Obispos argentinos se unen al gesto del Papa al abrir las puertas santas de las catedrales

Obispos argentinos se unen al gesto del Papa al abrir las puertas santas de las catedrales

Obispos argentinos se unen al gesto del Papa al abrir las puertas santas de las catedrales 

Los obispos argentinos realizaron este domingo el ritual de abrir la Puerta Santa en las catedrales del país, para dar inicio formal al Año Jubilar de la Misericordia, y unirse al gesto del papa Francisco, quien cumplió con ese gesto en la catedral romana de San Juan de Letrán. La apertura fue precedida por procesiones y peregrinaciones a los templos mayores. Las reflexiones de los prelados.

El papa Francisco abrió este domingo la Puerta Santa de la catedral romana de San Juan de Letrán y el gesto lo repitieron los obispos, por primera vez en la historia de los jubileos de la Iglesia, en todas las catedrales del mundo para dar inicio formal al Año Jubilar de la Misericordia. 

El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, abrió la Puerta Santa en la catedral metropolitana, donde los fieles que la crucen podrán obtener la remisión de los pecados, cumpliendo con la confesión sacramental, la comunión eucarística, el rezo de la profesión de fe y la oración por las intenciones del Papa. 

El resto de los obispos argentinos cumplieron con el ritual que da inicio al Año Santo de la Misericordia en sus respectivas catedrales. El gesto fue precedido por procesiones y peregrinaciones a los templos mayores. 

Las predicaciones 

En las homilías de las misas que predicaron tras la apertura de las puertas santas, los obispos citaron la bula Misericordiae vultus, mediante la cual el Papa convocó al año jubilar, y reflexionaron sobre la importancia que este tiempo de gracia tendrá en cada diócesis. Muchos también escribieron o grabaron mensajes convocando al Año Santo Extraordinario de la Misericordia. 

Mons. Andrés Stanovnik OFMCap (Corrientes): “Quién no se alegró alguna vez cuando por fin se le abrió una puerta después de que todas se le habían cerrado. La imagen de la puerta cerrada provoca angustia y miedo, a lo sumo, puede ofrecer una cierta seguridad, pero una seguridad frágil siempre basada en el temor al peligro. En cambio la puerta abierta brinda una sensación de libertad, de acogida y de encuentro. ¡Qué hermosa y atractiva es esa frase en la que Jesús se identifica con la puerta!: ‘Yo soy la puerta, el que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará alimento’. Jesús es la puerta de la Misericordia que nos espera arrepentidos para hacernos experimentar la gracia de su perdón. ¡Cómo voy a perder esa oportunidad extraordinaria de sacarme el peso de mis pecados! ¡Que nadie se quede sin entrar por esa puerta! 

Mons. Mario Cargnello (Salta): “Con ésta celebración, como Iglesia diocesana, comenzaremos a caminar un año que marca nuestra vida cristiana, un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y paz: ‘ser misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso’. Que el Señor del Milagro, rostro visible de la compasión divina, nos guíe con la fuerza de su Espíritu en este Jubileo, para ser signos de unidad y reconciliación en nuestras familias, en nuestras comunidades y en nuestra Salta”. 

Mons. Raúl Martín (Rosario): “Si no hay misericordia con el prójimo significa que todavía no le hemos abierto la puerta a la misericordia de Dios en nuestros corazones… Ante este mundo tan herido, tan muerto, porque le falta el amor de Dios. ¿Quiénes serán los rostros que le mostrarán el amor misericordioso de Dios al mundo? Esta es nuestra tarea, ésta es nuestra misión, especialmente con los pobres, los que sufren, los presos, los enfermos. En el orden espiritual, el desafío es perdonar las ofensas y soportar con paciencias las deficiencias y defectos de nuestros hermanos”. 

Mons. Ramón Alfredo Dus (Resistencia): “Hay que ser misericordiosos como el Padre y ser testigos de la misericordia para con el prójimo teniendo esa mirada que Jesús Misericordioso tuvo cuando lleno de amor liberó a Zaqueo, a Mateo, a la Magdalena y a Pedro. Así cada uno como discípulo de la misericordia ‘seamos el rostro visible de Dios’ y que cuando alguien se acerque a uno tengamos sincera compasión y que en ese acercamiento se sienta ‘esperado, amado y perdonado por Dios’”. 

Mons. Eduardo García (San Justo): “Cómo no estar alegres si somos misericordeados -usando el neologismo del Papa- para misericordear. El Dios que es plenitud del amor, llega a nosotros con un nombre: Misericordia. Misericordia para recibir y compartir. El jubileo no es sólo para “salvar nuestra alma ni para anestesiar el corazón con el cumplimiento legal de las obras de misericordia, sino para ofrecer misericordia, dar misericordia, dejar que nuestro corazón se unja con la misericordia y, que esta sea un don para todos”. 

