“La posibilidad de visitar su país - dijo el Papa - ha sido una gracia especial para mí, cuando, después de años de conflicto y sufrimiento, el país estaba luchando por la reconciliación y la curación de sus heridas. Me conmovió profundamente el gran número de sus conciudadanos, de religiones y culturas distintas, que vinieron a saludarme en el aeropuerto y a lo largo del camino hacia Colombo”, expresó el pontífice, y recordó asimismo “la hermosa y conmovedora celebración de la canonización de San Joseph Vaz, el gran misionero de la Perla del Océano Índico”, “así como la gran multitud reunida en oración entorno al Santuario de Nuestra Señora de Madhu, símbolo de protección y reconciliación en Sri Lanka”.

El Santo Padre también hizo referencia a la bienvenida dispensada en aquel entonces, cuando fue homenajeado por cuarenta elefantes a lo largo del camino desde el aeropuerto hasta la ciudad de Colombo,  y lamentó no poder estar a la altura de tal recibimiento.

“Volviendo a pensar con  gratitud mi visita, -añadió -les agradezco de modo especial por todo su arduo trabajo, a menudo escondido y que costó tanto tiempo y energía, lo que lo hizo tan fructífero. También agradezco a sus familias, que han hecho muchos sacrificios y los han animado en su trabajo. Su presencia hoy aquí ha traído algo de la atmósfera fragante de Sri Lanka a nuestra casa, y así nos hace recordar las numerosas gracias divinas que juntos hemos experimentado en su país”.

En la conclusión de su cálido saludo el Papa Francisco confió al pueblo de Sri Lanka y a sus gobernantes a la intercesión de Nuestra Señora de Madhu, e invocó la bendición de Dios sobre ellos, sus familias y todos los que han colaborado en la preparación de la visita, como prenda de paz y fortaleza en el Señor.