El Papa a los jóvenes: ningún tabú sobre la sexualidad: es don de Dios

El Papa a los jóvenes: ningún tabú sobre la sexualidad: es don de Dios

Firmada el lunes 25 de marzo en la Santa Casa de Loreto y dirigida a «los jóvenes y a todo el pueblo de Dios», Francisco publica la «Christus vivit», exhortación apostólica post-sinodal

El Papa Francisco se detiene para reflexionar sobre el «ambiente digital», que ha creado «una nueva forma de comunicar» y que «puede facilitar la circulación de información independiente». También asegura que «los jóvenes sienten con fuerza el llamado al amor, y sueñan encontrar la persona adecuada con quien formar una familia». Dios ha creado la sexualidad, que es un don, por lo que «nada de tabúes». En la exhortación post-sinodal dedicada a los jóvenes, titulada «Christus vivit» («Cristo vive»), publicada hoy, 2 de abril de 2019, el Pontífice recuerda a todos los jóvenes que «hay una salida» en todas las situaciones oscuras y dolorosas. Firmada el 25 de marzo en la Santa Casa de Loreto y dirigida a los «jóvenes y a todo el pueblo de Dios», en esta exhortación, compuesta por 9 capítulos divididos en 299 párrafos, el Obispo de Roma explica que se dejó inspirar «por la riqueza de las reflexiones y diálogos del Sínodo» de los jóvenes que se celebró en el Vaticano en 2018. Da indicaciones claras a la pastoral juvenil: no puede sino ser sinodal, es decir capaz de dar forma a un «caminar juntos»; e implica dos grandes líneas de acción: la búsqueda y el crecimiento. Debe ser «popular, más amplia y flexible, que estimule en los distintos lugares donde se mueven los jóvenes reales, esos liderazgos naturales y esos carismas que el Espíritu Santo ya ha sembrado entre ellos».

  

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No a la Iglesia en guerra perenne por dos o tres temas «que la obsesionan»

No hay que pensar, escribe Francisco, que «Jesús fuera un adolescente solitario o un joven ensimismado. Su relación con la gente era la de un joven que compartía toda la vida de una familia bien integrada en el pueblo», «nadie lo miraba como un joven raro o separado de los demás». El Papa hace notar que Jesús adolescente, «gracias a la confianza de sus padres […] se mueve libremente y aprende a caminar con todos los demás». Estos aspectos de la vida de Jesús no deberían ser ignorados en la pastoral juvenil, «para no crear proyectos que aíslen a los jóvenes de la familia y del mundo, o que los conviertan en una minoría selecta y preservada de todo contagio». Por el contrario, se necesitan «proyectos que los fortalezcan, los acompañen y los lancen al encuentro con los demás, al servicio generoso, a la misión». El Señor «nos llama a encender estrellas en la noche de otros jóvenes». Después Francisco se refiere a la juventud de la Iglesia, y escribe: «Pidamos al Señor que libere a la Iglesia de los que quieren avejentarla, esclerotizarla en el pasado, detenerla, volverla inmóvil».

 

Es cierto que «los miembros de la Iglesia no tenemos que ser “bichos raros”», pero al mismo tiempo «tenemos que atrevernos a ser distintos, a mostrar otros sueños que este mundo no ofrece, a testimoniar la belleza de la generosidad, del servicio, de la pureza, de la fortaleza, del perdón, de la fidelidad a la propia vocación, de la oración, de la lucha por la justicia y el bien común, del amor a los pobres, de la amistad social». La Iglesia puede ser tentada y perder el entusiasmo, buscando «falsas seguridades mundanas. Son precisamente los jóvenes quienes pueden ayudarla a mantenerse joven».

 

El Papa insiste sobre una de sus enseñanzas más importantes al explicar que hay que presentar la figura de Jesús «de modo atractivo y eficaz». Afirma: «Por eso es necesario que la Iglesia no esté demasiado pendiente de sí misma, sino que refleje sobre todo a Jesucristo. Esto implica que reconozca con humildad que algunas cosas concretas deben cambiar, y para ello necesita también recoger la visión y aun las críticas de los jóvenes».

 

En la Exhortación apostólica se reconoce que hay jóvenes que sienten la presencia de la Iglesia como «molesta y hasta irritante». Una actitud que hunde sus raíces «en razones serias y comprensibles: los escándalos sexuales y económicos; la falta de preparación de los ministros ordenados que no saben captar adecuadamente la sensibilidad de los jóvenes; el poco cuidado en la preparación de la homilía y en la explicación de la Palabra de Dios; el papel pasivo asignado a los jóvenes dentro de la comunidad cristiana; la dificultad de la Iglesia para dar razón de sus posiciones doctrinales y éticas a la sociedad contemporánea».

