El Papa: “Cuántas chicas obligadas a venderse por un puesto de trabajo”

El Papa: “Cuántas chicas obligadas a venderse por un puesto de trabajo”

En Santa Marta Francisco denunció duramente la explotación femenina y la percepción de la mujer como «objeto del deseo». «Sir ir lejos, sucede incluso en Roma»

«Descartadas», «usadas», «humilladas», obligadas a «vender la propia dignidad para tener un puesto de trabajo», o a desvestirse para hacer publicidad de productos. Se ven muchas mujeres así: en la tele, en los periódicos, pero también en las oficinas y en las empresas. Y no hay que ir demasiado lejos, a los países del Tercer Mundo: es suficiente dar vuelta en la esquina en Roma para encontrar mujeres «anónimas», mujeres «sin mirada», «esclavas de esta mentalidad del descarte». Frente a este escenario dramático, Francisco expresó rabia y dolor: «es un pecado contra Dios», sentenció hoy, 15 de junio de 2018, durante la homilía matutina de la misa en la Capilla de la Casa Santa Marta. 

  

Siempre sensible a la condición femenina, promotor de la sacralidad de la mujer y detractor de lo que la envilece, en primer lugar la prostitución, Bergoglio pidió una oración a todos los cristianos del mundo por las «tantas mujeres despreciadas, marginadas, descartadas», así como por las que han sido convertidas en «objeto del deseo», para el uso y consumo de los hombres. 

  

«En los programas televisivos, en las revistas, en los periódicos, se muestran mujeres como objeto del deseo, para usar, como en un supermercado», denunció Francisco en su homilía, según indicó Vatican News. La mujer, tal vez para vender una determinada cantidad «de tomates», es «humillada» y presentada «sin ropa». 

  

Además de esta forma pública de humillación y explotación, existe otra dimensión más oculta: la de las «oficinas», de las «empresas», que, anotó Bergoglio, están llenas de mujeres «objeto de esa filosofía usa y tira», tratadas cada vez más como «material de descarte» y cada vez menos como «personas». 

  

«Hay un ensañamiento contra la mujer, un ensañamiento feo. Incluso sin decirlo… Pero, ¿cuántas veces las chicas para obtener un puesto de trabajo deben venderse como objetos usa y tira? ¿Cuántas veces? “Sí, padre, he escuchado que en tal país…”. Aquí en Roma. No hay que ir tan lejos», afirmó. Bastaría hacer un «peregrinaje nocturno» por ciertas calles de la capital italiana para ver «a muchas mujeres, tantas migrantes y tantas no migrantes» explotadas «como en un mercado». Los hombres se les acercan «no para decir “Buenas noches”, sino “¿Cuánto cuestas?”». 

  

Precisamente el desprecio, el envilecimiento al que son sometidas las convierte en prostitutas. «Tú la has vuelto prostituta, como dice Jesús: quien repudie la expone al adulterio, porque tú no tratas bien a la mujer, la mujer acaba así, también explotada, esclava, muchas veces», subrayó el Pontífice argentino. «Hará bien, pues, mirar a estas mujeres y pensar que, frente a nuestra libertad, ellas son “esclavas de esta mentalidad del descarte”. Deberíamos reflexionar mejor. Y, al hacer o decir esto, entrando en este pensamiento, despreciamos la imagen de Dios, que hizo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza». 

  

Cristo, de hecho, «dignificó», dijo el Papa, a las mujeres pecadoras a lo largo de su camino. Les devolvió la ternura y les ofreció la misericordia, mientras los demás arrojaban piedras e insultos. Jesús enseñó una nueva doctrina sobre las mujeres, pronunciando palabras fuertes, radicales, que «han cambiado la historia» y han modificado esa percepción de la mujer como ser humano «de segunda clase», «esclava» que no «gozaba ni siquiera de la plena libertad». 

  

Hay una mujer antes de Jesús y una mujer después de Jesús. Con respecto a aquella época algo ha cambiado, pero no demasiado. En muchas ciudades del planeta siguen siendo demasiadas las «mujeres anónimas, las mujeres, podríamos decir, sin mirada, porque la vergüenza cubre la mirada, las mujeres que no saben reír y muchas de ellas no saben, no conocen la alegría de amamantar y escucharse llamar mamá», lamentó el Papa. 

  

Demasiadas siguen siendo víctimas de «esta mentalidad fea de rechazar a la mujer, de considerarla un objeto de “segunda clase”». El Pontífice, por estas razones, invitó a seguir el camino que trazó Jesús, quien «dignifica» a la mujer y la pone al mismo nivel del hombre, porque ambos son «imagen y semejanza de Dios». 

  

«Ambos», insistió el Papa, «no primero el hombre y luego un poquito más abajo la mujer; no, los dos. Y el hombre sin la mujer al lado (como mamá, como hermana, como esposa, como compañera de trabajo, como amiga), ese hombre solo no es imagen de Dios». 

  

Mucho menos cuando la explota, cuando la usa, cuando maltrata a las mujeres. «Es un pecado», insistió Francisco recordando las palabras del Evangelio de Mateo: «Quien vea a una mujer para desearla, ya ha cometido adulterio», «quien repudie a la propia esposa, la expone al adulterio». «Que este pasaje del Evangelio –concluyó– nos ayude a pensar en el mercado de las mujeres, en el mercado, sí, la trata, la explotación, que se ve; también en el mercado que no se ve, ese que se hace y no se ve. A la mujer se le pisotea simplemente porque es mujer». 

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