El Papa a los franciscanos de la Tierra Santa: estén cerca de los pobres y de los jóvenes que buscan paz

El Papa a los franciscanos de la Tierra Santa: estén cerca de los pobres y de los jóvenes que buscan paz

Carta al Custodio Patton en ocasión de las celebraciones por los 800 años de presencia de los frailes en los lugares de Jesús: «Mantengan vivo el testimonio cristiano»

por SALVATORE CERNUZIO

 

Fue «el inicio de una aventura extraordinaria» la que, el 11 de junio de hace ocho siglos, llevó a los primeros frailes menores a Acri para extender el propio «horizonte de evangelización» y dar concreción al mandato de San Francisco de ser, «en todas las naciones», «testigos de fe, de fraternidad y de paz». El Papa Francisco recuerda ese que fue un histórico parteaguas en la vida de la orden fundada por el Pobrecillo de Asís y que dio vida a la Provincia de la Tierra Santa, llamada originalmente «de Ultramar» o «de Siria», en la carta al Custodio, el padre Francesco Patton, Ofm, en ocasión de las celebraciones por los 800 años de presencia de los frailes en estas tierras sacras para el cristianismo. 

 

Estas celebraciones se traducen en «numerosas iniciativas religiosas, pastorales y culturales», todas «orientadas al redescubrimiento del encomiable aporte de los “frailes de la cuerda” (como fueron apodados) en los lugares en donde el Hijo de Dios se hizo carne y ha habitado entre nosotros», escribió Francisco en la carta entregada hoy durante el Solemne Pontifical en la iglesia de San Salvador en Jerusalén por el prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el cardenal Leonardo Sandri, que está visitando la Tierra Santa desde el pasado 16 de octubre para presidir los festejos de la conmemoración. 

 

En su mensaje, el Pontífice dirigió un saludo especial al padre Patton (que sucedió en mayo de 2016 al padre Pierbattista Pizzaballa, que fue nombrado administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén) y a todos los frailes que, subraya, «mantienen vivo el testimonio cristiano, estudian las Escrituras y acogen a los peregrinos». «Asiduos en la contemplación y en la oración, simples y pobres, obedientes al Obispo de Roma, ustedes están comprometidos en el presente a vivir en la Tierra Santa, al lado de las diferentes culturas, etnias y religiones, sembrando paz, fraternidad y respeto», afirma Francisco. 

 

Y asegura que «a todos es bien conocida» la disponibilidad de los frailes «para acompañar los pasos de los peregrinos de cada rincón del mundo mediante la acogida y la guía. Se han dedicado a la investigación de los testimonios arqueológicos y al estudio atento de las Sagradas Escrituras, atesorando la célebre afirmación de San Jerónimo, que durante muchos años vivió retirado en Belén: “La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo mismo”». 

 

El Papa no olvida, además de la custodia y de la animación de los Santuarios, el compromiso de los frailes al servicio de la comunidad eclesial local. Compromiso que exige ser continuado y profundizado, en particular perseverando en el apoyo a «nuestros hermanos, especialmente los más pobres y los más débiles» y en la «educación de la juventud, que a menudo corren el peligro de perder la esperanza en un contexto aún sin paz», así como en la «acogida de los ancianos y en el cuidado de los enfermos». 

 

Uniéndose a sus predecesores, Bergoglio renueva el mandato conferido a los franciscanos por Clemente VI mediante la Bula «Gratias agimus» de custodiar los Lugares Santos y, al mismo tiempo, renovó su aliento «a ser testimonios alegres del Resucitado en la Tierra Santa». «Ustedes son embajadores de todo el Pueblo de Dios —escribe—, que con liberalidad siempre les ha apoyado», y lo demuestran la anual «Colecta para la Tierra Santa» y el aporte constante de la Congregación para las Iglesias Orientales.  

 

Al final del mensaje, Francisco cita las palabras de su Santo Patrón y fundador de la orden: «Aconsejo, luego, amonesto y exhorto a mis hermanos frailes en el Señor Jesucristo, que cuando van por el mundo, no peleen y eviten las disputas de palabras y no juzguen a los demás; sino que sean mansos, pacíficos y modestos, manguitos y humildes, hablando honestamente con todos, así como conviene». 

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