 

Hay jóvenes que «reclaman una Iglesia que escuche más, que no se la pase condenando al mundo. No quieren ver a una Iglesia callada y tímida, pero tampoco que esté siempre en guerra por dos o tres temas que la obsesionan. Para ser creíble ante los jóvenes, a veces necesita recuperar la humildad y sencillamente escuchar, reconocer en lo que dicen los demás alguna luz que la ayude a descubrir mejor el Evangelio». Por ejemplo, una Iglesia demasiado temerosa puede ser constantemente crítica «ante todos los discursos sobre la defensa de los derechos de las mujeres, y señalar constantemente los riesgos y los posibles errores de esos reclamos»; por el contrario, una Iglesia «viva puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres», a pesar de no estar de acuerdo «con todo lo que propongan algunos grupos feministas».

 

«El ahora de Dios» 

Hay que escuchar a los jóvenes, aunque «a veces predomina la tendencia a dar respuestas preconfeccionadas y recetas preparadas, sin dejar que las preguntas de los jóvenes se planteen con su novedad y sin aceptar su provocación». Hoy «los adultos corremos el riesgo de hacer un listado de calamidades, de defectos de la juventud actual. Algunos podrán aplaudirnos porque parecemos expertos en encontrar puntos negativos y peligros. ¿Pero cuál sería el resultado de esa actitud? Más y más distancia, menos cercanía, menos ayuda mutua». Quien ha sido llamado a ser padre, pastor y guía de los jóvenes debería tener la capacidad para «encontrar caminos donde otros ven sólo murallas, es la habilidad de reconocer posibilidades donde otros ven solamente peligros. Así es la mirada de Dios Padre, capaz de valorar y alimentar las semillas de bien sembradas en los corazones de los jóvenes. El corazón de cada joven debe por tanto ser considerado “tierra sagrada”».

 

Refiriéndose a los «deseos, heridas y búsquedas», el Papa Francisco se refiere a la sexualidad: «en un mundo que enfatiza excesivamente la sexualidad, es difícil mantener una buena relación con el propio cuerpo y vivir serenamente las relaciones afectivas». También por este motivo, la moral sexual es a menudo causa de «incomprensión y de alejamiento de la Iglesia», percibida como «como un espacio de juicio y de condena», aunque haya jóvenes que quieran entablar una discusión al respecto.

 

El Papa, ante el desarrollo de la ciencia, de la tecnología biomédica y de las neurociencias recuerda que «pueden llevarnos a olvidar que la vida es un don, y que somos seres creados y limitados, que fácilmente podemos ser instrumentalizados por quienes tienen el poder tecnológico». La Exhortación reflexiona sobre el tema del «ambiente digital», que ha creado «un nuevo modo de comunicar» y que puede «facilitar la circulación de información independiente». En muchos países la red y las redes sociales «representan un lugar irrenunciable para llegar a los jóvenes e implicarlos, incluso en iniciativas y actividades pastorales». Pero es también «territorio de soledad, manipulación, explotación y violencia, hasta el caso extremo de la “dark web”. Los medios digitales de comunicación digitales pueden exponer al riesgo de dependencia, de aislamiento y de progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta […] Nuevas formas de violencia se difunden mediante los social media, por ejemplo el ciberacoso; la web también es un canal de difusión de la pornografía y de explotación de las personas para fines sexuales o mediante el juego de azar». No se puede olvidar que en el mundo digital «operan gigantescos intereses económicos», capaces de crear «mecanismos de manipulación de las conciencias y del proceso democrático». Hay circuitos cerrados que «facilitan la difusión de informaciones y noticias falsas, fomentando prejuicios y odios. La proliferación de las falsas noticias es expresión de una cultura que ha perdido el sentido de la verdad y somete los hechos a intereses particulares. La reputación de las personas está en peligro mediante juicios sumarios en línea. El fenómeno afecta también a la Iglesia y a sus pastores».

 

El Papa prosigue el texto presentando a los «migrantes como paradigma de nuestro tiempo», y recuerda a todos los jóvenes involucrados en las migraciones. «La preocupación de la Iglesia atañe en particular a aquellos que huyen de la guerra, de la violencia, de la persecución política o religiosa, de los desastres naturales –debidos entre otras cosas a los cambios climáticos– y de la pobreza extrema»: muchos de ellos buscan una oportunidad, sueñan con un futuro mejor. Otros son atraídos por la «cultura occidental, a veces con expectativas poco realistas que los exponen a grandes desilusiones. Traficantes sin escrúpulos, a menudo vinculados a los cárteles de la droga y de las armas, explotan la situación de debilidad de los inmigrantes, que a lo largo de su viaje con demasiada frecuencia experimentan la violencia, la trata de personas, el abuso psicológico y físico, y sufrimientos indescriptibles. Cabe señalar la especial vulnerabilidad de los inmigrantes menores no acompañados, y la situación de quienes se ven obligados a pasar muchos años en los campos de refugiados o que permanecen bloqueados durante largo tiempo en los países de tránsito, sin poder continuar sus estudios ni desarrollar sus talentos. En algunos países de llegada, los fenómenos migratorios suscitan alarma y miedo, a menudo fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, de gente cerrada y replegada sobre sí misma, ante la que hay que reaccionar con decisión».

