Papa: con fe y caridad, testimoniar en el mundo la misericordia de Dios vivida en el Año Santo

Papa: con fe y caridad, testimoniar en el mundo la misericordia de Dios vivida en el Año Santo

En su primera audiencia general, después de clausurar el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco quiso reiterar  que «el corazón misericordioso de Dios no se ha cerrado» y renovó su exhortación  a los peregrinos de tantas partes del mundo a «abrir de par en par nuestro espíritu y nuestro corazón a la certeza de que Dios nos ama», testimoniándolo en particular a los más pequeños y pobres».

Lo hizo en especial con sus palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:

«El pasado Domingo hemos concluido el Jubileo Extraordinario. Pero no se ha cerrado el corazón misericordioso de Dios para con nosotros pecadores y no cesará de inundarnos con su gracia. Del mismo modo, nunca cerremos nuestros corazones y nunca dejemos de cumplir las obras de misericordia corporales y espirituales. Que la experiencia del amor y del perdón de Dios, que hemos vivido en este Año Santo, permanezca en nosotros como permanente inspiración de nuestra caridad hacia los hermanos»

Recordemos que el mejor consejo y educación, que podemos brindar a los que tienen dudas de fe y a los que no saben, es testimoniar con nuestra vida el gran amor gratuito de Dios, a través de la misericordia fraterna vivida verdaderamente, invitó asimismo el Obispo de Roma, que dedicó su catequesis central a dos de las siete obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita y enseñar al que no sabe:

«Las obras de misericordia nos ayudan a vivir la fe, de forma concreta en la vida de cada día, sobre todo en el servicio a los necesitados. Respondamos de este modo al amor que Dios derrama cada día sobre nosotros, viviendo de modo que el amor divino plasme nuestra vida y la de nuestro prójimo».

Una vez más, el Papa alentó a testimoniar a Cristo en nuestro servicio a los más necesitados, destacando la importancia de impulsar el crecimiento en la dignidad humana y divina de nuestros hermanos y hermanas, afianzados en la Palabra de Dios, en los Sacramentos y en la Iglesia:

«Hablamos hoy del compromiso de aconsejar a los que dudan y de enseñar a los que no saben. Hermanos y hermanas, para poder cumplir con estas tareas reforcemos nuestra fe escuchando la Palabra de Dios, participando en la vida sacramental, en la vida de la Iglesia y en el servicio a los más necesitados. Ayudemos a los que dudan, mostrando cada día, en toda situación de nuestra vida, que somos testimonios de la fe y de Cristo».

(CdM – RV)

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