El Papa aplaude el acuerdo de París sobre el clima y llama a ocuparse de los más débiles

El Papa aplaude el acuerdo de París sobre el clima y llama a ocuparse de los más débiles

Francisco comentó el resultado de la Cop21. Invitó a la conversión y a emprender la vía de la solidaridad y de la sobriedad. «Dios está ansioso de usar misericordia»

Por DOMENICO AGASSO JR. (NEXTA) - ROMA

«La conferencia sobre el clima acaba de concluir en París con un acuerdo que muchos definen histórico. Su actuación requerirá un empeño coral y una generosa dedicación por parte de cada uno. Deseando que sea garantizada una particular atención a las poblaciones más vulnerables exhorto a la entera comunidad internacional proseguir con solicitud el camino emprendido en el signo de una solidaridad que se convierta cada vez más concreta». Son las palabras con las que el Papa, al final del Ángelus, comentó el resultado de la Cop21. El Pontífice invitó a la conversión ya emprender la vía de la solidaridad y de la sobriedad.

Después de la apertura de la Puerta Santa y la celebración de la Misa en la Basílica papal de San Juan de Letrán, Jorge Mario Bergoglio introdujo de esta manera la oración mariana desde la ventana del estudio en el Palacio Apostólico: « En el Evangelio de hoy hay una pregunta repetida tres veces: ‘¿Qué debemos hacer?’». La plantean a Juan el Bautista tres tipos de personas: la multitud en general, los publicanos (es decir los recaudadores de impuestos) y algunos soldados. Cada uno de estos grupos interroga al profeta sobre lo que hay que hacer para hacer concreta la conversión que él está predicando. Y la respuesta de Juan, recordó el Papa, fue: «compartir los bienes de primera necesidad:  ‘El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto’. A los cobradores de impuestos dice no exigir nada más de la suma debida, ¿qué quiere decir esto? No hacer sobornos, es claro Bautista; y el tercer grupo a los soldados les pide no extorsionar nada a ninguno sino contentarse de sus pagos. Son las tres respuestas para las tres preguntas. Tres respuestas para un idéntico camino de conversión, que se manifiesta en empeños concretos de justicia y de solidaridad. Es el camino que Jesús indica en toda su predicación: el camino del amor hecho por el prójimo».

El Papa subrayó que gracias a estas advertencias de Juan el Bautista «comprendemos cuáles eran las tendencias generales de quien en aquella época tenía el poder, bajo las formas diversas. Las cosas no han cambiado tanto. No obstante, ninguna categoría de personas está excluida del recorrer el camino de la conversión para obtener la salvación, ni siquiera los publicanos considerados pecadores por definición. Ni siquiera ellos están excluidos de la salvación. Dios no impide a ninguno la posibilidad de salvarse. Él está –se puede decir esta palabra– Él está ansioso por usar la misericordia, usarla hacia todos en el tierno abrazo de reconciliación y de perdón». 

Entonces, «esta pregunta (¿qué debemos hacer?) la sentimos también nuestra. La liturgia de hoy nos repite, con las palabras de Juan, que es necesario convertirse, es necesario cambiar dirección de marcha y emprender el camino de la justicia, de la solidaridad, de la sobriedad»; estos son los valores «imprescindibles de una existencia plenamente humana y auténticamente cristiana». «¡Conviértanse! Es la síntesis del mensaje del Bautista —explicó Papa Francisco. Y la liturgia de este tercer domingo de Adviento nos ayuda a redescubrir una dimensión particular de la conversión: la alegría. Quien se convierte y se acerca al Señor siente la alegría. El profeta Sofonías nos dice hoy: ‘¡Alegráte, hija de Sión!’, dirigido a Jerusalén». Y el apóstol Pablo exhorta de esta manera a los cristianos de Filipo: «¡Alégrense en el Señor!». Francisco reconoció que «hoy se necesita valentía para hablar de alegría, ¡se necesita sobre todo fe! El mundo está sofocado por tantos problemas, el futuro agobiado por incógnitas y temores»; pero, a pesar de todo esto, el cristiano «es una persona alegre, y su alegría no es cualquier cosa superficial y efímera, sino profundo y estable, porque es un don del Señor que llena la vida. Nuestra alegría deriva de la certeza que che ‘el Señor está cerca’. Está cerca con su ternura, con su misericordia, con su perdón, con su amor».

Después de la oración mariana, Francisco recordó que hoy, en todas las catedrales del mundo se abrirán las Puertas Santas, para que el Jubileo de la Misericordia pueda ser vivido plenamente en las Iglesias particulares. «Deseo que este momento fuerte —insistió— estimule a tantos para hacerse instrumentos de la ternura de Dios. Como expresión de las obras de misericordia, están abiertas también las “Puertas de la Misericordia” en los lugares de dificultad y de marginación.  En este sentido, saludo a los detenidos de las cárceles de todo el mundo, especialmente aquellos de la cárcel de Padua, que hoy están unidos a nosotros en este momento espiritualmente para este momento de oración, y les agradezco el regalo del concierto»

 

El Papa también recordó que el próximo martes 15 de diciembre en Nairobi (que acaba de visitar) comenzará la Conferencia Ministerial de la Organización Internacional del Comercio: «Me dirijo a los Países que participarán, de modo que las decisiones que serán tomadas tengan en cuenta las necesidades de los pobres y de las personas más vulnerables, como también de las legítimas aspiraciones de los Países menos desarrollados y del bien común de la entera familia humana».

Después saludó a los miembros del Movimiento de los Focolares, «junto a amigos de algunas comunidades islámicas. Vayan hacia adelante, vayan hacia adelante con valentía en su camino de diálogo y de fraternidad, porque ¡todos somos hijos de Dios!».

Y al final, la acostumbrada despedida: «A todos un cordial deseo de buen domingo y buen almuerzo. No se olviden, por favor, de rezar por mí. ¡Hasta la vista!». 

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