 

La «Buena noticia» después de la oscuridad

 Francisco anima a los jóvenes afirmando que «hay una salida» para todas las situaciones oscuras y dolorosas: la «buena noticia» que recibimos la mañana de la Resurrección. Y explica que aunque el mundo digital pueda exponer a tantos riesgos, hay jóvenes que saben ser creativos y geniales en estos ámbitos.

 

Que la pastoral juvenil sea «popular» y «flexible»

 La pastoral juvenil no puede no ser sinodal, es decir capaz de dar forma a un «caminar juntos» que implica dos grandes líneas de acción: la primera es la búsqueda y la segunda es el crecimiento. Para la primera, Francisco confía en la capacidad de los jóvenes mismos de encontrar «vías atractivas para invitar»: «Solo debemos estimular a los jóvenes y darles libertad de acción». Es más importante que «cada joven encuentre la valentía de sembrar el primer anuncio en esa tierra fértil que es el corazón de otro joven». Se debe privilegiar, para ello, «el idioma de la proximidad, el lenguaje del amor desinteresado, relacional y existencial que toca el corazón, llega a la vida, despierta esperanza y deseos. Es necesario acercarse a los jóvenes con la gramática del amor, no con el proselitismo».

 

En relación con el crecimiento, Francisco advierte sobre los peligros de proponer a los jóvenes tocados por una intensa experiencia de Dios «encuentros de “formación” en los que solo se afrontan cuestiones doctrinales y morales […] El resultado es que muchos jóvenes se aburren, pierden el fuego del encuentro con Cristo y la alegría de seguirlo». Si cualquier proyecto formativo «debe incluir ciertamente una formación doctrinal y moral», es también importante que «esté centrado en dos grandes ejes: uno es la profundización del kerygma, la experiencia fundante del encuentro con Dios a través de Cristo muerto y resucitado. El otro es el crecimiento en el amor fraterno, en la vida comunitaria, en el servicio».

Se necesita una pastoral juvenil popular, más amplia y flexible, que estimule, en los diferentes lugares en los que se mueven concretamente los jóvenes, los guías naturales y esos carismas que el Espíritu Santo ya ha sembrado entre ellos. Se trata ante todo de no ponerles tantos obstáculos, normas, controles y marcos obligatorios a esos jóvenes creyentes que son líderes naturales en los barrios y en diversos ambientes. Sólo hay que acompañarlos y estimularlos».

 

Francisco invita a ser «una Iglesia con las puertas abiertas», y «ni siquiera hace falta que alguien que uno acepte todas las enseñanzas de la Iglesia para que pueda participar de algunos de nuestros espacios para jóvenes». Tienen que existir espacios inclusivos «también para «todos aquellos que tienen otras visiones de la vida, profesan otros credos o se declaran ajenos al horizonte religioso».

 

El verdadero amor es apasionado

 

En relación con el «amor y la familia», el Papa escribe que los «jóvenes sienten con fuerza la llamada al amor y sueñan con encontrar a la persona adecuada para formar una familia», y el sacramento del matrimonio «envuelve este amor con la gracia de Dios, lo arraiga en Dios mismo». Dios nos ha creado sexuados, Él mismo ha creado la sexualidad, que es uno de sus dones, y, por lo tanto, «nada de tabúes». Es un don que el Señor nos da y «tiene dos objetivos: amarse y generar vida. Es una pasión […] el verdadero amor es apasionado».

 

Francisco observa que «el aumento de separaciones, divorcios, segundas uniones y familias monoparentales puede causar en los jóvenes grandes sufrimientos y crisis de identidad. A veces deben hacerse cargo de responsabilidades desproporcionadas para su edad». A pesar de todas las dificultades, «quiero decirles que sí, que vale la pena apostar por la familia y que en ella encontrarán los mejores estímulos para madurar y las más bellas alegrías para compartir. No dejen que les roben el amor en serio». «Creer que nada puede ser definitivo es un engaño y una mentira […] Yo, en cambio, les pido que sean revolucionarios, les pido que vayan contracorriente».

 

El desempleo juvenil, problema prioritario

 

Después de haber notado que en el mundo del trabajo los jóvenes experimentan formas de exclusión y de marginación, el Papa afirma, con respecto al desempleo juvenil: «Es una cuestión muy delicada que la política debe considerar como un tema de primer orden, particularmente hoy que la velocidad de los desarrollos tecnológicos, junto con la obsesión por reducir los costos laborales, puede llevar rápidamente a reemplazar innumerables puestos de trabajo por máquinas». Y a los jóvenes exhorta: «Es verdad que no puedes vivir sin trabajar y que a veces tienes que aceptar lo que encuentres, pero nunca renuncies a tus sueños, nunca entierres definitivamente una vocación, nunca te des por vencido».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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