El Papa, el aborto y los comentaristas olvidadizos

El Papa, el aborto y los comentaristas olvidadizos

El discurso al Foro de las Familias provocó diferentes reacciones. Pero quien cree que se ha dado un cambio no ha leído muchos textos anteriores

Abortos selectivos comparados con las practicas nazis, aunque hoy se practiquen «con guante blanco». La familia a imagen de Dios, la que está compuesta por el matrimonio entre un hombre y una mujer. Las fuertes palabras que pronunció el Papa Francisco al recibir al Foro de las Asociaciones Familiares fueron toda una noticia y provocaron diferentes reacciones. Parece sinceramente instrumental e incluso risible la de quienes se alegran porque «finalmente» Bergoglio se habría adecuado a ciertos estándares sobre temas éticos. Una observación que tal vez podría funcionar para los títulos de los periódicos, pero que solamente puede ser esgrimida por quienes olvidan o hacen finta de olvidar las palabras públicas que el Papa argentino ha dedicado a estos temas desde que comenzó su Pontificado. 

  

Francisco dejó clara su postura por escrito desde el principio, en la exhortación “Evangelii gaudium”, el documento programático de su Pontificado, que en el párrafo 214, a propósito del aborto, se lee: «Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o “modernizaciones”. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. Pero también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?». 

  

Las palabras sobre las «colonizaciones ideológicas» dedicadas particularmente al aborto y a la ideología de género, presentadas como formas culturales impuestas a los países pobres, las pronunció en enero de 2015, y las ha repetido, profundizado y desarrollado en varias ocasiones. En febrero de 2016, dialogando con los periodistas durante el vuelo de regreso de México, Francisco dijo que «el aborto no es un mal menor, es un crimen, es eliminar, es lo que hace la mafia», haciendo una dramática comparación entre el asesinato de los niños en el vientre materno y las masacres del crimen organizado. 

  

Al clausurar el Jubileo extraordinario de la Misericordia, con la carta, “Misericordia et misera” (de noviembre de 2016), el Papa decidió conceder definitivamente a todos los sacerdotes la posibilidad de absolver del pecado del aborto. E insistió claramente que esta decisión no significaba, de ninguna manera, disminuir la gravedad del aborto, sino aumentar el número de los confesores disponibles para hacerlo. Francisco afirmó en ese texto: «Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre». 

  

El 21 de noviembre de 2017, en la homilía de la misa en la Capilla de la Casa Santa Marta, se refirió a «una raíz perversa» que da lugar al «camino de las colonizaciones culturales que acaban por perseguir incluso a los creyentes». «Antes, sí, era pecado, no se podía matar niños; pero hoy se puede, no hay tantos problemas, es una novedad perversa». Se refería al aborto en general, no solo al aborto selectivo. Ayer, en cambio, añadió, con una referencia implícita a la teoría de género, que «las diferencias eran claras, como hizo Dios, la Creación era respetadas; pero hoy somos un poco modernos… tú haces… tú entiendes… las cosas no son tan diferentes… y se hace una mescolanza de cosas». 

  

El 17 de marzo de 2018, durante la homilía en el Santuario dedicado al Padre Pío, desde Pietrelcina, en San Giovanni Rotondo, Francisco se refirió al aborto selectivo: «Quien cuida a los pequeños está de la parte de Dios –explicó–, y gana la cultura del descarte que, por el contrario, prefiere a los potentes y considera inútiles a los pobres. Quien prefiere a los pequeños proclama una profecía de vida en contra de los profetas de muerte de todos los tiempos». También esos que «hoy –denunció el Papa– descartan a la gente, a los niños, a los ancianos, porque no sirven». El Pontífice recordó que en la escuela «nos enseñaban la historia de los espartanos. A mí siempre me ha sorprendido lo que nos decía la maestra, que cuando nacía un niño o una niña con malformaciones, lo llevaban a la cima del monte y lo arrojaban». «Y nosotros, los niños, decíamos: “¡Pero cuánta crueldad!”. Hermanos y hermanas –añadió Francisco, nosotros hacemos lo mismo. Con más crueldad, con más ciencia. Lo que no nos sirve, lo que no produce, es descartado: esta es la cultura del descarte. Hoy no se quiere a los pequeños. Y por esto Jesús es dejado a un lado». 

  

El 30 de mayo de 2018, hablando con los médicos católicos, los invitó a comprometerse en las «discusiones que tienen que ver con las legislaciones sobre temas éticos sensibles, como, por ejemplo, la interrupción del embarazo, el fin de la vida y la medicina genética». Les pidió que defendieran «la libertad de conciencia, de los médicos y de todos los agentes sanitarios. No es aceptable que el papel que ustedes tienen sea reducido al de simple ejecutor de la voluntad del enfermo o de las exigencias del sistema sanitario en el que trabajan». 

  

Son solamente algunos ejemplos que se pueden encontrar con facilidad. Palabras, expresiones, comparaciones y ejemplos que, por su dureza, no tienen antecedentes en los últimos Pontificados. De esta manera, el sábado 16 de junio, hablando con el Foro de las Asociaciones Familiares, después de haber reflexionado sobre la belleza de la vida familiar, del amor entre los cónyuges, de las dificultades de la vida en pareja, de la necesidad de prepararse bien al matrimonio, el Papa se refirió al aborto selectivo y a la familia «a imagen de Dios». 

  

«Los hijos son el don más grande», insistió. Siempre, incluso cuando «están enfermos»: «los hijos que se reciben como vengan, como Dios los mande». «He escuchado –añadió– que está de moda o, por lo menos es normal, que cuando durante los primeros meses de embarazo se hacen análisis para ver si el niño no está bien o viene con algo, lo primero que se ofrece es: “nos deshacemos de él”. El homicidio de los niños… para resolver la vida tranquila se mata a un inocente». 

  

  

  

Y continuó: «Cuando era un chico, la maestra de historia nos hablaba de los peñascos, para arrojarlos, para salvaguardar la pureza de los niños. Una atrocidad, pero nosotros hacemos lo mismo». Y sin ir demasiado lejos en el tiempo: «En el siglo pasado todo el mundo se escandalizó por lo que hacían los nazis. Hoy hacemos lo mismo, pero con guante blanco», denunció el Pontífice. «¿Por qué –preguntó alzando la voz– no se ven enanos por las calles? Porque el protocolo de muchos médicos dice: “Viene mal, deshagámonos de él”».  

  

Con respecto a la familia, afirmó: ««hoy se habla de familias diversificadas, de diferentes tipos de familia. Sí, es verdad que “familia” es una palabra análoga, también se dice “la familia de las estrellas”, la “familia de los árboles”, “la familia de los animales”… Pero la familia a imagen de Dios es una sola, entre hombre y mujer… El matrimonio es un sacramento grande». Y, explicó, «Puede darse que un hombre y una mujer no sean creyentes, pero si se aman y se unen en matrimonio son imagen y semejanza de Dios, aunque no crean… Es un misterio». 

  

Como se ve, Francisco no ha cambiado para nada. 

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