El Papa a la FAO: las guerras, el terrorismo y las migraciones no son fatalidades

El Papa a la FAO: las guerras, el terrorismo y las migraciones no son fatalidades

El 16 de octubre intervendrá personalmente en la Jornada Mundial de la Alimentación dedicada este año al tema «Cambiar el futuro de la migración»

Por IACOPO SCARAMUZZI

 

«Las guerras, el terrorismo, los desplazamientos forzados de personas que cada vez más impiden o, al menos, condicionan fuertemente incluso las actividades de cooperación, no son fruto de la fatalidad, sino más bien consecuencia de decisiones concretas». Lo denunció el Papa en el mensaje que leyó el cardenal Pietro Parolin en su nombre hoy, 3 de julio de 2017, durante la sesión inaugural de la 40a Conferencia general de la FAO, en Roma. En el mensaje el Pontífice subrayó que las ayudas a los países pobres «siguen mermando día con día» a pesar de los «reiterados llamamientos», y afirmó que el hambre y la desnutrición son la consecuencia de una condición de subdesarrollo «causada por la inercia de muchos o por el egoísmo de unos pocos».  

 

Jorge Mario Bergoglio quiso contribuir en las sesiones de trabajo de la agencia de las Naciones Unidas con un aporte para el programa con el objetivo de dar semillas a las familias rurales que viven en las zonas afectadas por conflictos y la sequía. El próximo 16 de octubre, anunció el Secretario de Estado Vaticano, Francisco intervendrá personalmente en la FAO en ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación, dedicada este año al tema «Cambiar el futuro de la migración». 

 

«Una mirada a la situación actual del mundo no nos ofrece imágenes consoladoras», escribió el Papa en el mensaje leído por Parolin ante los ministros de agricultura de los países miembros de la FAO. « No podemos, sin embargo, permanecer únicamente preocupados o acaso solo resignados. Este momento de evidente dificultad —recordó el Pontífice— debe hacernos también más conscientes de que el hambre y la malnutrición no son solamente fenómenos naturales o estructurales de determinadas áreas geográficas, sino que son el resultado de una más compleja condición de subdesarrollo, causada por la inercia de muchos o por el egoísmo de unos pocos. Las guerras, el terrorismo, los desplazamientos forzados de personas que cada vez más impiden o, al menos, condicionan fuertemente incluso las actividades de cooperación, no son fruto de la fatalidad —denunció Francisco—, sino más bien consecuencia de decisiones concretas. Se trata de un mecanismo complejo que fustiga ante todo a las categorías más vulnerables, excluidas no solo de los procesos productivos, sino también obligadas a menudo a dejar sus tierras en busca de refugio y esperanza de vida. Como también están determinados por decisiones tomadas en plena libertad y conciencia los datos relativos a las ayudas a los Países pobres, que siguen mermando cada día, no obstante los reiterados llamamientos ante las situaciones de crisis cada vez más destructoras que se manifiestan en diferentes áreas del planeta. Hay que ser conscientes de que en estos casos la libertad de elección de cada uno se conjuga con la solidaridad hacia todos, en relación con las necesidades, cumpliendo de buena fe los compromisos asumidos o anunciados». 

  

Al respecto, «animado también por el deseo de alentar a los Gobiernos, quisiera unirme con una contribución simbólica al programa de la FAO para proveer de semillas a las familias rurales que viven en áreas donde se han juntado los efectos de los conflictos y de la sequía. Este gesto se suma al trabajo que la Iglesia viene realizando, según su vocación de estar de parte de los pobres de la tierra y acompañar el compromiso eficaz de todos en favor suyo». Este compromiso «nos lo pide hoy la Agenda para el Desarrollo 2030, cuando reitera el concepto de seguridad alimentaria como objetivo impostergable. Pero solo un esfuerzo de auténtica solidaridad será capaz de eliminar el número de personas desnutridas y privadas de lo necesario para vivir. Es un desafío muy grande para la FAO y para todas las Instituciones de la Comunidad internacional. Un reto en el que también la Iglesia se siente comprometida en primera línea». 

  

Todos, subrayó el Papa, «todos somos conscientes de que no basta la intención de asegurar a todos el pan cotidiano, sino que es necesario reconocer que todos tienen derecho a él y que deben por tanto beneficiarse del mismo. Si los continuos objetivos propuestos quedan todavía lejos, depende mucho de la falta de una cultura de la solidaridad que no logra abrirse paso en medio de las actividades internacionales, que permanecen a menudo ligadas solo al pragmatismo de las estadísticas o al deseo de una eficacia carente de la idea de compartir». Cuando un país no es capaz de dar respuestas adecuadas «porque no lo permita su grado de desarrollo, sus condiciones de pobreza, los cambios climáticos o las situaciones de inseguridad», según el Papa, «es necesario que la FAO y las demás Instituciones intergubernamentales puedan tener la capacidad de intervenir específicamente para emprender una adecuada acción solidaria». 

 

Al final de la lectura del mensaje papal, el cardenal Parolin anunció oficialmente que el próximo 16 de octubre, con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, cuyo tema para 2017 es «Cambiar el futuro de la migración», el Papa visitará la sede de la FAO aceptando la invitación que le hizo el Director general, el profesor José Graziano da Silva. 

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