"La Orden de Malta concuerda con los cambios que impulsa el Papa"

Los jueves a la noche una larga cola de carecientes se forma en la Plaza Libertad, en el porteño Barrio Norte, a la espera de recibir comida que distribuye un grupo de voluntarios perteneciente a la Soberana Orden de Malta, las más antigua cofradía católica, que comenzó hace casi diez siglos en Jerusalén para asistir con un hospital a los peregrinos que visitaban los lugares cristianos. Y que ya con la primera cruzada devino, además, en una orden militar.

 

Por Sergio Rubin

Con el paso de los siglos, la orden -que conserva ciertas tradiciones medievales (sus miembros plenos son caballeros que en determinadas ceremonias usan capa)- se convirtió en una organización caritativa con presencia hoy en más de cien países, status internacional -emite pasaporte y, si quisiera, moneda-, pero con dependencia religiosa del Vaticano.

Lejos del silencioso reparto de comida en la plaza que sus voluntarios realizan con pecheras con el característico símbolo de la orden -la cruz blanca de ocho puntas sobre fondo rojo-, en Roma la conducción de la orden fue noticia en los últimos meses por un sonoro enfrentamiento con el Papa Francisco. Y que muchos vieron como una expresión de resistencia de la aristocrática institución a la renovación en la Iglesia encarada por el pontífice argentino.

Sin embargo, el actual embajador de la Orden de Malta en el país, el austríaco Georg Khevenhüller–Metsch lo niega, aunque su hipótesis de lo sucedido acaso es más inquietante: “Quizá -conjetura- fue producto de la tensión entre conservadores y reformadores en la curia romana y la orden terminó siendo usada. Y tal vez el Gran Maestre estuvo mal asesorado”.

La crisis estalló a comienzos de diciembre cuando el Gran Canciller, el barón alemán Albrecht von Boeselenger, fue echado de la orden, después de negarse dos veces a renunciar ante un pedido del Gran Maestre, la autoridad máxima de los Caballeros, el británico Mattehw Festing. A Boeselenger se lo acusó de no haber hecho nada para impedir hace más de una década, como parte de una ayuda en países pobres, donde está muy difundido el sida, la distribución de preservativos (uso que la doctrina católica rechaza, aunque en ciertos casos admite como mal menor). En su negativa a dejar el cargo, Boesenlenger argumentó deficiencias procesales. Asimismo, dijo que Festing le comunicó que su salida era un deseo de la Santa Sede, algo que el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, negó.

Días después, el Papa creó una comisión investigadora, pero la conducción de la orden -en abierta rebeldía- la tildó de “jurídicamente irrelevante” y anunció que no colaboraría con ella, además de defender la expulsión.

Finalmente, Boeselenger fue restituido y Festing -a pedido del Papa- terminó renunciando, pese a que su cargo es vitalicio. Un dato que fue interpretado como un factor que atizó el enfrentamiento es el hecho de que, desde fines de 2014, el muy conservador cardenal Raymond Burke, principal opositor a las reformas del Papa, ocupa el cargo de cardenal patrono de la orden -una suerte de tutor religioso- por disposición del propio Francisco, tras apartarlo de un cargo en la curia romana.

Finalmente, algunos sospecharon que miembros de la Orden de Malta estuvieron detrás de la aparición, a comienzos de este mes en Roma, de afiches críticos al Papa, que incluyeron la acusación de haber “decapitado” a la cofradía. En diálogo con Clarín, el embajador Khevenhüller–Metsch afirma que todo este conflicto “causó gran dolor en el 95 % de los que participan de la Orden de Malta y se dedican con gran amor a sus obras”.

No niega, empero, que en los últimos años hubo tensiones internas por el proceso eleccionario en el Soberano Consejo (el órgano supremo de la orden) en Roma, en 2014, por cuestiones de liderazgo, muy humanas”, pero que “no tuvieron nada que ver con la línea de Francisco”.

--Suena raro que al Gran Canciller se le haya imputado algo que pasó hace una década…

--En realidad, nos llama la atención que nunca se dijo oficialmente cuáles fueron las razones por las cuáles fue expulsado. Sigue siendo casi un misterio, más allá de lo que se publicó en los medios.

--Pero, ¿cuál es su hipótesis?

--Una parte tal vez se explique por las tensiones internas, pero otra quizá por cuestiones ajenas a la orden, producto de la tensión entre conservadores y reformadores en la curia romana y la orden terminó siendo usada. Y tal vez el Gran Maestre estuvo mal asesorado.

--Es inevitable considerar que el cardenal Burke es el cardenal patrono…

--Sí, pero desconozco las razones por las cuáles el Papa lo nombró. Y por eso no quiero opinar. Lo que es claro es que su designación no fue un ascenso. Además, no tiene una función ejecutiva, sino que, junto con el capellán de la orden, el obispo John Laffitte, se ocupa de que sus miembros mantengan una espiritualidad adecuada.

--¿Entonces no tuvo ninguna injerencia?

--Pienso que no, pero los conflictos en la curia existen y, como dije, la orden quizá fue usada.

--También se dijo que la intervención del Papa vulneró la soberanía de la orden…

--Para nada. Pudo haber algún temor en ese sentido, pero no ocurrió por tres razones. Porque la Santa Sede intervino a pedido de la orden. Porque el Papa se interesó dado que fue mencionado como el que pidió la expulsión de Boeselenger, cosa que no hizo. Y porque como se le pidió la renuncia y, pese al voto de obediencia, no dimitió la solución corresponde a la Iglesia.

--Se sospechó que miembros de la orden propiciaron de la pegatina de afiches contra el Papa…

--No se sabe quiénes fueron los responsables. Es cierto que coincidió con los sucesos en la orden, pero estoy totalmente seguro que la orden no tiene nada que ver. Si algún miembro que está descontento con el Papa, individualmente, intervino no lo sé. Pero, insisto, no la orden. Además, en esta crisis tuvimos la gran ayuda del Papa, por la que le estamos agradecidos.

--¿Algunos miembros están descontentos con él?

--Escapa a mí saber decirlo.

--¿La orden está identificada con la renovación de Francisco?

--Por supuesto que estamos de acuerdo. Es una necesidad y un desafío importante.

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