagradeció a todos los chicos y chicas que se dieron cita en Cracovia junto a los que se unieron de todas partes de la tierra, a fin de que el don que recibieron llegue a ser la respuesta cotidiana a la llamada del Señor.

El Santo Padre recordó asimismo que durante este viaje visitó el Santuario de Chęstochova, donde ante el icono de la Virgen recibió el don de la mirada de la Madre, que también y de modo especial, es Madre del pueblo de esta noble nación que ha sufrido tanto y que con la fuerza de la fe y de su mano materna, siempre se ha levantado.

Por último, y antes de dar gracias al Señor y a la Virgen María, el Papa recordó que también este viaje tenía el horizonte del mundo, un mundo llamado a responder a los desafíos de una guerra “a pedazos” que lo está amenazando. De ahí que el gran silencio de su visita a Auschwitz y Birkenau ha sido más elocuente que cualquier palabra.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

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