Mons. Jorge Lugones SJ (Lomas de Zamora): “¡Cuántos en nuestra nutrida diócesis no conocen la alegría del Evangelio! Necesitamos que la misericordia se extienda a la misión de llevar la Buena Noticia a través de los grupos RED, Círculos bíblicos, postas misioneras, etc. Que la misericordia de la Palabra de vida toque y consuele todos los corazones anhelantes de esta gracia, y nos anime en misión… Hacerse artesanos del encuentro, es un camino largo y muchas veces pesado, con constancia, e incluso, ante la urgencia de la caridad que nos parezca pobre nuestra generosidad y lenta nuestra acción, ante la importancia de los que siguen caídos en el camino, confiamos siempre en el don gratuito de la gracia de Dios.”  

Mons. Fernando Maletti (Merlo-Moreno): “Que hayamos abierto la Puerta Santa de la Iglesia Catedral y que pasemos por ella, no es solo creatividad original, y menos una tradición o un folclore eclesial; entrar por la Puerta Santa nos llama a: mayor compromiso para ser capaces de escuchar; no hacer acepción de personas en nuestros ámbitos; hablar bien con todos; entrar por la Puerta Santa es fidelidad a los dones y excluir todo lo que amenaza al Amor. Es abrir la puerta a los pobres, descarriados, pecadores y cerrarla a los ídolos, al halago fácil, al poder mal usado. Puerta Santa es sinónimo de superación de las frivolidades, los apresuramientos, la burocratización de nuestros roles eclesiales.  

Mons. Santiago Olivera (Cruz del Eje): “Tenemos la gracia de estar transitando este Jubileo tan especial que el papa Francisco nos ha regalado a toda la Iglesia, particularmente también un tiempo de gracia como es de suponer para nuestra Iglesia argentina y para nuestra diócesis. Quiero invitarte a que animes a todas las comunidades, a los que están cerca y también a los que están lejos ‘en las periferias’, a valorar el gozo y la riqueza de poder volver más nuestro corazón a Jesús. Esto es saber que Dios es el Dios del Amor que nos espera, abraza y perdona siempre”.  

Mons. Oscar Ojea (San Isidro): “Nuestra Iglesia de puertas abiertas, debe ser una Iglesia acogedora, donde cada uno pueda ser sí mismo; donde cada uno pueda ser aceptado en su diversidad, en su diferencia, y sentirse hondamente amado como lo es. Jesús recibe la vida como viene, no como un paquetito prolijo con un moño, que yo sueño que debo entregar: el Señor nos recibe como somos, a todos y quiere que aprendamos como Él: ‘sean misericordiosos como el Padre es misericordioso’. Qué desafío para la Iglesia, para nosotros los cristianos, ser misericordiosos como el Padre; tener el corazón del Padre.

Mons. Ariel Torrado Mosconi (Nueve de Julio): “Deseo que todos puedan experimentar que tienen su lugar en la Iglesia, que nadie por ninguna razón se sienta excluido, discriminado, marginado. Pero la puerta abierta, como ya he insistido varias veces, también es una invitación a que seamos una Iglesia en salida, una Iglesia misionera que sale a las periferias geográficas y existenciales. Que no se queda cómodamente instalada en la indiferencia sino que se conmueve y sale a buscar a los que están lejos”. 

Mons. Vicente Bokalic CM (Santiago del Estero): “Ciertamente, si hemos experimentado en nosotros al Dios misericordioso, no podemos quedarnos tranquilos y pasivos. Estamos llamados a ser ‘misioneros misericordiosos’. Debemos comunicar esta experiencia de amor y vida. El sufrimiento de nuestros hermanos debe tocar nuestro corazón. Sentir a Dios así: nos lleva a los demás. Como decía el Papa a los jóvenes en Río ‘no podemos balconear’ mirar, hablar y criticar, o quedar en bellas intenciones. El amor nos hace mirar a los demás con ojos de compasión, haciendo nuestro el sufrimiento, la soledad y desamparo de tantos hermanos”.

Mons. Sergio Buenanueva (San Francisco): “En este Año jubilar, la Iglesia nos invita a renovar nuestra convicción de que la única intención de Dios para con la humanidad se expresa en la palabra sagrada: misericordia. Y hacer de esta, una convicción a compartir, sobre todo con los que más urgencia sienten del bálsamo del perdón, de la caricia de una mano amiga que no les pide ni exige nada a cambio. A lo largo del año litúrgico que hemos iniciado vamos a leer el evangelio según san Lucas. Es precisamente el evangelio de la misericordia, del amor a los pobres, de la alegría que estalla allí por donde pasa Jesús y su Espíritu. Si lo escuchamos con fe y apertura interior, en la liturgia que nos reúne, pero también en la oración personal que procura un sabroso repaso del texto sagrado, seguramente vamos a ser transformados por el espíritu que da vida a la letra.

