El Papa: hay una fobia hacia los pobres, rechazados como si provocaran inseguridad

El Papa: hay una fobia hacia los pobres, rechazados como si provocaran inseguridad

Mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, del 18 de noviembre; Francisco almorzará con 3 mil pobres y el Vaticano está organizando una estructura sanitaria gratuita para esa semana

El Papa denunció la existencia de una «fobia hacia los pobres, considerados no sólo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento». Lo hizo en el mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, que Francisco instituyó después del Jubileo de la Misericordia y que este año se celebra, por segunda ocasión, el domingo 18 de noviembre, cuando Francisco espera que se repita lo que sucedió en la primera edición, pues en muchas diócesis «muchos encontraron el calor de una casa, la alegría de una comida festiva y la solidaridad de cuantos quisieron compartir la mesa de manera simple y fraterna». Ese mismo domingo el Papa celebrará la misa y almorzará en el vaticano con 3 mil pobres. El Vaticano, además, está preparando para toda esa semana (del 12 al 18 de noviembre) una estructura sanitaria gratuita para los indigentes. 

  

Francisco citó a Bartimeo, el ciego del Evangelio, que se sentaba por las calles a mendigar. Cuando escuchó que pasaba Jesús «empezó a gritar» y a invocarlo para que tuviera piedad de él. El Papa notó que se trata de «un pobre que se encuentra privado de capacidades básicas, como son la de ver y trabajar. ¡Cuántas sendas conducen también hoy a formas de precariedad! La falta de medios básicos de subsistencia, la marginación cuando ya no se goza de la plena capacidad laboral, las diversas formas de esclavitud social, a pesar de los progresos realizados por la humanidad... Como Bartimeo, ¡cuántos pobres están hoy al borde del camino en busca de un sentido para su condición! ¡Cuántos se cuestionan sobre el porqué tuvieron que tocar el fondo de este abismo y sobre el modo de salir de él! Esperan que alguien se les acerque y les diga: “Ánimo. Levántate, que te llama”. Lastimosamente a menudo se constata que, por el contrario, las voces que se escuchan son las del reproche y las que invitan a callar y a sufrir –constata el Papa en el mensaje. Son voces destempladas, con frecuencia determinadas por una fobia hacia los pobres, considerados no sólo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento. Se tiende a crear distancia entre ellos y el proprio yo, sin darse cuenta que así se produce el alejamiento del Señor Jesús, quien no los rechaza sino que los llama así y los consuela». 

  

En el mensaje par ala Jornada Mundial de los Pobres, Francisco también cita al salmista que escribe «los pobres comerán hasta saciarse», para recordar que «en muchas Diócesis, esta fue una experiencia que, el año pasado, enriqueció la celebración de la primera Jornada Mundial de los Pobres. Muchos encontraron el calor de una casa, la alegría de una comida festiva y la solidaridad de cuantos quisieron compartir la mesa de manera simple y fraterna. Quisiera que también este año y en el futuro esta Jornada fuera celebrada bajo el signo de la alegría por redescubrir el valor de estar juntos». El Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, monseñor Rino Fisichella, que presentó el documento papal en la Sala de prensa vaticana, indicó que a las 9.30 del domingo 18 de noviembre el Papa se reunirá en San Pedro con un grupo de 3 mil pobres, acompañados por las asociaciones y grupos parroquiales para una misa a la que seguirá un almuerzo. Se llevará a cabo en el Aula Pablo VI y será ofrecido por Rome Cavalieri – Hilton Italia y el Ente Moral Tabor. El sábado 17 de noviembre, como parte de los preparativos, se celebrará una vigilia de oración en la Basílica de San Lorenzo extramuros, para todas las asociaciones de voluntariado y los que están comprometidos en el servicio de asistencia a las personas que viven dificultades.  

 

En su mensaje para la Jornada, firmado ayer, día de la solemnidad de san Antonio de Padua, y presentado hoy en el Vaticano, el Papa comenzó a partir del salmo 34: «Este pobre gritó y el Señor lo escuchó», que da el título al mensaje, para subrayar que el salmista nos «permite también a nosotros hoy comprender quiénes son los verdaderos pobres a los que estamos llamados a volver nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades». Y pone en guardia frente a una serie de peligros. «A menudo –escribe el Papa– me temo que tantas iniciativas, aunque de suyo meritorias y necesarias, estén dirigidas más a complacernos a nosotros mismos que a acoger el clamor del pobre. En tal caso, cuando los pobres hacen sentir su voz, la reacción no es coherente, no es capaz de sintonizar con su condición. Se está tan atrapado en una cultura que obliga a mirarse al espejo y a cuidarse en exceso, que se piensa que un gesto de altruismo bastaría para quedar satisfechos, sin tener que comprometerse directamente». En segundo lugar, «los pobres no necesitan un acto de delegación, sino del compromiso personal de aquellos que escuchan su clamor. La solicitud de los creyentes no puede limitarse a una forma de asistencia (que es necesaria y providencial en un primer momento), sino que exige esa “atención amante” que honra al otro como persona y busca su bien», escribe Francisco proponiendo nuevamente una reflexión que ya había presentado en la exhortación apostólica “Evangelii gaudium”. En tercer lugar, la pobreza, insiste el Papa, «no es buscada, sino creada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. Males tan antiguos como el hombre, pero que son siempre pecados, que involucran a tantos inocentes, produciendo consecuencias sociales dramáticas» y, por lo tanto, «la salvación de Dios toma la forma de una mano tendida hacia el pobre, que ofrece acogida, protege y hace posible experimentar la amistad de la cual se tiene necesidad». Por ello, «frente a los pobres, no es cuestión de jugar a ver quién tiene el primado de la intervención», porque no es protagonismo «lo que necesitan los pobres, sino ese amor que sabe esconderse y olvidar el bien realizado». Es saludable, pues, «reconocer que, en el inmenso mundo de la pobreza, nuestra intervención es también limitada, débil e insuficiente hace que tendamos la mano a los demás, de modo que la colaboración mutua pueda alcanzar el objetivo de manera más eficaz». «El diálogo entre las diversas experiencias –aclara el Papa– y la humildad en el prestar nuestra colaboración, sin ningún tipo de protagonismo, es una respuesta adecuada y plenamente evangélica que podemos realizar». 

  

«Lejos de los discípulos de Cristo sentimientos de desprecio o de pietismo hacia ellos; más bien están llamados a honrarlos, a darles precedencia, convencidos de que son una presencia real de Jesús entre nosotros», insiste el Papa al final de su mensaje. «Aquí se comprende cuánta distancia existe entre nuestro modo de vivir y el del mundo, el cual elogia, sigue e imita a quienes tienen poder y riqueza, mientras margina a los pobres, considerándolos un desecho y una vergüenza», en cambio, «los pobres nos evangelizan, ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio. No echemos en saco roto esta oportunidad de gracia. Sintámonos todos, en este día, deudores con ellos, para que tendiendo recíprocamente las manos, uno hacia otro, se realice el encuentro salvífico que sostiene la fe, hace activa la caridad y permite que la esperanza prosiga segura en el camino hacia el Señor que viene». El mensaje, indicó mosneñor Rino Fisichella, fue traducido al alemán, al inglés, al español, al francés, al polaco, al portugués, al árabe, al turco y al chino. 

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