El Papa a la Comunidad San Egidio: “Continúen con audacia en su camino”

El Papa a la Comunidad San Egidio: “Continúen con audacia en su camino”

“Hoy, aún más, continúen audazmente en este camino: estando cerca de los niños de las periferias con las Escuelas de la Paz; junto a los ancianos descartados, que para ustedes son amigos; abriendo nuevos corredores humanitarios para los prófugos de la guerra y del hambre. ¡Los pobres son su tesoro!¨, recordó el papa Francisco a los miembros de la Comunidad de San Egidio, en su visita al barrio romano de Trastevere en ocasión de los 50 años de esta organización.

“Sean siempre de Cristo en la oración, en el cuidado de sus hermanos más pequeños, en la búsqueda de la paz, porque Él es nuestra paz”, pidió el papa Francisco a la Comunidad de San Egidio al visitar a sus miembros el domingo 11 de marzo en el barrio romano de Trastevere, en ocasión del quincuagésimo aniversario. 

El pontífice se dirigió a la plaza Santa María de Trastevere donde encontró al “pueblo de San Egidio”, entre ellos a su fundador Andrea Riccardi y otros integrantes de esta familia: jóvenes y pobres, refugiados llegados a través de los corredores humanitarios, ancianos, niños de las “Escuelas de la Paz”, personas de los laboratorios de arte y otras en situación de calle recibidas en hogares. 

“¡Tengan siempre el corazón abierto a todos! Sin distinguir: ‘esto me gusta, esto no me gusta’”, les pidió, y les deseó lo mejor para “sus familias y también a sus sueños”. 

En la basílica de Santa María en Trastevere tuvo lugar la Liturgia de la Palabra seguida por la meditación del párroco, presbítero Marco Gnavi, el testimonio de integrantes de la Comunidad y de un joven prófugo sirio. 

“Oración, pobres y paz es el talento de la Comunidad madurado en 50 años”, destacó el Papa recordando la parábola evangélica de los talentos, y consideró que esta fiesta es “una alegre manifestación de responsabilidad hacia el futuro”. 

"Un talento que reciben también hoy", dijo Francisco y recordó que el mundo actual "está a menudo habitado por el miedo", como el del hombre de la parábola que, por temor, no supo invertir el talento en el futuro. 

“Nuestro tiempo conoce grandes miedos frente a las vastas dimensiones de la globalización. Y los miedos se concentran a menudo en quien es extranjero, distintos de nosotros, pobre, como si fuera un enemigo. Y entonces, nos defendemos de estas personas, creyendo que preservamos lo que tenemos y lo que somos”, agregó. 

El Santo Padre advirtió que el miedo puede contagiar también a los cristianos que, como el siervo de la parábola evangélica, esconden el don recibido y no lo invierten en el futuro, no lo comparten con los demás, sino que lo conservan para sí mismos. 

"Su camino los orienta a mirar juntos el futuro: no solos, no para sí. Juntos con la Iglesia”, sostuvo, y afirmó que la Comunidad nacida a finales de los años sesenta “es hija del Concilio”, de su mensaje y de su espíritu. 

“Sé que rezan y obran por la paz”, señaló, y dirigió su pensamiento al “dolor del pueblo sirio”, a los refugiados recibidos a través de los corredores humanitarios y se preguntó: “ ¿Cómo es posible que después de las tragedias del siglo veinte se pueda volver a caer en la misma lógica absurda?” 

“La Palabra del Señor es luz en la oscuridad y da esperanza de paz, nos ayuda a no tener miedo frente a la fuerza del mal. Es la palabra de Dios la que los ha protegido en el pasado de las tentaciones de la ideología y hoy los libera de la intimidación del miedo”, indicó. 

El Papa exhortó a “amar y leer siempre más la Biblia, fuente de la misericordia hacia los pobres y heridos de la vida y de la guerra”. “Porque -precisó - la Palabra de Dios es la lámpara con la cual mirar al futuro, también de esta Comunidad”. Es bajo su luz, que se pueden leer “los signos de los tiempos”, afirmó al citar palabras del beato Pablo VI. 

Francisco recordó que el mundo se ha vuelto “global”, economía y comunicación se han unificado, pero para mucha gente, en especial para los pobres, “se han levantado muros” y las “diversidades son ocasión de hostilidad y de conflicto”. 

“Falta construir una globalización de la solidaridad y del espíritu –aseguró– porque “el futuro del mundo es vivir juntos: este ideal requiere el compromiso de construir puentes, tener abierto el diálogo, continuar a encontrarse”. 

“Cada uno está llamado a cambiar el propio corazón asumiendo una mirada misericordiosa hacia el otro, para volverse artesano de paz y profeta de misericordia”, añadió. 

El Papa expresó su deseo de que éste sea un aniversario cristiano: tiempo en el cual la fe está llamada a volverse “nueva audacia para el Evangelio". “No el coraje de un día sino la paciencia de una misión cotidiana en la ciudad y en el mundo”. 

“Es la misión de volver a tejer pacientemente el 'tejido humano de las periferias', que la violencia y el empobrecimiento han lacerado; de mostrar cómo una vida se vuelve realmente humana cuando es vivida junto a los más pobres; de crear una sociedad en la que nadie sea más extranjero. Es la misión de superar los confines y los muros para reunir". 

“Hoy, aún más, continúen audazmente en este camino: estando cerca de los niños de las periferias con las Escuelas de la Paz; junto a los ancianos descartados, que para ustedes son amigos; abriendo nuevos corredores humanitarios para los prófugos de la guerra y del hambre. ¡Los pobres son su tesoro!", concluyó.

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