El Papa: “La hospitalidad es la mayor seguridad contra el terrorismo”

El Papa: “La hospitalidad es la mayor seguridad contra el terrorismo”

Francisco se reunió con los ex-alumnos de los jesuitas: den la bienvenida a los refugiados «en sus casas y comunidades, para que su primera experiencia en Europa no sea la traumática experiencia de dormir en el frío de las calles»

ANDREA TORNIELLI - CIUDAD DEL VATICANO

«Piensen en la Sagrada Familia (María, José y el niño Jesús), en su largo viaje a Egipto como refugiados, mientras escapaban de la violencia y encontraban refugio entre los extranjeros..». Papa Francisco recordó lo que incluso los cristianos pueden olvidar, es decir que su Dios, hecho hombre, fue un migrante, nació en condiciones precarias y logró salvarse porque había un país que no había construido muros para detener a los refugiados. Lo hizo al concluir su discurso dirigido a quienes participaron en el encuentro europeo de los ex-alumnos de los Jesuitas, que se está llevando a cabo en Roma y cuyo tema es: «Migración global y crisis de los refugiados: es tiempo de contemplar y actuar»

El Papa los recibió en la Sala del Consistorio y recordó que la crisis de los migrantes y de los refugiados es «la crisis humanitaria más grande después de la Segunda Guerra Mundial». «Trágicamente —añadió— en el mundo, hoy, más de 65 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus lugares de residencia Este número sin precedentes va más allá de cualquier imaginación. ¡El número total de los prófugos ahora es más grande que toda la población de Italia!».

Pero Francisco invitó a ir más allá de la «mera estadística», para descubrir que los refugiados «son mujeres y hombres, chicos y chicas que no son diferentes de los miembros de nuestras familias y de nuestros amigos. Cada uno tiene un nombre, un rostro y una historia, así como el inalienable derecho de vivir en paz y de aspirar a un futuro mejor para los propios hijos». Bergoglio recordó que la Asociación mundial de los ex-alumnos de los jesuitas está dedicada a la memoria del Padre Arrupe, superior general de los jesuitas y fundador del Jesuit Refugee Service, la organización que nació para responder a la situación de la «boat people» del sur de Vietnam.

«Desgraciadamente, el mundo de hoy —dijo el Pontífice— se encuentra todavía involucrado en innumerables conflictos. La terrible guerra en Siria, como las guerras en Sudán del Sur y en otras partes del mundo pueden parecer sin solución. Justamente esta es la razón por la que su encuentro “para contemplar y actuar” sobre la cuestión de los refugiados es tan importante».

«Hoy más que nunca —añadió—, mientras la guerra acecha en diferentes partes del munto, mientras un número nunca antes visto de refugiados muere tratando de atravesar el mar Mediterráneo (que se ha convertido en un cementerio), o que pasa años y años en los campos, la Iglesia necesita que ustedes sigan el valor y el ejemplo del padre Arrupe». Porque «en este momento de la historia hay una enorme necesidad de personas que escuchen el grito de los pobres y que respondan con compasión y generosidad».

Francisco después animó a los presentes «a dar la bienvenida a los refugiados en sus casas y comunidades, para que su primera experiencia en Europa no sea la traumática experiencia de dormir en el frío de las calles, sino la experiencia de una acogida calurosa y humana. Recuerden que la auténtica hospitalidad es un profundo valor evangélico que alimenta el amor y es nuestra mayor seguridad en contra de los odiosos actos de terrorismo».

Después de haber citad «el dato efectivamente alarmante» de las estadías, es decir que menos del 50% de los niños refugiados tienen acceso a la escuela primaria (número que se reduce al 22% para los adolescentes refugiados inscritos en escuelas secundarias y a menos del 1% para acceder a la educación universitaria), Francisco recordó la situación de la Sagrada Familia, con María, José y el pequeño Jesús que vivieron la experiencia de los refugiados. Y también citó las palabras de Jesús: «Tenía hambre y me dieron de comer, tenía sed y me dieron de beber, era extranjero y me acogieron».

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