Mons. Antonio Marino (Mar del Plata): “Todo aquel que ha experimentado la misericordia del Padre en su propia vida, la paciencia con que fue esperado, siente la necesidad de cantar esa misericordia, de dar testimonio de las maravillas del amor de Dios; y se siente impulsado a corresponder no sólo con palabras de alabanza sino comprometiéndose a ejercer con los demás la misericordia que él mismo ha experimentado. Es mi deseo que nuestra Iglesia diocesana brille este año siendo, según una expresión del Papa Francisco, ‘una isla de misericordia, en medio del mar de la indiferencia’”. 

Mons. Juan Martínez (Posadas): “El discipulado lo construimos desde el Amor Misericordioso de Dios, porque fuimos y somos abrazados, como el Padre abraza al Hijo Pródigo, eso es pasar por esta Puerta, para poder experimentar su amor, pero no lo puede experimentar el soberbio o la soberbia que creen que no necesitan a nadie, todos necesitamos de Dios porque somos sus hijos e hijas y cuando experimentamos este amor misericordioso, nosotros también queremos salir y abrazar a nuestros hermanos más necesitados, que están muy heridos en el camino, porque la vida no es fácil y hay muchas situaciones duras y que no son fáciles. Tendremos que salir, porque nosotros nos sentimos amados misericordiosamente, debemos salir y amar con misericordia a nuestros hermanos más necesitados de la misericordia de Dios”. 

Mons. Raúl Martín (Santa Rosa): “Cruzar hoy, y cada día de este Año Santo, este umbral jubilar, como el de las otras iglesias jubilares, se hace camino de sanción, de reconciliación, de encuentro, de conversión. Se hace camino de vida plena ofrecida y recibida desde la grandeza del Dios Bueno, y la pobreza del hombre pecador, que necesita ser sanado, y de un Dios que nunca se deja ganar en generosidad y sale a primerearnos en el amor”.

Mons. Gabriel Barba (Gregorio de Laferrere): “Vivimos en una diócesis donde la realidad nos golpea fuertemente cada día. Que este Año Jubilar nos abra el corazón para romper indiferencias y para no acostumbrarnos a tantas situaciones de dolor e injusticias que no son ‘normales’. Debemos escandalizarnos profundamente de lo que no debe ser; eso es también misericordia. Que nuestro corazón lata fuerte en las miserias humanas buscando llevar allí, la luz de Dios, construyendo su Reino. El Año Jubilar nos invita a lanzarnos a esta experiencia desde la Gracia de Dios, que nos fortalece en nuestras debilidades para ser artífices del perdón”.

Mons. Hugo Barbaro (San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña): “Pidamos al Señor que en este Año de la Misericordia nuestra conversión sea profunda y sincera y que se note en lo que se refiere al prójimo, en las obras de misericordias. Que nos conceda ojos para ver mejor las necesidades del hermano afligido, enfermo, solo, desamparado, anciano… muchas veces los tendremos cerca. El Señor nos inspirará para ayudar de distintos modos. Algunos ya estarán trabajando de modo organizado tal vez en algunas asociaciones civiles o religiosas, otros se sumarán a esos u otros trabajos. Pero todos tenemos gente a nuestro alrededor con quienes podríamos vivir alguna obra de misericordia material o espiritual”. 

Mons. Hugo Santiago (Santo Tomé): “Es como si el papa Francisco quisiera neutralizar la globalización de la indiferencia con el Evangelio de la Misericordia; es como si a través del Jubileo intentara cambiar el juicio condenatorio de una sociedad crispada y confrontativa por el perdón y la misericordia, porque está convencido de que ese es el camino que recorrió Jesucristo, que es el rostro de la misericordia de Dios Padre”. 

Mons. Adolfo Canecín (Goya): “Hay que ponerse en marcha, practicando las obras de misericordia corporales y espirituales, teniendo un propósito cada día. Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Tengamos en cuenta las obras de misericordia corporales, visitando y cuidando a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino y visitar a los presos, y tengamos en cuenta también las obras de misericordia espirituales, perdonando las ofensas y consolando a las personas tristes”. 

Mons. Luis Urbanc (Catamarca): “El Año Jubilar es una convocatoria a experimentar la misericordia de Dios para lo cual es indispensable que cada cristiano se reconozca pecador, porque para que la gracia del perdón llegue es necesario el arrepentimiento… Misericordia no es hacer la vista gorda a todo, sino que en realidad es la inmensa gracia de Dios que envió a su Hijo para que en la humildad de la carne se hiciera hermano nuestro y en el más grande gesto de misericordia muriera en la Cruz por nuestros pecados. Ante ese infinito amor debemos arrepentirnos de nuestros pecados, pedir perdón en el Sacramento de la Reconciliación y gozar de la misericordia de Dios”. 

Año jubilar 

Francisco convocó a un jubileo extraordinario desde el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, hasta el 20 de noviembre de 2016, fiesta de Cristo Rey, con el objetivo de promover lo que llama la "revolución de la ternura" y realizar obras de misericordia. 

Los católicos podrán obtener durante este año jubilar el perdón de sus pecados al cruzar alguna de las puertas santas que cada diócesis estableció para conseguir la indulgencia plenaria, y también al cumplir con obras de caridad o visitar a presos y enfermos.

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